—¡Vamos retrasados! —gritó Alfhild desde el automóvil.
Knox no paraba de hacer llamadas y la pequeña Kelcy estaba exhaustiva de tirar de su maleta, su padre se había empeñado tanto en que su mente estuviera dispersa en varias actividades que hacía creer a Alfhild que la pequeña estaba por explotar contra su padre. A veces se le notaba afligida y otras veces radiante en luz, le recordaba tanto a ella antes de que pasará ese desastre de familia. Kelcy le sonrió a Alfhild en agradecimiento por llevarla al colegio, pues al parecer Knox tenía muchos asuntos encima. Ella estaba molesta pues también tenía que llegar a tiempo al trabajo y él la retrasaba a propósito.
—¿Estás lista? —preguntó Alfhild a Kelcy que estaba abrochado su cinturón de seguridad.
—Nunca me has llevado al colegio ¿por qué lo haces ahora?
—Tu descarado padre me lo ha pedido —le respondé Alfhild mirándola por el retrovisor—. Además nos daría un tiempo a solas, ¿no lo crees?
—Creía que no te agradaba pasar tiempo conmigo —dijo la pequeña moviéndose incómoda en el asiento.
—¿Quién te ha dicho eso? —Alfhild se sentía decepcionada por su comentario.
—Nadie, ha sido toda mi idea.
—Pues no es así, es cierto que cubro grandes jornadas de trabajo, pero no me molesta estar contigo, en realidad es agradable, eres la única que parece entender lo que digo.
Ambas sonrieron para deshacerse de la incomodidad del ambiente. Knox se acercó a la ventanilla del automóvil y miró a ambas, no había terminado la llamada, simplemente había alejado el móvil de su cara.
—Llámame si necesitas algo —le dijo a Kelcy—: trata de volver temprano a casa, no quiero que estés divagando en la ciudad —cambió la mirada a Alfhild con severidad.
—Entiendo.
—Buena suerte en el trabajo, cariño —esta vez hablaba hacia Alfhild que le miraba con ternura—, quiero que ambas vuelvan a casa sanas.
Alfhild asintió y encendió el automóvil, le dirigió una mirada melancólica y avanzó, ¿por qué sentía que sería la última vez que lo vería? Solo estaba yendo al trabajo y al colegio de Kelcy. Parpadeó un par de veces para no llorar, pues sabía que Kelcy la observaba por el retrovisor, se le veía tan tranquila. Le reconfortaba que alguien tuviera la capacidad de mantener la cabeza en su lugar. Le sonrió y de inmediato la joven le devolvió la misma sonrisa brillante y acogedora.
Avanzaron entre el tráfico y la gente en histeria, se movían a velocidad maldiciendo todo lo que se les cruzaba, muchos ni siquiera miraban para saber a quién era la persona a la que habían hecho enfurecer. Kelcy y Alfhild estaban en su zona de confort, tranquilas y sin permitir que alguien les arruinará el día en lo más mínimo. Alfhild llegaba a pensar que Kelcy parecía más su hija que de Knox, pues ambas compartían ese carácter tranquilo a diferencia del de su padre que en un instante cambiaba, dependiendo de la persona con la que se encontrará.
—¿Estás emocionada por el viaje a Canadá? —preguntó Alfhild, evidentemente volviendo de su lado a la pequeña.
—¿Qué viaje? —toda la atención de Kelcy estaba sobre Alfhild.
—¿No te lo ha dicho tu padre? —preguntó intentando parecer sorprendida.
Kelcy se lo pensó unos minutos y después tomó su móvil, Alfhild lo había logrado. Ella no paraba de teclear y cada vez fruncía más el ceño, indicándole que estaba teniendo una pelea con su padre. Sabía que la joven no quería irse, pues sabía de su romance con un joven de su colegio, y sobre todo sabía que no estaba dispuesta a ceder ante las órdenes controladoras de su padre. De vez en cuando Kelcy veía de soslayo a Alfhild que se había concentrado en manejar lentamente para que la joven tuviese tiempo de escribir vorazmente a su padre. No pudo hacer gran cosa pues parecía que está vez el paso vehicular no le favorecía, habían llegado mucho las rápido al colegio, era muy temprano incluso para ella.
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3. Legacy
FanfictionDespués de un año de plenitud en la vida de Loki, algo inesperado sucede, algo que cambia la perspectiva de todo lo que hay a su alrededor.