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Reiko Hanada espera pacientemente fuera de la habitación de su esposo, levanta la mirada y echa un vistazo hacía afuera, los hombres de traje y corbata esperan en silencio alguna noticia de su viejo líder.

La mujer había tomado el mando del clan de manera provisoria por la salud de su esposo, el cáncer lo había estado consumiendo desde hacía tiempo, pero él hombre fuerte que siempre era, lo hacía mantenerse en pie y con ella a su lado, la mujer suspira y cierra los ojos, en el fondo siente que ya es el momento. El medico sale de la habitación, ella se pone de pie y lo mira en silencio, el hombre menea la cabeza en señal negativa, Reiko cierra los ojos como si aquello le doliera en el alma, su esposo estaba muriendo.

-  Dorekurai? (¿Cuánto?) - le pregunta la mujer.

- Īe, ōku, osoraku sūjikan (no mucho, horas quizás)- le contesta con voz calmada.

Ella asiente en silencio, le hace señas a uno de los hombres que espera afuera.

-Acompaña al doctor- le ordena.

El hombre se inclina y se lleva al médico con él.

Reiko se para frente a la puerta de su esposo, pero antes de entrar respira profundo, ella debe ser fuerte, como siempre lo ha sido y como se lo prometió a Akemi, corre la puerta echa de madera y papel japonés tradicional, su esposo yace acostado sobre el tatami.

-Watashi no ai (mi amor)- le dice ella al acercarse a su lado.

Akemi a duras penas le sonríe, sus ojos reflejan el cansancio, la observa en silencio como si quisiera grabar en su mente la imagen de su esposa, con esfuerzo ella toma su mano y le da un beso casto, no quiere llorar, no delante de la persona que ha sido el amor de su vida, él le hace un gesto con la cabeza para que se acerque a su lado, Reiko se acerca y en su oído su esposo pronuncia unas palabras, ella asiente en silencio, le da un beso en la frente y sale de la habitación dejando a cargo a la enfermera.

Al salir, las lágrimas caen por su rostro agotado de noches sin dormir, los hombres al verla salir afuera se ponen erguidos, uno al lado del otro.

-Reizo- llama al joven de semblante frío e inmutable.


Este se inclina delante de ella a modo de respeto para luego acercarse a escasos centímetros, Reiko levanta la vista hacía el jardín.

- Irī o tsuretekuru (trae a Irie)- le ordena.

Reizo abre los ojos como platos, el que la jefa lo enviara a traer al joven amo solo significaba una cosa, que era hora de que Irie Hanada ocupara su lugar.

-Hai josei (si señora)- le contesta y se marcha haciendo una reverencia.

Reiko apoya sus manos sobre la madera.

-Ya es tiempo- dice en voz alta.



Osaka, Japón. 


Las prisiones de Japón no son muy bien vistas, por sus tratos para con los prisioneros, cuando se trata de la ley, son rigurosos al respecto. Los dos guardias cárceles caminan por el pasillo atestado de prisioneros dentro de las cárceles, el más bajo de los dos juguetea con el manojo de llaves en sus mano, le hace una seña al guardia dentro de la cabina de control y este hace sonar una alarma para que la puerta del medio se abra, caminan por el otro corredor hasta llegar al bloque "A" allí es el sector de hospedaje para los yakuza.

El guardia del otro lado les abre la reja que los separa.

-Purioshionero hyaku san jū (prisionero doscientos trece)- le pregunta al guardia.

Los príncipes de la mafia III : IrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora