Aaron.
Estaba tan feliz. Había lamido su mejilla, podría decir qué fue unas de las fantasías mejores qué quería probar con ella.
Disfrute ese momento, estaba satisfecho de haber gozado algo pequeño que deseaba, anhelaba.
Pero...
Toda la felicidad, satisfacción qué sentía, se decayó.
Cayó, al igual qué unas cuantas lágrimas miserables qué salían de mis ojos.
Llorar; es la acción más común qué e hecho. Mi vida depende de eso, de todo lo qué acompañe a la palabra Sufrir.
Dije qué sería fuerte, qué ya nada me importaría, nada me lastimaria; pero, fallé, ella me importa y no puedo cambiarlo, todo lo qué hace, la rodea...absolutamente todo de ella.
¿Por qué lloró?
Los ví.
Ví cómo Oliver la besaba, tocaba, manoseaba...hasta cuando metió su mano en sus leggins e hizo qué llegará a un orgasmo. Fue...una pesadilla, una qué estuve esperando, sabía que esto pasaría. Pero aún así, seguí enamorandome más de ella.
Asumo qué me duele, me duele verlos juntos y felices, ver cómo son novios. Desearía qué ella me viera de esa forma, qué no sólo fueramos ''amigos", que nos besemos, toquemos...
Por más que me niegue, por más que traté de olvidarla, seguiré amandola, sin importar lo que pase. Por lo menos puedo decir que lo intenté, que intenté alejarme de ella, la ignoré, traté de sacarla de todos mis pensamientos, intenté muchas cosas qué al final nada sirvió, sólo logré amarla más de la cuenta.
Bajé del árbol, ya no me apetecía seguir observandolos, tan acaramelados. Caminé por las frías y solitarias calles de Cuba, tan solitarias cómo yo.
¿Coraje? Tenía ganas de quitarle la cabeza a Thomas cuando salió, de aventarme sobre él, golpearlo, patearlo; sólo qué...me detuve. Conté hasta doscientos para calmar mi ira, para contenerme y funcionó. Recuerdo cuando mi madre me lo enseñó...
Daba pasos lentos y duros contra el suelo, sentía mi cara arder del enojo, mis dientes apretados, mis ojos entrecerrados, puños en mis manos. Ví a mi madre y corrí tras ella, no me sentía con buen humor.
- ¡Mami, mami! - la abracé fuerte y lloré.
- ¿Que pasa, mi amor? - su voz me hablaba con tanta dulzura, amor, cariño - ¿Por qué tienes la cara roja?
- Unos...- sollozaba, no me gustó para nada lo qué me dijieron.
- Tranquilo, bebé - acarició mi cabello con su delicada mano - Ya no llores, mami no quiere verte llorar sino se pondrá triste ¿eso quieres?
- ¡No, no! - la abracé más fuerte, no quería eso. Dejé de llorar, me sentía un poco tranquilo pero mi enojo seguía inmune - Unos niños me empujaron, me dijeron que nadie me quería, que siempre estaría solo y sufriría, que...- una lágrima se resbaló, solloze otra vez - que...te...irías...y no...volverías. Me enoje mucho con ellos - dije mientras lloraba.
- No creas lo qué te dicen, Aaron. Sólo quieren qué te pongas triste y te enojes - me susurró al oído y se separó, miré sus ojos, un azul intenso, me sonrió. - Escucha mi pequeño, yo nunca te dejaré solo, siempre estaré contigo pase lo qué pase - acarició mi mejilla con ternura y la besó.
- Esos chimpancés - así les decía a los niños que no me agradaban - me hicieron enojar, mami. Quiero ir a tirarles mis canicas.
- Amor, no les hagas daño, eso no se hace - bajé mi cabeza, mami tomó mi mentón y la subió - Recuerda, cuando estes enojado, sólo, cuenta números hasta que te sientas calmado - asentí. Le haría caso.
- ¿Nos vamos? - pregunté. Mami asintió con una sonrisa, tomó mi mano y caminamos hasta llegar a casa...
Mi cara está toda empapada por las lágrimas y la lluvia, estoy tumbado en la entrada de mi casa, recostado en la puerta, con una botella de whisky en mano, no sé de dónde la saqué. Mi vista está en el vacío, pérdida, no me impota si me mojó y me enfermo, sólo quiero estar solo, sentir el agua que cae, desahogarme.
Recordar a mi madre no me hace bien, pero lo hago porque eso lo único que me queda de ella; recuerdos. Mi mamá intentó lograr su promesa, de nunca dejarme solo, de siempre estar conmigo, pero la vida le había hecho una mala jugada.
Ambulancias rodeaban la casa, personas que no conocía entraron a casa, mi mamá ya no estaba, la busque pero no la encontré. Estaba en un rincón de la sala, viendo a esas personas hablar, vestidos de blanco y en traje. Papá había salido, dijo qué compraría cigarros pero no ha vuelto desde está mañana.
Tenía miedo, terror, no sabía que pasaba y lo único qué quería en ese momento es a mi mamá, tenerla cerca de mí; abrazandome, acariciando mi cabello...pero ella no estaba y eso me aterraba.
Aferraba mis brazos a mis piernas, lo aferre más cuando un señor con traje se acercó a mí, este sonreía, mostrando sus blancos dientes, era rubio con ojos marrones, su rostro era alegré. Se arrodilló frente de mí, sin dejar de verme, me quitó a mi osito Bubú de una manera gentil, me cargo hasta dejarme sobre la mesa.
- Hola, debes ser el pequeño de Amalia, ¿cierto? - asentí con timidez - Yo soy Eduard, un amigo de ella.
- ¿Dónde está? - pregunte por mi mamá.
Eduard dejó desvanecer su sonrisa, miró hacía la ventana, las ambulancias ya no sonaban, se habían ido. Volvió a mirarme y suspiró.
- Amalia...está con Dios, él la tiene en un buen lugar...
- ¿Por qué está con él? - no entendía lo qué me decía. ¿Estaba bien?¿Iba a volver?
- Él se la llevó - empece a soltar lágrimas, ¿por qué se la llevó? - No llores, ella te cuidará desde el cielo, estará contigo siempre. Te lo aseguró.
- ¿No va a volver? - solloze. Mi mami me dijo que no me dejaría pero se fue y no sé cómo ni porque, tampoco si va a volver. Lloré más cuando el agachó la cabeza, era un no. Estaba dolido, muy dolido. Ya no estaría conmigo, abrazandome, mimandome...ahora estaría con Dios, sin mí.
Mi abuela Alicia había llegado hace una hora, me estuvo consolando y llorando conmigo. Los dos estabamos destrozados.
- ¿Cómo...pasó? - le preguntó ella a Eduard mientras sollozaba.
- Se cayó de las escaleras - responde Eduard, mirándome. Levanté mi cabeza, fui dónde las escaleras, busqué y busqué hasta encontrar varias de mis canicas. Mami siempre me decía que no las dejará tiradas, qué podría alguien resbalar y caer. La que cayó fue ella. Ella cayó por mi culpa.
Yo la maté.
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Es triste ¿no?
Pobre Aarón. 😭
😜.
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La Obsesión Del Nerd
Aléatoire- Yo...- duré segundos pronunciando la 'o'. Suspiré. - Siento cosas por ti, Meg. Y no son pocas - giró su cabeza para no verme, suspiré y bajé mi mirada. - Aarón, no puedes, no debes sentir cosas por mí... - Ya es tarde, Meg. Ya lo hago y desde que...