XV- Aislados

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Mientras tu mundo corre en dirección contraria el mío corre hacia ti, alejándote por no intentarlo, y a la vez no pidiéndote dejar ir.

Ya no me importa lo que deje atrás, mientras te tenga adelante. Solo en mis sueños logro besarte. Ángel del cielo, luz de mi vida, daría hasta lo que no tengo por tenerte a mi lado, y poder amarte cada día.

Te busco en cada espacio de mi alma, diciéndote que te vayas, que huyas, pero hasta ella no logra entender, cómo puedo llegar a olvidar a alguien que con solo mirarla un segundo ya logré amar.

De igual forma intento olvidarte, de mi mente arrancarte, es difícil de entender, lo sé. Yo tarde mil años en comprender, que se puede amar sin antes conocer.

Mi amor crece, y a la vez desaparece. Es tu lejanía que no se acerca, mientras de mi valentía carece.

No me pidas que te deje ir, no me digas que no sientes lo mismo por mi. Mi corazón susurra lágrimas al no poder encontrarte.

Puedo decir que te amo, suele resultar extraño. Estoy aquí amándote, de boca a bajo al sillón solo pensando en ti, imaginándote.

No me pidas olvidarte, ámame lentamente. Seamos dos almas que se encuentran sin pensarlo, solo por el hecho de intentarlo.

Seamos capaces de amarnos sin conocernos, conociéndonos entre lazos de amor, levantemos arriba nuestra pasión.

Te entrego mi corazón, solo porque tu sonrisa me conmovió, y tú amor enloqueció.

Aquí bajo las estrellas, con la luna de testigo rompiendo mis miedos. Diciéndote lo que siento, sin temor a lo que pueda suceder.

Esperando solamente que tú puedas comprender que se puede amar sin antes conocer.

                 -Héctor F. Palavecino

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