Capítulo 16

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No me acoses

Cuando son las seis de la tarde mi paciencia se agota y salgo de la cama. Masajeo las sienes y camino hacia el armario. ¿Qué se cree él? No puede irse al diablo y luego volver y... restregarme su pene pretendiendo que voy a caer a sus pies.

Imbécil.

Mi teléfono suena y atiendo la llamada.

― Mamá...

― Grace, este es un comportamiento que no voy a permitir.

― Madre, he tenido un día difícil.

― ¿Dejarme recados con tu asistente? ¡Soy tu madre!

― Lo siento mamá, pero no me apetecía hablar con nadie. ―le digo tratando de no sonar fastidiada―. Además, mi asistente sólo hace su trabajo.

― ¡Pero, soy tu madre! ―chilla y ruedo los ojos.

― Mamá, soy una mujer ocupada.

― ¿Mujer ocupada? ¿Cómo se te ocurre convocar una reunión a todos los accionistas para cancelarla dos minutos antes?

― Como sabrás las mujeres tenemos necesidades. ―digo sutilmente―. Necesidades mensuales, ¿Sí sabes a lo que me refiero?

― Sí sé, también sé que esa a una excusa barata. Yo nunca cancelé una reunión por culpa de la menstruación.

― No, pero considerando que mis reglas son abundantes y dolorosas. ―alego―. Muy dolorosas, tenía cólicos y me dolían las caderas...

― Grace.

― Madre, usualmente trabajo así, pero no es igual estar en mi oficina en la cual puedo usar el baño cada diez minutos, que en una reunión de dos horas sin pararme del asiento. ―espeto haciendo un mohín y la oigo resoplar―. ¿Resoplaste?

― Bien, ¿Crees que mañana si podrás estar en la reunión? No quiero perder mi tiempo. ―ruedo los ojos y chasqueo la lengua.

― Sí, mamá. ―refunfuño―. Mañana se llevará a cabo.

― Piénsalo bien, Grace. ―me advierte―. Aún estás a tiempo de cancelarla, los accionistas no pueden saltar cuando tú digas...

― Madre, no hables de los accionistas como si hubiesen muchos. ―la corto y entro al gran clóset―. Además, ¿Por qué sólo te quejas de los accionistas? En la reunión estarán cerca de veinte personas.

― Y eso es lo que me perturba, ¿Por qué...?

― Madre, mañana lo sabrás.

― Grace.

― Mamá algunos cambios, anuncios y otras cosillas importantes. ―manoteo mirando hacia donde están los vestidos sueltos con estampados.

― Bueno... ―escucho una risa escandalosa y evito rodar los ojos.

― Salúdame a Harriet, dale un abrazo, y dile que no coma muchas gomitas. ―murmuro.

― Encantada.

― Entonces, hasta mañana querida madre.

― Por favor, no uses sarcasmo. ―me regaña para luego colgar.

Mi sonrisa se borra y sin pensarlo dos veces camino hacia la ropa oscura y escojo un jeans azul oscuro. Ir de compras al supermercado me hará bien; se suponía que debía ir de compras el sábado, pero el viaje no me dejó.

Cojo las llaves del auto y cinco minutos después conduzco hacia el supermercado más cercano. Marco el número de Kate y activo el manoslibres.

― ¡Al fin te dignas!

No huyasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora