ASIER

XIV- Más allá

En el momento que sintió su cuerpo desplazarse, comenzó a recordar todo lo que había vivido hasta entonces.

Se dió cuenta que la vida no se trataba de un simple despertar cada mañana, sino que iba más allá, que detrás de eso había algo más. Un propósito tal vez que encontrar, alguien con quien estar.

Vió pasar su vida entera por sus ojos, mientras una lágrima empañaba sus recuerdos. En ese instante una sonrisa le devolvía el aliento. Una lucha de sentimientos, al no querer abandonar lo que había construido por años.

Comenzaba a llover y sus lágrimas se mezclaban con las gotas que caían del cielo, mientras el agonizaba despidiéndose sin consuelo.

Diciendo adiós, un simple adiós al mundo entero.
Reflexionando sobre su situación, tratando de cerrar los ojos y volver a ese momento que dejó pasar, y que sigue lamentando hasta el día de hoy.

Pensando que si tal vez viviéramos al borde de un precipicio, todos seríamos capaces, pero es que la comodidad nos queda bien, y solo avanzamos hasta donde nos da el alcance.

Reprochándose así mismo, todo ese tiempo perdido. Perdonándose sus errores. Comprendiendo que tal vez, a veces es mejor equivocarse y en muchas ocasiones callarse.

Abría y cerraba los ojos con ganas de levantarse, pero hasta su sombra ya se había ido. Estaba solo, y aún así seguía recordando todo lo vivido, haciendo incapié en partes, amando sus caminos.

Preguntándose dónde quedaba el olvido, si era una metáfora mirar atrás, dejando caer los recuerdos al vacío.

Una lágrima derramaba, la última que arrojaban sus pupilas, dejando una incógnita pérdida, no entendiendo por qué sucedía.

Volvía a cerrar los ojos, pero sin poder volver a abrirlos. Soñando en un sueño oculto, viviendo su propio destino.

Sus recuerdos comenzaban a esfumarse, como lo hace el viento cada mañana, yéndose a otras partes, mientras él no podía hacer nada.

Su sonrisa se apagaba y su mirada ya no estaba, a poco la vida es tan rara, que deja huellas en cada espacio, buscando despacio el significado del por qué.

                   -Héctor F. Palavecino