No había viento, ni sol, estaba todo completamente oscuro, con las estrellas y la luna acompañando su camino. Más adelante se percató de que había centenares de pequeñas luces parpadeando; las mismas que iluminaban sus manos de muchos colores llamativos. Escuchó voces de niños y adultos, con un asentó inglés presente que le hizo entender que estaba en Londres. La gente la ignoraba y seguía con la corriente de su vida, todo era tan centelleante que incluso sintió sus ojos tener complicaciones para adaptarse, seguía teniendo nublada la vista.
Se encontraba detrás de una mujer, la misma mujer del sofá escarlata, esta vez usaba una chaqueta de cuero, tenía las manos dentro de los bolsillos y parecía inmovilizada, como si estuviera viendo a alguien. Pero no había nadie cercano a ellas.
De nuevo apareció, le vió de pie frente a la mujer, parecía molesto e incapaz de articular otra expresión. Tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados, ¿estaban molestos? No era posible pues ella estaba serena, lo sabía sin siquiera poder verle la cara; al igual que Alfhild le daba muchas vueltas al mismo asunto, era algo que la consternaba y no encontraba una solución viable. ¿Era él en quien pensaba?
El hombre de cabellos negros se dió la media vuelta y se fue, dejando a la mujer sola en pleno feria, con las manos sujetando fuertemente su chaqueta. Parecía que habían tenido una pelea que no había salido nada bien, Alfhild deducía que ambos estaban molestos pero por las miradas que se lanzaban era como si no desearan estarlo, como si quisieran revertir el tiempo y eliminar todos su errores que les habían llevado a ese punto sin retorno. Se sintió dolida por ellos, sintió una gran empatía sin saber el por qué. Quiso darle la vuelta a la imagen y avanzar frente de la mujer, pero simplemente pasó lo mismo que la última vez, alguien la arrastró fuera del sueño.
Alfhild despertó alterada pero no repleta de sudor y miedo. Esta vez estaba decidida a volver así que trató una y otra vez volver a conciliar el sueño; no lo logró. Solo podía ver la lámpara de la mesilla, estaba caliente de que había sido recientemente apagada, todo estaba en su lugar, incluso no había pasado más allá de media noche. Se sentía desilusionada pues creía que había estado durmiendo más horas.
Había regresado muy tarde del hospital, Knox se había quedado para cuidar de su hija y mantenerse al tanto de primera mano. Odiaba la idea de que mientras él no estuviera los doctores cometieran alguna clase de negligencia o simplemente quedarán incapacitados. Alfhild no deseaba pelear con él así que simplemente lo dejó ahí, sintiéndose solo y devastado. Era tan egoísta que no se daba cuenta que incluso ella se sentía culpable de lo que estaba pasando, era como si ya lo hubiera vivido.
Se quedó mirando al vacío durante unos minutos, no tenía nada que pensar esta vez, no surgía ningún problema de su mente. Era como si de pronto su memoria hubiera sido reparada, restaurada y ahora no tuviera nada de que preocuparse. Podía ver tranquilamente hacía el ventanal y pensar que no existía por un momento.
Recordó cuando había llegado a ese lugar, como habían pasado por tanto y como habían comprado el piso juntos. A Alfhild le encantaban los ventanales grandes, que abarcarán de techo a suelo, que no hubiera ni un solo trozo de pared impidiéndole la vista del lugar en el que estuviera, incluso sentía que era más una obsesión y un viejo hábito pues de no tener una vista así se sentía sofocada.
Alfhild se deslizó fuera de la cama y camino hasta el ventanal, abrazando sus cuerpo y dejándose llevar por la vista; aún vestía ropa de civil, se había sentido tan cansada a su llegada que simplemente se dejó caer en la cama, incluso el maquillaje le corría por toda la cara, haciendo un énfasis en sus ojos esmeralda, que a la luz mortecina de la ciudad se parecía que ellos emanaban su propia luz. Con las pupilas dilatadas seguía el rumbo de la ciudad, viendo las pequeñas luces parpadeando, muchos de los edificios que se levantaban entre el suyo aún seguían con vida; oficinas, hospitales, hoteles en incluso un edificio como el suyo que era su hogar. ¿Por qué la gente parecía nunca estar a salvo en sus casas? Absorbía todas esas imágenes de personas que trabajan en una oficina hasta altas horas de la noche, incluso la gente que estaba en un hotel sin poder conciliar el sueño igual que ella, le gustaba pensar que no era la única de pie frente a una ventana.
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3. Legacy
FanfictionDespués de un año de plenitud en la vida de Loki, algo inesperado sucede, algo que cambia la perspectiva de todo lo que hay a su alrededor.