Capítulo 23: Gangdong-gu

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— ¡Jin!— gritó Tae sobresaltando al mayor. Ya era la tercera vez que lo llamaba, y el chico seguía sin inmutarse.

— ¿¡Qué!?— dijo exasperado, despertando al fin de su trance. Esos últimos días no habían sido de sus mejores.

— Te... ¿Te pasa algo?— preguntó preocupado, dejando sus ejercicios de mates de lado.

— No. Sólo tengo sueño— afirmó regalándole su mejor sonrisa.

Desde que había hablado con sus padres sobre la empresa, no había podido dejar de pensar en nada más. Aún recordaba las duras palabras de su padre y la decepción que se había llevado su madre. Ellos esperaban mucho más de él. Mucho. Pero Jin no tenía el valor suficiente para ser lo que ellos querían que fuese. Lo de los negocios no era lo suyo, y menos si tenía que llevar una empresa. Había sido forzado a estudiar economía y dirección de empresas, pero lo cierto es que se había pasado el curso fuera de clases, trabajando de lo que pudiera para ahorrar. Ahorrar y hacer lo que quisiera con su dinero. Poder alejarse de sus padres, dejar de depender de ellos y dejar de ser lo que todo el mundo creía que era. Poder hacer de sus sueños una realidad. Poder dejar de ser la risa de la familia.

— Jin— Tae le sacudió del hombro— ¿En serio estás bien? ¿Qué te pasa?

— Tae, no me pasa na...

— No me mientas— lo cortó el pequeño—. Tú siempre me estás ayudando a mí. Es hora de que te devuelva los favores.

Jin sonrió bobamente. Ese chico valía su peso en oro. Sabía que algo le había pasado recientemente con Jungkook, pero ahora volvían a estar bien. Si se enteraba de que su primo o cualquiera volvía a hacerle daño, se las vería con él. Hablando del rey de Roma, Jungkook salió del cuarto de Jin y se tumbó en el sofá del comedor, con los pies encima de éste.

— Es verdad, Jin está raro— afirmó apoyando a su amigo.

— Quita tus pies de ahí.

— ¿Le habrá dejado la novia?— preguntó el chico burlón mirando a Tae, haciendo caso omiso a Jin.

— Quita los pies— dijo Jin, esta vez con una voz más firme.

— ¿Qué novia?— continuó Tae con la broma.

— Quita tus putos pies de ahí— gritó el mayor mientras, desde su silla, cogía a Jungkook del brazo haciendo que se levantara del sofá y quedara a escasos centímetros de él—. Y deja de ser un incordio.

— Uy. Vale, vale— murmuró el chico cogiendo su chaqueta—. Me voy para casa, tranquilo. Tae, ¿te vienes?

El chico miró a su amigo indeciso. Luego miró a Jin. A Jungkook de nuevo. Y a Jin. El mayor tenía una cara de amargado que no se la quitaba nadie, y parecía que no quisiera soltar prenda con él, ya que nunca lo había hecho. Tae sabía que, en el fondo, Jin no le contaba nada por su propio bien. No quería cargarlo de más problemas. Lo que también le entristecía saber es que Jin, aparte de tener que lidiar con sus problemas, lidiaba con los de todos.

— Vete— dijo Jin, mirando a Tae con el ceño fruncido.

— ¿Seguro?— Jin asintió antes de levantarse y poner las libretas y el estuche del chico en la mochila. Se la lanzó. Tae la atrapó como pudo.

— Suerte con el examen— murmuró dirigiéndose ya hacia su cuarto.

Los chicos cerraron la puerta después de mirarse inquisitivos. La casa volvió a quedarse en total silencio, y Jin sabía que hoy no sería capaz de soportar la soledad. Sacó su móvil del bolsillo y contactó con un par de amigos de la universidad. Ya tenía plan esa noche. Como mínimo no estaría solo, una de las cosas que menos le gustaba y que, lamentablemente, había estado haciendo estos últimos días.

OtokéWhere stories live. Discover now