Aaron.
La persona indicada llegó para cambiar mi vida, yo le permití ese cambio. Nunca tuve ni fui la persona equivocada en la vida de nadie, solamente era el dañino que necesitaba un cambio en sus partes más dolorosas y ser guiado por el camino limpio; sin runas, sin miedo sin...vacío.
Antes, era un completo inexperto e inútil para la sociedad, incluso para ella. Luego, me volví la versión más tóxica, maldita y peor tratando de llamar la atención de ella de forma forzada y abusiva. Ahora, era ese individuo que intentaba diariamente ser el mejor y buen hombre con valores y moral en todo, me esforzaba por lograrlo. Me esforzaba por esa chica.
La chica que había limpiado cada impureza de mi alma oscura, la que quitó cada espina que me lastimaba y curó las cicatrices que estas dejaban, la que tomo mi mano antes de que saltará al abismo de agonía. Ella lo era todo.
¿Qué si me lastimó? Claro, rompió cada parte de mi pequeño corazón con sus acciones, palabras, pensamientos...Y Megan, ella misma, unió cada parte destrozada, se esmeró en que quedará completo, colocó piezas hasta de su propio corazón para que no sufriera; para que no sufrieramos.
¿Qué si la herí? Rompí cada fragmento de su inocente alma, la corrompí y quebré sin darme cuenta, solamente por quererla obsesivamente.
Yo mismo odié ese pedazo de mí. Y, para que no hubieran más destrozos, decidí cambiar. Dejé que cambiaran mi mitad errónea por lo que soy hoy en día. Yo lo permití, y no tengo arrepentimientos; los resultados me han abierto muchas puertas que, en algún tiempo en el pasado, yo deseé.
No podía apartar la mirada de Megan. Sus preciosos ojos estaban entrecerrados, llenos de lujuria y deseo con las pupilas dilatadas, siendo ellos completamente placenteros. Sus rosados labios se encontraban susurrando pequeños jadeos y medio gritando fuertes gemidos. Su cuerpo...vaya, era fascinante tenerla en esta posición, me ponía jodidamente caliente y me impulsaba a complacernos; la lujuria envolvía toda la habitación, nuestros cuerpos en unión era el perfecto placer y, era más intenso al tener tanto tiempo sin este tipo intimidad.
Verla de esa manera me ponía tan caliente y superior a ella. Salía ese pequeño fragmento de ser un salvaje con Megan y más porque sabía que le gustaba.
- ¿Te gusta sentir mi polla en tu estrechada vagina? - le murmure jadeante para que se sintiera intimidada. Le di una rápida y profunda estocada, sintiendo como se estremeció - ¿Qué se siente ser follada por tu esposo, Meg? - besé repetidas veces su cuello, mordisquié su clavícula y tomé su pierna, colocándola sobre mi hombro; profundizando mi miembro en su entrada.
- ¡Me gusta todo de ti! -gritó y un sonoro gemido escapó de sus labios. El sudor fue contagiado en nuestros cuerpos junto con el deseo. El ambiente tan cargado de placer que solamente pensábamos en satisfacerlo.
Bajé su pierna y rápidamente me acerqué para besar sus labios entreabiertos, sintiendo la humedad y siguiendo con las embestidas que calentaban su cuerpo. Me aferré a su cintura al sentirla temblar, dejé húmedos besos por su cuello mientras jadeaba y me apretaba para saciar su apetito sexual. Moví con rapidez mis caderas, penetrándola totalmente desesperado, cegado por la lujuria que compartíamos.
- Oh...joder...- murmurré extasiado -Lo ardiente de tu vagina me volverá loco, Meg...- pronuncié, mordí su oreja y sentí a Megan temblar al igual que yo, siendo nuestros orgasmos aproximados.
- Aaron...voy...-la callé besandola para sentir sus gemidos cuando se venga en mi boca. La cama empezó a sonar de manera estruendosa al mover mis caderas, una electricidad recorrió mi cuerpo. Megan elevó su espalda en una curva, empuñó las sábanas, sus ojos dilatados se voltearon junto con su cara y la mía por seguir pegado a su exquisita boca y sentí como gimió mi nombre al llegar al clímax. Lo tibio de su entrada se calentó junto con un líquido que se desplazó.
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La Obsesión Del Nerd
De Todo- Yo...- duré segundos pronunciando la 'o'. Suspiré. - Siento cosas por ti, Meg. Y no son pocas - giró su cabeza para no verme, suspiré y bajé mi mirada. - Aarón, no puedes, no debes sentir cosas por mí... - Ya es tarde, Meg. Ya lo hago y desde que...