ASIER

XXXVI- Aniquilación

Descubrimos al tiempo y junto a el a todas la estaciones, solo por el hecho de verte sonreír en distintas ocasiones.

Es tu risa mi mayor anhelo acercarme, acariciar tu pelo, mientras te digo suavemente al oído todo lo que yo te quiero.

Pasamos por pasatiempos nos amamos a destiempo, dimos origen al amor y también al dolor.

Fue tu llanto el que estremeció todo mi cuerpo, fue muy duro aceptarlo yo que te quería tanto.

Mi mundo se volvió un desierto tú eras agua y yo sin vida, fue la sed que consumía todo lo que yo sentía.

Me temía al retroceder, todos decían que había que olvidarse del ayer, fue ese el preciso momento en el que te amé.

Innovamos nuevos laberintos, pensamos que el amor era un sentimiento distinto.

Solo basto un adiós para descubrir al olvido y así alejarnos, dejar fluir los latidos que el corazón iba dejando de sentir.

Sin destino alguno te deje ir. Que sentimiento diferente era caminar por distintos caminos, mirarnos de reojo siendo indiferentes.

La agonía no tardó en llegar me parecía difícil dejarte de amar. El odio quiso apoderarse de mis sentimientos, pero no lo logró, fue el amor que lo derrotó.

Se desencadenaron las cadenas de nuestro vínculo, yo era prisionero de tu corazón y tú el alma que me daba pasión.

Fueron instantes de locuras, tú tan distante y yo perdiendo la cordura.

Tuve que aceptar que el amor también se trata de soltar, olvidar y hasta quizás hasta dejar de amar.

Caerse para luego volverse a levantar, bajar la cabeza para no volverte a mirar.

No voy a odiarte, yo no seré el distante. Solo te dejaré volar si es tu decisión, ya tomada está.

Ve y avanza no retrocedas, te superaré. Ya no volveré a pensar en ti, lo nuestro se terminó.

Para así descubrir al final que a veces es terminal y en otras ocasiones un segundo fatal.

-Héctor F. Palavecino