Capítulo 31

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Tú mandas, amor.

Jamás me había bebido una cerveza con tanta tranquilidad. Es como si mi mente se hubiese quitado dos toneladas de preocupación y remordimiento de encima.

Es reconfortante.

Harry me trajo a un mirador, desde aquí se puede ver una parte de Los Ángeles, una parte impresionante, pues no puedo creer que sea tan hermoso desde aquí, y lo peor de todo, que jamás había venido aquí, y eso que me he tomado mi tiempo para pasear en moto por lugares hermosos de L.A.

― No sabía que Kate era tan enamoradiza.

― Pues, este último año se descontroló un poco. ―opino haciendo una mueca―. Pero, sí. Quizás sí estuvo descontrolada, pero ha sido feliz y eso es lo que importa.

― En realidad, no me importa que Kate haya tenido seis novios en estos dos años, lo que sí tengo curiosidad es... ―él le da un sorbo a su cerveza y suspira―. ¿Tú qué?

― ¿Qué de qué? ―ambos estamos sentados en una banca de acero.

― Sabes a lo que me refiero ―lo miro con cara de póquer y él me mira con interés.

― No he tenido novio legal si a eso te refieres. ―quiero reírme.

― ¿Amigo con derecho a roce? ―indaga y me revuelvo con incomodidad―. ¿Debo traducir tus gestos como un sí?

― No he tenido esa clase de amigos.―mi voz es firme, pero siento la necesidad de explicarle cosas que no me ha preguntado en sí. Mejor dejo que llegue a la pregunta adecuada.

― Algo me dice que no.

― No estoy mintiendo, Harry ―lo miro de soslayo y él sigue mirándome inquisitivamente―. De verdad, lo juro. No tengo razones para hacerlo.

― Está bien, pero hay algo más ―murmura y le da otro sorbo a la cerveza. Ya lleva seis. Yo apenas llevo tres. Él toma como si estuviese tratando de controlar algo con el alcohol.

― No lo sé, ¿qué hay de ti? ―es mi turno en beber de mi cerveza.

― Pues no tuve novias ―manotea―, Sonya fue la que se dio el título de decir que era mi novia, se autoproclamó de esa forma y yo no tuve ánimos de aclarar las cosas. Ya sabes, andaba... dolido y no me importaba aclararle nada a nadie.

― Mmm, entiendo ―mi tono desdeñoso me ánima a hablar más sobre este tema―. Yo también permití algunas cosas por estar dolida. ―murmuro como si nada y él voltea su cabeza demasiado rápido hacia mí.

― ¿Cómo cuáles? ―pregunta y hago una mueca mirando hacia la ciudad.

― Mi placer es algo que no se discute ―le doy un largo trago a mi cerveza y coloco la lata vacía junto a las otras tres que están en el suelo.

Oigo que suspira y me tenso un poco. Quizás se esté imaginando cosas, pero le dejaré que se las imagine y sufra un poco antes de aclarárselas. La cerveza suele despertar fantasmas.

― No tuviste novias, pero tampoco practicaste el celibato ―rompo el silencio con la pregunta que ha rondado mi cabeza desde siempre.

― ¿Cuál es la verdadera pregunta? ―él parece divertido y eso me despista un poco―. ¿Si estuve...?

― Hey, de verdad ―lo interrumpo con cierto desdén―, no es necesario que profundices...

― ¿Quieres saber si follé con alguien? ―sé que me está mirando con diversión y no lo miraré.

― No creeré que no hiciste nada de eso en dos años de todas formas ―necesito otra cerveza, pero no quiero ir por ella al auto. Miro de reojo que él mira hacia la ciudad y sonríe.

No huyasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora