Capítulo 20

8K 552 132
                                    


Te volviste loca

― Todo esto es tú culpa. No me has dejado partirle la cara.

― No necesito que lo aporrees todavía, él tiene un trabajo muy importante en sus manos ahora.

― Pero, yo no le partiré las manos, joder.

― Andrés, sólo quiero que me des un consejo, no que digas que quieres partirle la cara, por Dios, sé más sensato.

― Me estás diciendo que él quiere volver a coquetearte como si no te hubiese dejado sufriendo o como si no tuviese novia. ―él parece enojado―. Tú deberías ponerte a pensar en esa depresión que yo también padecí contigo porque me importa un rábano si ya todo está superado. ―no me mira, sólo se enfoca en terminar su almuerzo.

― Bueno, te estoy diciendo que haré algo. ―me excuso.

― No. ―ataca señalándome con el tenedor―. Tú volverás a caer en su jueguito y eso es lo que me enoja.

― Andrés.

― Yo sé lo que pasó algo más, yo sé que hubo algo fuerte que colaboró con la depresión, lo sé, siempre lo he sabido y tú sabes eso. Todo este tiempo he estado esperando que me lo digas y no lo has hecho. ―él no parece dolido.

― Sé que lo sabes, y con eso me basta. ―evito ponerme nerviosa, pero me duele hablar del tema y eso no se puede ocultar―. Kate me lo dijo.

― ¿Qué te dijo?

― Un día hurgaste en mis cosas buscándome un medicamento y viste los exámenes médicos. ―susurro―. Dos semanas después de lo sucedido para ser exactos.

Los nervios me entran y miro mi ensalada a medio terminar. Opto por seguir comiendo.

― Sé lo mucho que eso te hizo sufrir. ―dice con voz suave y no lo miro―. Nunca hablé del tema a viva voz porque esperaba que algún día me contaras o que... el tema saliera a relucir.

― Lo siento.

― No te disculpes, ¿Por qué lo harías? ―alzo la mirada poco a poco para mirarlo―. No fue tu culpa, sabes que el primer trimestre de embarazo es el más riesgoso, el... el embrión puede desprenderse fácilmente.

― Lo sé. ―musito―. Por eso debes cuidarte y yo no lo hice.

― No lo hiciste porque no sabías que estabas embarazada. ―me regaña y cuando se da cuenta de su tono carraspea―. Tú no tienes la culpa de nada, fue un aborto espontáneo, no tuviste nada de culpa.

― Eso también lo sé. ―suspiro―. Como sea, eso es pasado, ya sabes que sé que lo sabes. ―lo miro con una ceja alzada y él reprime una sonrisa―. Escucha, yo le dije a Harry que había superado todo. ―mascullo.

― ¿Y es verdad?

― Es una verdad a medias. ―confieso en baja voz―. Yo no puedo comportarme como una rencorosa, él simplemente me dejó claro que se arrepiente de haberme dejado así no más, él sabe que cometió un error, él sabe que todo fue un malentendido. ―respiro―. Y me pidió perdón, yo lo perdoné, y... él dijo que ahora somos colegas.

― Eso me vale mierda.

― ¿Entonces qué quieres que haga, Andrés? ―me doy por vencida y él suspira con cansancio.

― No quiero que él te vuelva a hacer daño, no quiero que vuelvas a caer en depresión, es horrible verte así y es más que obvio que nunca le dirás a Harry que estuviste embarazada de él.

― Jamás. ―nos miramos fijamente y en sus ojos color miel puedo ver la sinceridad y la preocupación.

― Harry quiere volver al jueguito de robarte besitos y yo no quiero que tú le dejes hacer eso.

No huyasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora