20. Meses.Sam no podía madurar desde que le tocó vivir cada cosa mala en su vida, jamás supo con esquivar los miedos y los fracasos.
Matt se alejó de ella para no tener que confundir nada. Sólo la observaba de lejos mientras seguía con su trabajo por semanas se miraban diciéndose cosas laborales para no meterse en nada íntimo. Supo como ubicarse nuevamente en el lugar de jefe a empleada.Le entrega unos papeles — Necesito 19 copias de esto — le dice y vuelve a su oficina.
No pudo responder porque él se había marchado rápido. Todo el tiempo se había transformado en algo incómodo para los dos que nunca supo ella como manejarlo. Hace lo que le pide y a los pocos minutos ya tenía todo completo. Golpea despacio la puerta, escucha como alguien la autoriza para que ingrese.
— Ya lo termine, señor — le dice dejándole las hojas encima de su escritorio.
Los agarra y después la mira — Buen trabajo — le responde mirando cada hoja. De reojos puede seguir viéndola parada esperando algo — Puedes irte — le dice señalándole la salida.
Asiste con la cabeza y se marcha.
Por meses fue así la relación entre ellos. Matt había dejado de ir al sitio nocturno donde trabajaba, Sebastián seguía rondando alrededor de ella sin dejarle espacio para sus cosas.
Respira hondo y bebé un poco de cerveza antes de volver al escenario esa misma noche. La música sonaba fuerte para evitar escuchar todo el lío de ese lugar, no estaba nerviosa hasta que lo vió nuevamente ahí sentado esperándola.
Se acaricia los brazos — Relajada, vamos — se dice a ella misma mientras busca aire por donde sea para escaparse de los nervios.
Después de tanto tiempo sin ir, lo tenía ahí frente a sus ojos sin saber cómo empezar de nuevo. Se voltea y ve a un sujeto atrás del escenario con un vaso de cerveza, eso parecía ser, y lo bebe sin respirar. Cierra sus ojos por lo fuerte que sintió el trago ese de aquel extraño. Mueve su cabeza y acomoda el antifaz para salir al ritmo de la música que estaba sonando.
Sus ojos no dejaban de mirarlo, él parecía seguir viendo su celular sin prestarle atención. No la enfado pero si le molestó un poco el simple hecho que este pegado a una pantalla táctil sin verla, haciendo lo que le salía mejor. Camina por las mesas, los gritos y silbidos no faltaban nunca en las noches de sus presentaciones. Pero no le importaban los comentarios, los deseos de los demás. Sí le importaba él, su mirada y sus comentarios de ese hombre que estaba sentado enviando mensajes con su celular.
Le recorre el hombro con su mano, continúa su camino hasta el cuello de él y agacha su mirada — Debe ser importante esa mujer — le dice mirando la pantalla de su celular mientras se agacha.
Mira hacía el costado donde estaba ella con el antifaz — Algo así — le responde cortante y aleja las manos de su cuello.
Por primera vez sintió el rechazo de ese hombre, se quedo callada sin saber cómo continuar el show. Retrocedió unos pasos, sus ojos se le llenaron de lágrimas y enfocó su mirada al suelo negando con la cabeza sin entender que estaba pasando. La música seguía sonando y él siguió enviando mensajes como si nada pasará a su alrededor. Aquella indiferencia por parte de él la mataban lentamente, se sentía una mujer miserable aunque no lo fuera. Respiró profundamente, forzó una sonrisa en sus labios y continuó con su show.
No regreso a él, una vez finalizado su trabajo se encerró en su camarín. Lloró todo lo que tenía que llorar a medida que se iba sacando el maquillaje, la ropa y volvía a ser la Sam de siempre. El espejo le daba la imagen de una mujer triste pero decente según lo que ella quería ser y le parecía estar en lo correcto.Aplaude — Eres maravillosa — le dice feliz.
Se voltea a verlo — Necesito estar sola por hoy — le advierte con la voz entrecortada.
La agarra de los hombros — Mi amor — le dice cortante. — Tendrás una cita con una persona sumamente importante y que pago una fortuna por ti — le dice sonriendo.
— ¿Qué? — grita parándose.
Abre las brazos — Tuve la misma reacción, mi mariposa. Sos un diamante puro para mí y necesito que te arregles bien, sin antifaz — le dice señalando su rostro.
Camina hacía él — Sebastián, no puedo salir con un desconocido — le ruega.
— Sin antifaz, vendré por ti en 10 minutos — le indica y se va.
Una vez más se sentía una cualquiera por ser vendida de esa forma sin recibir nada a cambio. Sebastián la usaba a su manera para su beneficio sin poder hacer nada. Se maquillo nuevamente, ató su cabello como pudo y se puso ropa cómoda.
— Seguramente es un viejo que necesita una cita — dice mientras se perfuma.
Nuevamente su puerta se abre, aparece Sebastián que parece verla con un gesto raro pero la lleva hacia afuera.
— Ya está llegando — afirma.
Se suelta del agarre y busca su antifaz — Bueno — le responde.
Observa que ella intenta ponerse lo que usa todas las noches y la detiene — Sin antifaz, ¿qué parte no te quedo claro? — le pregunta enojado.
Lo guarda en su cartera nuevamente — No quiero que me conozca — le dice enojada.
Se ríe — Él ya te conoce por eso quiere sin antifaz, Samantha — le dice cortante.
Un auto oscuro frena. Lo que le había dicho Sebastián le retumbaba en la cabeza, una y otra vez. Se quedó completamente tildada en esa información.
Le pega un codazo — Ve — le dice.
Agacha su mirada, hace que su cabello cubra todo su rostro sin dejarse ver por completo. Vuelve a la realidad, se queda parada pero avanza cuando Sebastián le pide y la puerta del auto se abre, con algo de miedo ingresa adentro pero antes se pone su antifaz sin que Sebastián se dé cuenta de lo que estaba haciendo. Cuando se siente más cómoda, ingresa al auto y aprieta su cartera con sus manos. No quiere mirar hacia el costado por el señor mayor que quizás le tocó para acompañar a una cena, cerró los ojos y respiro muy profundo.
El olor a cigarrillo le invade su nariz, escucha como aquel sujeto que estaba su lado se mueve — Sam, Sam — le repite.
Aquella voz, algo dentro de ella le pasó que sin pensarlo de repente abre sus ojos y se gira para verlo — ¿Quién eres? — pregunta mirándolo.
Apaga el cigarrillo — Esteban Rosas — le responde.
Se queda callada sin saber que excusa inventar ahora que todo se estaba descubriendo. Agradeció internamente a todos los santos que existían por escuchar su presentimiento y ponerse el antifaz antes de que la viera.
Se acerca a ella acorralándola —¿Ese es tu nombre? — le pregunta haciéndose el que no sabía.
Ella asustada por lo que estaba pasándole se apresura y responde — No te interesa — le dice mirándolo.
Sube su manos pero lo detiene y no insiste — Sabes pedí que vinieras sin antifaz porque ya te conozco bien — le dice desafiándola.
Se acerca a él perdiendo el miedo — No sé quién rayos es Sam pero a mí no me gustan seguir las reglas de desconocidos — le informa.
No quería ser descubierta y menos por un desconocido. Cómo solía serlo ya rutina en su vida, fingió.
Él se queda sorprendido — ¿Seguirás con este juego? — le pregunta sin rodeos.
Hace que frenen el auto y toma la puerta haciendo que se abra — Yo no sé quién es usted, y que intenciones tiene conmigo y si me disculpa. Debo irme — le dice saliendo del auto.
El hombre de traje que estaba a su lado se quedó sorprendido por la reacción, no sabía qué hacer y saca su celular. Marca rápidamente a un número que nunca lo supo. Así pasaron los meses.
Ella siguió normalmente su vida con sus dos trabajos y disimulando que nada ocurría con su jefe. Él siguió de manera inexplicable desconfiando de sus cosas.
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Sólo ámame. (2 Temporada #ASM)
RomanceÁmame sin medidas: Primera Temporada. Sólo ámame: Segunda Temporada. Un corazón roto, Mil dudas, Malas decisiones, Amores de turno... Su vida se frenó aquel día que todo inicio, tal vez, eso creía que todo comenzaba pero no era así. El infierno hab...