Megan.
Y aunque a Aaron le doliera lo que dije, era lo correcto. Lo correcto para mí y para él, para ambos. Estaba segura de ello. O eso es lo que creo.
Deambulaba por los pasillos sin rumbo alguno, no quería llegar a uno, no tenía ánimos de ir a uno. No había nadie más por este lugar. Mi cuerpo esta en la tierra pero mi mente seguía en ese cuarto de cubetas, junto a Aaron, besando a Aaron, sintiendo sus toques.
Juraría que me sentía vacía y no sabía el porque.
Le admití a Aaron que me gustan sus besos y toques. No mentía, me encanta la forma en la que nuestros labios se saborean, como ligamos saliva de ambos, el perfecto compás de nuestros movimientos; me encanta sentir sus labios. Y ni hablar de sus roces, esos que me hacían estremecer de tan sólo sentirlos, que provocaron gemidos en mí, que me hicieron sentir sensaciones diferentes. Era simplemente encantador.
Ganas de volver a sentirlo inundaron mi cuerpo, me sentí acelerada, con necesidad de los toque de Aaron, de seguir probando sus deliciosos labios. Unas ganas tan llenas de ansiedad.
Confiada de lo que haría; me giré a la dirección contraria que iba, aprete6los puños para tomar valentía y antes de dar un pasa algo me detuvo.
- ¿Dónde estabas? - esa simple pregunta hizo que mi ansiedad desapareciera y, volviera al estado en el que me encontraba antes; vacía. No tuve que adivinar a quien le pertenece esa voz - Responde - exigió con molestia.
En frente tenía a un Oliver perdido su paciencia, esperando una respuesta a su pregunta. Una maldita respuesta que no tenía.
¿Decir la verdad? Nunca, se pondría como Zalgo si le digo que estaba besuquiandome con Aaron, dejando que él me toque, soltando gemidos.
Mentirle sería la solución, sería nuestra salvación y nadie saldría herido, no por ahora.
- Estaba con Tracy - respondí malhumorada. No tenía deseo de seguir aquí con él.
Éste se carcajeó con amargura. No creyó lo qué dije.
- Esta bien, te creó.
Me sorprendió , pero no la hice evidente. Sus brazos rodearon mi espalda, apretó y, besó mi frente.
- Tú, yo y ese chupón hablaremos en tu casa - susurró cerca de mi oído y me dejó boquiabierta en los solitarios pasillos, impresionada por lo que dijo.
Corrí hacía un baño, miré mi cuello en el espejo. Un montón de diminutas marcas rojas rodeaban la piel de mi cuello, sin embargo, al costado del lado derecho había una marca grande, donde presentaba algunos dientes de Aaron. Pronto estará morada y, eso me causaría problemas con Oliver.
Sonreí. Aaron me marcó.
Lo vi pasar por ahí, grité su nombre una vez y, eso bastó para que se detuviera, curvo sus labios mostrando una sonrisa con alegría. Pero poca.
-¿Qué pasa, muñeca? - preguntó con diversión.
- Te quiero en mi casa a las nueve - al terminar de hablar, sonó la alarma, indicando el cambio de clases, caminé rumbo a mi casillero. No me perdería una materia más, era suficiente por hoy.
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Andaba junto a Aaron por las calles de La Habana, decidí salir de casa para no tener que discutir con Oliver, no tenía ánimos de hablar con él y no conocía el porque. Estaba amargada, de eso no dudaba.
Aaron se acomodó en el cesped junto a una palma, imite su acción. Las luces que provenían del Gran Teatro nos iluminaba el rostro, nuestros ojos ocupaban un brillo a causa de las luces. Era hermoso.
Pocos autos transitaban por la calle, dejando el ruido atrás. El viento volaba mi cabello para detrás, respiré ese viento fresco.
- ¿Para que me quieres? - preguntó Aaron, rompiendo el silencio y la paz que se apoderó de mí. Cuando él llegó a mi casa no lo deje hablar, sólo le dije un: " Salgamos a un lado iluminado". Y aquí estamos.
- Sólo anhelaba relajarme un poco - dije cerrando los ojos. Era cómodo.
- ¿Quieres más mimos de papi? - se burló. Escuché su carcajada. Seguiría su juego, pero a mi manera.
- Ya tengo un papi que da mimos y, mejores - sonreí con maldad. Iba a molestarlo un poco sólo por diversión.
Su sonrisa se esfumó, sus ojos azules cambiaron a unos azules profundos y más oscuros, cómo el mar de noches. Vi su mandíbula apretada, sus manos hechas puños. Su mano apretó mi mentón, hice una mueca de dolor.
- Escúchame bien, pequeña - clavó sus ojos en mi cara - No puedes dejar que nadie te toque, solamente yo puedo hacerlo. Me perteneces desde que naciste, y más cuando aventaste ese jugo sobre mí. Mataré a cualquier persona que trate de separarnos. - suavizó el apretón - Eres mía, Megan - chocó con agresividad nuestros labios, los movió con desesperación.
¿Quién era él?
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Hola... :(
¿Se enteraron de la muerte de Cameron Boyce? :( que sad.
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La Obsesión Del Nerd
De Todo- Yo...- duré segundos pronunciando la 'o'. Suspiré. - Siento cosas por ti, Meg. Y no son pocas - giró su cabeza para no verme, suspiré y bajé mi mirada. - Aarón, no puedes, no debes sentir cosas por mí... - Ya es tarde, Meg. Ya lo hago y desde que...