Capítulo 13 parte 2: Stand by me

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Jungkook se alejó de la casa, sentándose en el borde de la acera mientras agarraba su pelo entre sus dedos. Estaba cada vez más borracho. Lo notaba. Y no debería haberse comportado así. Su parte racional, que aún funcionaba adecuadamente, también lo sabía. ¿Pero que estaba haciendo Tae en la fiesta? Él no debería estar en lugares como esos. Y estaba seguro de que Tae también iba demasiado bebido. Lo conocía suficientemente bien como para saber que su amigo no solía beber y que en cuanto probaba algún que otro trago, reaccionaba como si se hubiera bebido una jarra entera.

Su corazón latía demasiado deprisa. Ese ambiente era tóxico para Taehyung, ¿por qué no lo escuchaba y volvía a casa? ¿Por qué nadie le hacía caso? ¿Por qué todo el mundo pasaba de él?

Unas lágrimas recorrían sus mejillas, coloradas por el alcohol ingerido.

¿Por qué le pasaba todo esto a él?

Cada vez brotaban más y más lágrimas, hasta caer en llanto. Abrazó sus piernas, apegándolas a su pecho como consuelo, pues no tenía a quién abrazar. ¿Por qué siempre la cagaba en todo?

Lloraba. Lloraba como nunca antes había hecho, en medio de la calle iluminada por faroles. En su mente se juntaban un montón de pensamientos haciendo que le doliera la cabeza. Tae, las chicas (Asia y Hye), Youra, sus padres, la universidad, los estudios, el estrés, la soledad, el miedo, la integración, la sociedad, los adolescentes, su equipo de básquet, su forma de ser, su actitud, sus enfados, sus celos, su comportamiento, su cambio, su vida... su todo. Todo era por su culpa.

Todo.

Su respiración estaba entrecortada por culpa de los sollozos. No podía estar sólo. Normalmente prefería estarlo, pero no podía. Un poco de alcohol lo hizo estallar como siempre había temido, dejando ir todo lo que llevaba guardado dentro que, para su sorpresa, era mucho. Necesitaba dejarlo ir del todo. Quería contarlo, decírselo a alguien, gritarlo en medio de la calle si era necesario.

Cogió su teléfono. Necesitaba ayuda, y realmente deseaba que ese soporte fuera Tae. Siempre había querido que fuese así. Pero el chico ya no estaba con él, así que tendría que recurrir a alguien diferente.

Marcó un número el cual hacía tiempo que no escribía. Se puso el móvil en la oreja, esperando que contestaran en la otra línea. Un tono, dos, tres, cuatro...

Saltó el contestador haciendo que el chico colgara.

— Cógelo. Por favor— sollozó mientras volvía a llamar haciendo que de nuevo apareciera el buzón de voz.

— Asia— empezó, tratando de hablar de forma clara—, sé que estás enfadada conmigo pero por favor, por favor contesta— no podía parar, aún que tratara de secarlas, seguían apareciendo más y más lágrimas—. Por favor necesito ayuda— sollozaba—. Soy un estúpido lo siento mucho. Yo... yo te necesito— decía mientras su lengua se ralentizaba por los efectos de la bebida—. Por favor llámame. No me dejes solo. Por favor... — lloraba, mientras dejaba su móvil en el suelo y volvía a su postura fetal, escondiendo su rostro entre sus piernas. Debería enfrentarse a todo eso él solo. Sería un mal trago, más malo que el vodka que acababa de tomar.

— Mamá por favor... — decía la chica, a la que le estaba empezando a doler la cabeza.

— ¡No! ¡Estoy harta de tus quejas! A partir de ahora te harás tú la cena, Daniel— gritaba Beca de forma incoherente.

— ¡Te he dicho que estoy cansado mujer!— espetaba su padre

— ¡Yo también estoy cansada de aguantarte!— chillaba ella

— ¡Basta ya!— espetó Asia, mientras trataba de asimilar la forma en que sus padres estaban discutiendo. Habían empezado a enfadarse por un tema de trabajo y habían llegado hasta la comida que preparaba su madre. Desde el día en que Suga estuvo en casa, Asia escuchaba a sus padres discutir como nunca antes habían hecho, cosa que la sacaba de lugar.

OtokéWhere stories live. Discover now