-Para, para, para Aitana para- le dijo mientras le cogía las manos intentando calmarla
- ¿Que pare?¿ pero tu has visto como está?Esque te juro que te mato- dijo ella mientras seguía dandole golpes.
Tenia que intervenir o Aitana iba a matarlo de verdad con sus pequeños puños.-Aitana para, que él no ha hecho nada- grité yo desde el sofá.
En ese momento Aitana paró de darle golpes y relajó el cuerpo.
-Menos mal, porque sino eres hombre muerto- le dijo mientras se separaba un poco de él,le miraba con cara de asesina y empezaban a caminar los dos hacia el sofá.
Cuando Alfred llegó al sofá me besó la cabeza y se sentó a mi lado atrayéndome hacia él. Respiré su olor y me sentí segura como si lo que había pasado esa mañana no fuera importante.-Venga Amaia cuéntanos que te pasa - dijo Aitana cuando se sentó en el sillón de al lado.
Levanté la cabeza del pecho de Alfred y les miré, primero miré a Alfred, después a Aitana, los dos estaban expectantes por lo que les tenía que contar. Siempre habían sido mi mayor apoyo tanto dentro de la academia como fuera pero esto era un tema que tenia que solucionar yo sola, no quería involucrar a Alfred y que su carrera se viera afectada, había luchado mucho para estar donde estaba ahora y no quería que todo se fastidiara por mi culpa, asique decidí mentir.
- No es nada, solo que me he agobiado mucho ¿ cómo se lo voy a contar a mi madre? - recé en ese momento que no se dieran cuenta de que estaba desviando la conversación y que de verdad no quería contarles eso.
- Ay Amaia, pero si tu madre estará encantada, mira, te llevas a este muchacho a Pamplona- dijo señalando a Alfred- y ella sacará conclusiones solita,no hace falta que le cuentes lo del embarazo todavía, pero puedes ir haciéndole camino. Pero para esto me has hecho venir tan rápido?- dijo Aitana, sabía que no me había creído, se lo leía en la cara.
Mierda, sabía que iba a ser difícil que me creyera pero tenía que seguir intentandolo.
-Si, era eso- dije.
-Pues entonces te dejo con tu príncipe azul- dijo Aitana mientras se reía.
Nos despedimos de ella y volvimos al sofá, entonces Alfred habló por primera vez desde que entro en casa.
-¿Seguro que estás bien? - dijo llevando una de sus manos a mi mejilla.
-Sí... - le dije de manera poco creíble.
-No te creo nada Amaia, pero se que cuando estés preparada me lo contarás.- dijo mientras me acariciaba la mejilla con sus dedos-Bueno, ¿ que hay de comer?
Ostras la comida, con todo el lío que había pasado no había hecho nada de comer, que desastre era.
- Bua Alfred, se me ha olvidado por completo y no he hecho nada de comer, soy un desastre-dije bajando la cabeza avergonzada.
Alfred soltó una carcajada - No te preocupes, yo cocino. Tu quédate ahí que yo lo hago todo- dijo mientras se levantaba del sofá y se dirigía a la cocina.
- Alfred, que estoy embarazada no inválida - dije mientras soltaba una carcajada y me acercaba a él.
- Ya lo sé Amaia, pero déjame que te cuide un poco- dijo mientras posaba sus manos en mi cuello y me besaba la frente.
Notaba la preocupación que tenía por que estuviera bien y no me pasara nada, me parecía tan tierno...que no le pude llevar la contraria.
- Está bien - dije mientras me sentaba en el taburete- Por cierto, ¿ Cuàndo has aprendido a cocinar?
- Hay cosas que han cambiado Amaix ahora soy un hombre - dijo mientras soltaba una carcajada.
Amaix, me había vuelto a llamar Amaix, hacia muchísimo tiempo que no lo escuchaba de su boca y mi corazón dio un brinco.
Alfred cocinaba mientras yo observaba su espalda, realmente si había cambiado, su cuerpo estaba mucho mas esculpido que antes, pero sus rizos estaban intactos. No entendía como una persona podía cambiar tanto y tan poco a la vez, seguía siendo el mismo Alfred de siempre pero diferente.No se cuanto tiempo estuve mirándolo pero me sorprendió cuando se dio la vuelta con dos platos de pasta en la mano.-¿Que miras tan atenta? - me dijo.
-A ti, estás muy guapo- dije.
Esbozó una sonrisa dejando entrever sus palitas mientras llevaba los platos de pasta a la mesa.
La tarde pasó rápidamente, después de comernos el plato de pasta nos tiramos en el sofá,yo apoyé mi cabeza en su pecho y uno de los brazos de Alfred me rodeaba, cuando quisimos darnos cuenta casi era la hora de cenar.
-He quedado a cenar con mis padres Amaix, debería de irme ya - me dijo Alfred mientras se intentaba incorporar un poco.
Cuando pronunció esas palabras me acordé de la conversación con Aitana, tenía que contárselo a mi madre, pero también habia que hablar con los suyos. No para contarles lo de mi embarazo todavía pero si para preparar esa conversación. Entonces caí en que Alfred se había abierto en canal,él quería estar conmigo pero dijo que iba a ir despacio si yo lo necesitaba por lo que el siguiente paso tenia que darlo yo, tenía que demostrarle que yo también quería estar con él.
-Alfred- dije mientras me ponía enfrente suya- ¿Puedo ir contigo? Asi.. ya sabes... le contamos esto- dije dubitativa mientras nos señalaba a los dos.
-¿Quieres venir?Seguro que se alegran de verte- dijo sorprendido pero con una sonrisa en la boca, era consciente de que había dado un paso para confirmar nuestra relación.
-Si, pero no les digamos nada del embarazo, es demasiado pronto. Simplemente que nos vean y que saquen conclusiones ellos solos- dije sacando una sonrisa.
-Claro, como tu quieras - dijo besándome la frente.
-Dame 10 minutos que me arregle y vamos.
No tardé nada en cambiarme de ropa, me puse lo primero que vi aunque me tuve que esmerar un poco en el maquillaje porque seguía teniendo una cara horrible.
Cogimos su coche y pusimos rumbo al Prat. El viaje no era demasiado largo.
- Estoy nerviosa - dije mientras giraba la cara para mirarle.
-Por qué? Si mis padres te adoran, eres la hija que nunca tuvieron- dijo para darme ánimos yo le miré mientras le sonreía, sabia como hacer que me sintiera mejor
La conversación se quedó ahí, el resto del camino hablábamos de cosas poco triviales.
Llegamos al portal de su casa, subimos por el ascensor, mi corazón estaba muy acelerado, se me iba a salir del pecho, iba a volver a verlos después de dos años, no sabia como me sentía.
Nos paramos en la puerta de su casa esperando que su madre nos abriera la puerta.- Todo irá bien- dijo mientras me cogía la mano.
En ese momento la puerta de su casa se abrió.