Capítulo 20: Wookie

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El puño del entrenador impactó fuertemente contra el tablero donde tenía el reproductor, la coreografía escrita y el bloc de notas junto con un bolígrafo para apuntar los puntos fuertes y flojos de cada integrante.

— Otra vez— ordenó frustrado, haciendo que los chicos volvieran a ponerse en posición para empezar de nuevo.

Iban por media coreografía cuando el coreógrafo paró la música en seco. Se levantó de su asiento mientras se refregaba la cara para tratar de calmarse y no enviar a esos niños a la mierda. Suspiró pesadamente para volver a su puesto y poner la música desde el inicio.

— Otra vez.

Los chicos daban su máximo, pues en una semana se presentarían en el campeonato de danza nacional. Pero no era suficiente. Uno de ellos fallaba, aunque diera una capacidad de 101%. Sólo era necesario que uno flojease para que todo se fuera al garete.

Volvió a parar la música, levantándose, preparado para meterles la bronca de su vida.

— ¿¡Creéis que esto es un juego!? ¿Qué cojones estáis haciendo? Una semana...— decía mientras se masajeaba la sien—. ¡Nos queda una puta semana!— gritó, tirando la botella de agua que tenía delante suyo, haciendo que todos y cada uno de los chicos lo mirara con culpabilidad—. Os voy a dar una última oportunidad. Si no la aprovechais como es debido os juro que deseareis no haber nacido. ¡Otra vez!— chilló, su voz resonaba por las paredes de la sala de ensayos.

Los siete muchachos se dispusieron de nuevo en forma de pirámide, repitiendo por enésima vez la coreografía. Justo en el estribillo de la canción aparecía Hoseok, quedando como principal y mostrando su sabiduría de hip-hop y electrónica. Tras la primera parte aparecía también otro chico junto Hoseok y acababan haciendo un dueto. Hobi contemplaba al chico, el cual la pifiaba todo el rato en el mismo paso. Esta vez, a diferencia de las demás, lo hizo de forma correcta y pulida. Pero aunque el chico se esforzaba todo lo que podía, el entrenador volvió a pausar el reproductor.

— Park descansa hoy, ¿quieres?— le dijo el coreógrafo amenazante—. Por lo que veo hoy no es tu día.

— No señor... yo... tengo que practicar— dijo el chico bajando la mirada.

— Si quieres practicar... ¡Hazlo bien!— gritó de golpe, sobresaltando a los chicos. Jimin miraba el suelo sin rechistar. Sus mejillas estaban coloradas y su expresión decaída. Parecía cansado, más bien agotado, cosa que no era normal en él.

— Entrenador, reclamo un pequeño descanso, por favor— intervino Hoseok al notar los ánimos del rubio. El hombre aceptó, haciendo que todos los bailarines suspiraran aliviados y se dirigieran a sus botellas de agua, excepto uno que salió escopeteado.

Hobi lo siguió. El menor se dirigió por el pasillo a la sala de reuniones, donde se encerró de un portazo.

Se sentó en una de las acolchadas sillas, poniendo los pies en el borde de ésta, acurrucándose. No podía seguir así. No.

Normalmente pasaba del tema, pero no podía evitar estar deprimido por el cúmulo de pesos que aumentaban en su espalda.

No entendía por qué se sentía así cuando siempre le pasaba lo mismo. El chico de las fiestas, el popular que tiene una chica disponible para cada día de la semana pero ni un amigo.

Se limpió la cara con el dorso de la mano al notar cómo se le escurrían las lágrimas.

— Jimin-ssi— escuchó que lo llamaban suavemente—. ¿Qué te pasa?— le preguntó Hoseok al verlo llorando. Acercó una silla y se sentó a su lado.

— Nada hyung— dijo, inspirando mientras borraba de su rostro cualquier signo de lloro.

— No me mientas mochi— le dijo sonriendo, llamándolo por el apodo que él mismo había creado—. Si no te pasara nada no estarías llorando. Sabes que puedes contar conmigo con lo que sea.

OtokéWhere stories live. Discover now