Niñera sin experiencia
Como era de esperarse, decidí quedarme con toda mi frustración por dentro. No le dije nada a Sam y ni siquiera tengo pensado en hablar con Kate o con Andrés. No soy tan estúpida. O quizás sí soy una estúpida.
― Eso no se come.
― No lo come.
― Se dice: no lo estoy comiendo. ―digo lentamente sin apartar mi mirada del televisor. Harriet está a mi lado jugando con sus legos. No sé por qué no juega en el piso, allí tendría más espacio, pero no, ella prefiere ver como se caen y llorar para que se los recoja.
― No hago eso. ―susurra.
― Acabo de ver el lego en tu boca. ―sigo diciendo y escucho que susurra algo inentendible―. ¿Por qué no has hecho un berrinche, eh? ¿Sabes que dormirás conmigo?
― Mami está lejos.
― Mi madre está a una hora de este lugar, esta vez sí va a dormirte cuando te cante una canción. ―no sé por qué le digo estas cosas a una niña de dos años.
― No quiero. ―habla y la miro. Ella está despeinada y no tiene camisa. Todo un desastre―. Mami dijo: martes contigo.
― Primer martes conmigo, ¿desde cuándo?
― Desde hoy ―alza la voz y yo la miro sorprendida, cada día habla mejor―. Martes con... tigo.
― Ajá martes conmigo.
― Con Gace. ―murmura y sonrío negando con la cabeza.
― Grace.
― No.
Mi madre la trajo hace dos horas objetando que Harriet debe pasar más tiempo conmigo. Eso es nuevo porque mi madre ama estar todo el tiempo con Harriet y no dejaba que yo me quedase con ella argumentando cientos de cosas, a veces pensé que eran celos, o quizá pensó que yo podía encariñarme con Harriet. Celos al fin.
Basta.
― Dios, así no va la canción. ―farfullo y ella alza más la voz mientras canta una canción infantil―. Bien, véngate.
― Gace, es malo.
― ¿Malo?
― Um... ―ella no encuentra la palabra y me mira entornando los ojos―. ¿Imposible? Es eso.
― Decir mi nombre no es imposible. ―para una niña de dos años sí―. Bien. ―la miro―. Intentemos con... ¿Hermana?
― No.
― ¿Por qué?
― No. ―repite y regresa su mirada a los legos. Frunzo el ceño y hago una mueca.
― ¿Por qué no? Le dices mamá a mi madre.
Karla se refería a mí como la tía de su bebé. Eso... puede ser.
― ¿Tía? ―Harriet me mira y hace una mueca con sus finos labios de "no me convence".
― No gusta.
― Tu mamá era como mi hermana. ―le explico y ella sólo me mira―. Ahora no lo entiendes, pero tampoco pienso explicártelo, son cosas de adultos que te explicaré más adelante. ―se cruza de brazos y entorna los ojos.
― ¿Mi mamá?
― Sí, tu... ―trago―. Tu mamá. La que...
― Kala. ―me corta y yo alzo las cejas pero rápidamente vuelvo a la serenidad.