Megan.
El primer día en el colegio resultó ser exhausto. Los profesores colocaron preguntas absurdas y largas, las personas me rodearon con facilidad al estar con Michelle y Tracy y el imbécil de Oliver resultó ser muy molesto en todo el recreo.
Justamente estaba reunida con las chicas en mi casa, queríamos ver algunas películas de suspenso y conocernos un poco más. Era muy agradable tenerlas y más, porque ambas son polos opuestos; Michelle toda gótica, inteligente e intimidante y Tracy toda fresa, ingenua y dulce.
- ¿En serio? - preguntó incrédula Tracy. Dejó de limarse las uñas para señalarme con su lima rosa brillante - ¿Le arrojaste tu jugo al nerd? Que cruel.
- Tracy, te han dicho que no se lo arrojó - corrigió Michelle, apartando sus auriculares del oído. - Sino que se lo tiró. Escucha bien, soñadora.
Rodé los ojos, bufé y golpeé mi frente con la palma de mi mano. Esto era un castigo.
- Fue accidental, ¿si? - repetí nuevamente - Nunca le haría eso a un chico y menos si es lindo.
Aveces mis amigas pueden ser un dolor de cabeza. Llevó una semana conociendolas y son muy molestas cuando omiten algunas de mis palabras y mayormente Michelle para que todo suene a maldad.
- ¿Acepto tus disculpas? - preguntó Michelle, prestandome más atención - ¿O al menos le pediste disculpas? - le di una mirada de regaño y se encogió de hombros.
- Le pedí disculpas y las aceptó sin quejas o con voz molesta - recordé la escena - Y, es muy tímido y tierno.
- Sí, los nerds son así. Todo tímidos y diferentes. - habló Tracy mientras se pinta de color morado sus uñas.
- No entiendo porque lo tratan como a un nerd o alguien diferente. No merece ese trato. - opiné disgustada.
- Él es muy diferente a nosotros - comentó Michelle - A él le gusta lo aburrido y a nosotros lo divertido. Prefiere los libros y nosotros las fiestas.
El sonido del timbre retumbó en la habitación. Fruncí el ceño confundida.
- Piedra, papel o tijera - dijimos las tres con nuestras manos en puño en el centro de nuestro círculo. Michelle y Tracy sacan papel y yo piedra. Carajo.
- Por fin gané - expresó Tracy con emoción moviendo las manos. Es extraño que ella acierte.
- Vete a abrirle la puerta a Oliver - me ordena Michelle al ver que no quiero bajar. La almohada estaba muy cómoda.
- ¡Oliver! - chilla Tracy desesperada - ¿Por qué no me dijiste que vendría? Eres tan mala conmigo. Si me lo hubieras dicho yo habría... - dejé de escuchar sus quejas al ir por el pasillo. El suelo estaba frío y una molestia de inquietud se presentó en mi cuerpo.
Observé con confusión unas rosas blancas que estaban tiradas en el suelo frente a la puerta, miré el alrededor buscando alguna persona, pero todo ocurría con normalidad. Nadie me notaba.
" Espero que te gusten, como me gustas tú, hermosa.
EN"Decía la nota con letras cursivas y finas. Volví a mirar a todos lados al sentir un peso de mirada sobre mí y nada. Nadie me miraba a mí. Temblé asustada.
Subí las escaleras con las rosas y nota empuñadas en mi mano. Las chicas se quedaron dudosas por ambas cosas.
- ¿Y esas rosas? - preguntó Michelle - ¿Oliver las dejó?
- Los ramos los encontré en frente de la puerta y no hay señales de Oliver. Alguien mas las dejo - pensé un poco la situación - O las colocó el mismo y se escondió. Es un patán.
- No entiendo - pronunció Tracy - ¿Son las rosas de nuestra boda? ¿Les gustan blancas? Que desagradable gusto. Las rojas son mejores.
- ¿Quién ha dicho que son para ti? - le tiró en cara Michelle con veneno y burla - No seas tan soñadora y al patán no le gusta el blanco y menos regala rosas.
- Chicas, esto es serio. No es algo que él suele hacer, creo. - hablé, queriendo parar la pelea - lo más importante es, ¿quién las ha colocado?
- Tal vez las puso un bromista - se encogió de hombros la gótica.
- O mi amado Oliver para mí - comentó la fresa, toda soñadora como siempre. Típico de Tracy.
Michelle y yo rodamos los ojos y la miramos con cansancio.
- ¿No tienen alguna nota o algo así? - cuestionó la pelinegra. Asentí inmediatamente.
- Sí - se la entregué y ella lo leyó repetidas veces - Solamente contiene de firma esas iniciales de: EN.
- Esto huele a misterio y es emocionante.
- Sí Oliver, acepto ser tu esposa - dijo una Tracy ilusionada con sus palmas juntas, la vista en el techo y una gigante sonrisa de alegría. Comencé a reírme por sus ocurrencias y Michelle me acompañó.
- ¿De que se ríen? - interrogó confundida la rubia. Otra vez el sonido del timbre hizo presencia y esta vez con sonido doble.
Bajé con rapidez las escaleras y abrí la puerta de golpe. Mis esperanzas de que fue la persona de las rosas cayeron al ver una sonrisa coqueta en la cara de Oliver.
- Buenas tardes, linda - saludó Oliver. Intentó darme un beso y me aparté.
- Hola, Oliver patán - sonreí con burla. Deseé que su sonrisa cayera pero, se amplió.
- ¿Cómo estás, novia perfecta?
- ¿No es obvio? - me señalé con los dedos - Estoy parada - su risa sarcástica sonó ruidosa. Lo deteste más - Si quieres ven - di solamente tres pasos lejos de él hasta cuando me detuvo del brazo.
- Espera - acarició mi brazo y me solté con brusquedad. Sus ojos eran suplicantes. - Necesito hablar contigo, por favor.
- Las chicas esperan y pienso que es mejor que las estupideces que dirás.
- Lo sé. Sólo sera un momento y nada de estupideces, hermosa - esa última palabra me recordó la nota y accedí.
- Está bien - caminé hacía la cocina y el me siguió - ¿Quieres algo? - abrí la nevera pensando que comería.
- Mmm, ¿estás en la nevera? - su intento de coquetería era inútil. Le di una mirada aburrida por su actitud.
- No, ni quiero estar - contesté sin ánimos. Tomé unos nachos, me senté sobre el mesón y el imbécil hizo lo mismo para quedar cerca de mí.
- Antes de que digas una idiotez, te haré una pregunta y quiero sinceridad en tu respuesta. Si es que aun tienes ese valor - analicé su rostro serio - ¿Pusiste unas rosas blancas afuera, tocaste el timbre y te escondiste?
- No - negó luego de unos segundos - Yo no haría eso. Soy directo - le creí. Se me quedo viendo un largo rato y mordió su labio - ¿Te gustaría salir conmigo? En una cita, Megan.
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La Obsesión Del Nerd
Random- Yo...- duré segundos pronunciando la 'o'. Suspiré. - Siento cosas por ti, Meg. Y no son pocas - giró su cabeza para no verme, suspiré y bajé mi mirada. - Aarón, no puedes, no debes sentir cosas por mí... - Ya es tarde, Meg. Ya lo hago y desde que...