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No habían pasado más de dos semanas, su vida no se había vuelto color de rosa, en realidad había sido todo lo contrario. Su semblante se había vuelto sombrío, frío e incluso venenoso, era mucho peor que antes, la diferencia es que ahora sabía lo que hacía. Había alejado por completo la relación que tenía con Knox y se había hecho cargo de sus asuntos, como investigar qué era lo que él había hecho con ella y con Maddie.

Había viajado hasta Londres, con bajas expectativas pues en ningún otro lugar había encontrado pista alguna de lo que pasaba con ella.

Era tarde por la noche cuando llegó a su viejo apartamento, no sentía nada, en realidad le era imposible asimilar ese lugar con su vida actual, era como pensar que había estado tantas vidas antes ahí. Verse en el reflejo del ventanal era tan doloroso y extraño, pues la mujer que la veía no era la misma hace unos años. Se veía tan mayor, tan elegante y tan dura.

Buscó por todo el apartamento para encontrar algo de valor, sin embargo, lo único que obtuvo fue náuseas, y cosquilleos continuos en la nuca. Odiaba tener que volver a tocar sus antiguas cosas, llenas de polvo y suciedad. El lugar parecía una antigua casa, incluso el aroma había cambiado, era como estar dentro de un edificio a punto de derrumbarse. El papel tapiz de las paredes había empezado a quebrarse y caerse a pedazos, el sueño estaba lleno de sarro acumulado de tantos años. Las cortinas estaban rasgadas y acumulaban polvo en exceso, habían perdido grosor pues la luz de la luna cruzaba entre los pequeños poros de la tela.

Volver ahí se habían vuelto una costumbre, cada ocasión era igual, el departamento casi destruido al igual que sus esperanzas, pero esta vez se sentía diferente, pues sabía dónde buscar y sabía que ese lugar sería de nuevo su hogar, y haría lo que fuera necesario.

Llamó a recepción dos veces, la primera no hubo respuesta, pero la segunda vez una delicada y juvenil voz le había respondido; la cual se vio atemorizada por la profundidad de la voz de Kelcy que exigía el servicio de limpieza y restauración que había estado pagando por más de dos años. Hubo una pequeña disputa pero al final cedieron, pues la hora no era la indicada, aceptaron cuando Kelcy se ofreció a pagar el doble.

Ella salió, tan tarde y con un abrigo cubriéndole los delgados hombros, vestida de tonos oscuros y el cabello recogido en un moño que sostenía totalmente su cabello, haciéndola ver más vieja de lo que era. Se adentro a todas las calles de Londres, escuchando el repiqueteo de sus tacones sobre el pavimento cada vez que pasaba por callejones y viejas avenidas que eran poco transitadas. Escuchaba con atención los sonidos de la noche, eran escasos pero si ponías especial atención lograrías entender algunos cuántos.

Durante los años que vivió con Knox en Londres él había hablado sobre una vieja mujer que podía entrar a tu mente y buscar los recuerdos más oscuros de tu pasado, abrir puertas que una persona normal no podría hacer. Ella siempre pensó que eran simples alegorías, pues cualquier psiquiatra bien experimentado sabría hacerlo, sin embargo, él lo negaba, él solía decir que era más que eso; "cuando un psiquiatra abre tu mente lo hace bajo tu consentimiento, ella en cambio jamás lo pide, solo lo hace"

Bajó varias calles, entrando a barrios de horrible apariencia, donde aquellos de escasos recursos iban a parar e incluso los vagabundos se hospedaban en sus sucias calles. La poca gente que quedaba en las calles la seguían con la mirada, con recelo y envidia, ¿cómo era posible que una mujer tan bien vestida estuviera vagando por esas calles tan tarde por la noche? Kelcy no tenía miedo, en realidad quería probar quién de todos ellos tendría el valor de siquiera tocar uno de sus cabellos.

Kelcy se detuvo frente a un grupo de hombres que estaban bebiendo alcohol barato y fumando cigarrillos sentados sobre el alumbrado, con las miradas perdidas y en silencio, como si estuvieran esperando algo. Su aspecto era tan horrible, sus ropas y rostros sucios, probablemente habían terminado su turno en alguna empresa, o simplemente así era su andar diario.

3. LegacyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora