IV. kiam mi finas

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Era verano, un verano tranquilo y sereno, lleno de tierno calor que abrazaba el cuerpo de Alfhild como una manta en invierno, era seguro como su hogar y lleno de vida como siempre lo deseo. Estaba envuelta en jardines verdes con latoso girasoles que le acariciaban la cintura con pequeños toques. El aroma se impregnaba en su vestido blanco y su cabello volaba con la suave y húmeda brisa. Estaba en medio de un infinito lugar verde y amarillo que le hacía sonreír con vehemencia.

Ella estaba sentada en el césped, paseando sus manos sobre el mismo y arrancado de vez en cuando algunos tramos para lanzarlos lejos. Estaba distraída viendo al frente que no sintió la presencia de Alfhild a su espalda. Sus pensamientos eran pesados y continuos que le dejaban continuamente despegada de la realidad.

Alfhild logró acercarse algunos centímetros cerca de ella, con nerviosismo observó a todos lados buscándolo a él ¿dónde se había metido? También buscaba a la fuerza sobre natural que tiraba de ellas en los peores momentos, pero no estaba, no estaba ese cosquilleo en la nuca y ni la sensación de caída libre. Estaba solamente de pie observando la cabeza de la mujer que seguía jugueteando con el césped, sus dedos incluso ya se había teñido de verde.

-—No lo busques -—le dijo una voz que hizo todo su cuerpo sentir una ola de satisfacción. Al fin hablaba-—. No lo necesitamos, solo estamos tú y yo.

La mujer hizo un gesto para que se sentará junto a ella, Alfhild accedió y se dejó caer a escasos centímetros, sintiendo como de vez en cuando rozaban sus brazos. Cuando ella la miró Alfhild no pudo evitar retroceder ante la imagen que tenía; era ella, era Kelcy, la difunta novia de Loki.

-—No soy -—le explicó leyendo sus pensamientos-—. Eres.

-—¿De qué estás hablando? -—era como estar hablando a un espejo.

-—No soy la "novia difunta" tú lo eres, solamente que no lo recuerdas.

La fantasmagórica imagen se levantó y le extendió la mano a Alfhild para que la tomará, ella no se negó pero tampoco accedió al instante pues lo dudo unos segundos hasta que la imagen se volvió insistente con la mirada. Cuando estuvieron de pie de movieron entre las flores, sin soltarse de las manos. No sé sentía extraño, en realidad era como un cálido abrazo de una persona que realmente extrañas.

-—También te extrañe -—le dijo la imagen lanzando una cálida sonrisa.

-—¿Cómo haces eso?

La imagen soltó una risa avergonzada.

-—Somos una misma cosa -—le dijo con ternura-—, es hora de que volvamos al mundo. ¿No crees?

Alfhild negó.

-—¿Eres mis recuerdos antes del accidente? -—preguntó inconciente.

Ella negó.

-—Nunca hubo accidente Alfhild... Kelcy. Verás, Knox invento todo y me sepultó en el fondo de tu memoria, te he traído varias veces, en sueño o visiones como quieras llamarlo.

Alfhild miraba fijamente a la imagen.

»Tú eres Kelcy Connolly ¿recuerdas? Knox era tu guía y maestro pero decidió de manera egoísta tomarte bajo su manto. Estuvimos muertas por unas horas y él te trajo a la vida.

Ella miraba el rostro aterrorizado de Alfhild y continuó.

»La pequeña Alfhild -—tocó su hombro-—, es una creación suya, pero somos una misma, seguimos siendo la misma mujer. Perdóname si me tengo que fusionar contigo y tal vez mandarte al fondo de todo esto.

A Alfhild no le dolieron esas palabras, en realidad estaba cansada de ser ella.

-—Sigo sin entender. -—susurró Alfhild.

La imagen tomó una flor desde la raíz.

-—Yo soy la raíz y el tallo -—explicó moviendo su dedo por las partes a las que se refería-—, tú eres las espinas y las hojas. Juntas somos la flor; tú y yo somos completo del otro.

-—¿Qué pasará conmigo?

-—Nada, estarás conmigo.

La imagen la abrazó. El entorno desapareció, todo bajo sus pies, solo podía sentir el cuerpo imaginario de la mujer que poco a poco se desvanecía junto con ella.

3. LegacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora