Capítulo 13

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Un feliz imbécil


Bien, podría agradecerle a Oliver por tener la decencia de recordarle a mi equipo de trabajo mi cumpleaños pero por otro lado no le veo la necesidad de hacerlo, sin embargo el regalo que me ha dado sí merece que le dé las "gracias". Por educación.

― Oliver, esto no es normal en ti. ―le digo sin apartar la vista del juego de llaves que tengo en mi mano derecha con una ceja alzada no por incredulidad sino por indecisión.

― ¿Por qué crees que te regalaría un pastel en forma de carro?

― No lo sé, una cosa es que me regales el pastel en forma de carro y otra... que me regales el carro.

― Bueno, está nuevo. ―se encoje de hombros y poso mi vista en la de Andrés.

Estoy sentada con mi equipo de trabajo alrededor de la mesa donde se encuentra lo que queda de mi pastel.

― Es un regalo generoso. ―opina Alex y lo miro de reojo.

― ¿Tú crees?

― Sí, ¿Cuánto cuesta el jodido Zenvo? ―espeta con fastidio y yo alzo una ceja. Vale, no tiene permitido ofender al Zenvo.

― El precio te avergonzaría, puesto que no dispones de esa cantidad. ―alardea Oliver y yo respiro hondo.

― Claro, por lo menos el dinero que poseo me lo he ganado por mis propios méritos. ―suelta Alex y Andrés gruñe―. En cambio tú, ¿Ya has gastado la mitad de la herencia de tu tío Juan?

― Iván. ―corrige mi primo y yo decido agarrar otro pedazo de pastel―. Y sí, ya he gastado más de la mitad. ―al oír eso lo miro sorprendida y él no se inmuta mientras bebe de su bebida―. He estado haciendo negocios, y todo se me ha duplicado, ¿Qué puedo decir? Un Zenvo no le hace cosquillas a mi cuenta de banco. ―entorno los ojos y él capta mi mirada.

Es un idiota.

― Bueno, de todas formas... ―vuelvo a mirar las llaves―. Gracias por el Zenvo. ―odio darles las gracias a Oliver.

― Espero un buen regalo de cumpleaños, Grace. ―me guiña un ojo y yo ruedo los ojos―. Entonces, ¿El Zenvo es el nueve? ―pregunta con curiosidad y Andrés me mira con espectacion.

― ¿El nueve qué?

― No, es el ocho. ―hablo y Oliver se confunde.

― Pero, tú tenías...

― Sí, pero tuve que deshacerme de uno. ―me revuelvo incómoda en el asiento porque nadie aquí sabe de esos negocios que estoy haciendo en secreto.

Puesto que si mi madre se entera se muere de un infarto, su sueño es que yo sea ―ya soy― la Directora de la Constructora hasta que me muera. Pero, a pesar de que estoy en el puesto que estoy... nunca he dejado de tener mis propios sueños y metas. Y en mi caso es mejor mantenerlo en secreto hasta que sea capaz de hablarlo libremente.

― Ella está detrás del Bugatti. ―opina Jake y yo aprieto los dientes. ¿Por qué no puede guardar un secreto?

― Oh, el Bugatti. ―canturrea Oliver y las ganas de patear a Jake crecen. Joder, ahora Oliver irá en busca del Bugatti, lo comprará y me lo restregará en la cara.

― Pero, creo que ya lo tiene. ―Jake se apresura a corregir su error.

― Mmm, interesante. ―murmura Ollie y sólo en este punto me pongo a pensar que... más que una colección de carros, esto es una competencia. Una vanidosa competencia.

No huyasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora