¿Acaso estás drogada?
Heme aquí. En una camilla, como si hubiese estado diez meses en la UCI.
― Gracias por mentir. ―hablo mirando al techo raso.
― Bueno, fue creíble... considerando que todo pasó rápido. ―me cuenta mi asistente, el cual está sentado al lado de la camilla―. Fue casual que nada más Gianna haya visto a Harry y a mí entrar en el elevador con la Directora de la Constructora desmayada.
― ¿Te aseguraste de que sólo dijera que tuve un contratiempo?
― Una vez que llegué aquí con Harry la llamé, al parecer... tu madre estaba disgustada.
― Lo sé.
― ¿Qué les dijo Gianna?
― No les mencionó al señor Coleman, ni siquiera le enseñó el protocolo de la reunión. ―asiento―. El señor Beckett tampoco hizo alusión al señor Coleman, así que...
― La reunión tendrá parte mañana a la misma hora. ―me incorporo y miro con desdén la intravenosa en mi muñeca.
― Pero...
― Yo estoy bien, sólo fue un desmayo. ―al no recibir algún comentario de su parte alzo la mirada y me encuentro con su cara de póquer.
― Fue un ataque de ansiedad. ―dice con seguridad y yo entorno los ojos―. No le diré a nadie, tengo un contrato de confidencialidad.
― ¿No le dirás a nadie sólo por el contrato?
― No le diré a nadie porque no quiero.
Bueno. Quizás deba subirle el sueldo.
― Escucha, Wilmer. ―aspiro con cansancio―. Todo ser humano tiene problemas, problemas de diferente índole, y yo no soy la excepción. ―le miro y él asiente―. Vale, este no es el primer ataque de ansiedad, pero... ―frunzo el ceño―. Tenía mucho tiempo sin desmayarme por culpa de uno, así que... ―exhalo―. Bienvenido a mi mundo.
― ¿Estás diciéndome que tendrás otros? ―pregunta con dudas y yo hago una mueca con mis labios.
― No lo sé.
― Deberías decir que harás lo posible para no tener otro.
― Eso no lo puedo asegurar, sólo pasa cuando me veo en una situación desesperante. ―mascullo mirándome las manos.
― ¿El señor Coleman influye? ―su pregunta me confronta desde el interior.
¿Harry influye? ¿Hasta qué punto?
― No sé por qué lo pregunto pero la respuesta es obvia.
― No es su culpa que yo tenga ataques. ―me apresuro a decir―. Es sólo que él... dijo algunas cosas que quizás contribuyeron a... el ataque. Esas palabras despertaron algunas heridas que yo pensé que habían sanado, todo se mezcló en mi mente y explotó. ―toco mis nudillos sin saber por qué le estoy contando esto a mi asistente. Pero, Wilmer tiene un contrato de confidencialidad, ¿No?
― ¿Crees que si él las repita ya no tengan el mismo efecto? ―indaga y yo miro ceñuda.
― ¿Eres psiquiatra ahora? ―él ríe y yo sonrío negando con la cabeza―. Pues, estoy segura que no tendrán el mismo efecto.
― Para empezar, de ser así, no fue buena idea contratarlo.
― Escucha, sé que no, pero... ―exaspero―. Tengo que superar esto y no lo haré evitándolo. ―manoteo y él asiente.