II. je t'adore

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Era un lugar celestial, con musas entonando su inmaculadas voces que creaban un ambiente lleno de tranquilidad y majestuosidad eterna. Alfhild estaba asombrada por los cientos de cuadros llenos de vivos colores, como manchas de arcoiris en las largas paredes blancas pulcramente cuidadas. Cada una tenía una historia distinta y ella conocía todas, a pesar de que jamás las había visto. Cuando pasaba los dedos sobre cada una de ellas sentía como si tuviera una conexión más espiritual de la que deseaba. Estaba segura de que ella había sido parte de su creación.

Innumerables lienzos blancos se apoyaban al fondo de la habitación, junto con un mono totalmente lleno de colores, al igual que las pinturas sobre la mesilla. Era como un enorme piso de arte, un arte abstracto bohemio.

Cada cuadro era una ventana a los ojos de Alfhild, cuando se acercaba podía tocar los sentimientos dentro de la pintura, la vehemencia y tristeza de cada pincelada, la dureza con la que se había hecho y la tranquilidad de una mujer enamorada, ¡eso era lo que sentía! Una mujer enamorada, con todo lo que conlleva eso; las rabietas, los grandes días, la inseguridad y la protección. Todo dentro de un cuadro de lino perfectamente acomodando en la pared, era una ola de emociones que emocionaba a Alfhild.

Loki estaba detrás de ella, esta vez era la única mujer presente en el la habitación, era a la única que veía fijamente y con debilidad, era una imagen aterradora de él, pues no le había conocido de esa manera y le parecía un tanto incómodo. La aspereza de su voz era la que más se adapta a la imagen que tenía frente:

— Todo lo has hecho tú.

Alfhild negaba tener algo que ver con aquello, no podía sostener un pincel sin sentirse estúpida y decepcionada de no tener ningún dote artístico, era imposible que ella hubiera creado algo así. Alfhild negó y habló:

-- Soy incapaz de hacer algo así.

-- Deja de auto despreciar tu talento --le dijo la imagen--, sabes que tengo razón.

¿Tener razón? El corazón se le hinchó como un globo.

-- Hay algo aquí que no cuadra --le explicó Loki.

--¿Tú? --preguto Alfhild con vehemencia.

-- Yo soy parte de tu imaginación, tú eres la que me permite estar aquí.

La habitación empezó a hacerse más pequeña, arrastrando las pinturas hasta colocarlas al frente de Alfhild; se estaba sintiendo encerrada y sobre todo, las pinturas estaban cayendo sobre ella, como si el lugar estuviera a punto de colapsar. Se dejó caer de rodillas y cubrió con sus manos su cabeza. Loki seguía de pie.

-- Solo tú podrías determinar si quieres seguir viviendo así. En blanco.

Todo se derrumbó, dejando una nube de polvo y yeso que había caído de las paredes. Las pinturas y Loki habían desaparecido, solamente estaba ella en cuclillas observando cómo se desmoronaba el cuarto.

Soltó un grito de desesperación y despertó sintiéndose oprimida y con yeso en los pulmones.

3. LegacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora