Capítulo 30: Segundo plato

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— Vamos a ver— decía Tae mientras mordía el boli—... ¡sí que está bien, Jin-hyung!— repitió de nuevo mirando el procedimiento que había empleado para el problema. Odiaba las matemáticas a más no poder. ¿Por qué las seguía haciendo si él estaba haciendo artes escénicas? ¿Para medir la longitud del diálogo? Por dios...

— ¿Estás seguro?— contestó Jin, moviéndose de un lado a otro de la sala. Tae asintió con la cabeza, recibiendo un collejón del pelinegro—. ¡Si te pregunto si estás seguro será porque no está bien, cabezón!

— ¡Ay!— se quejó el menor tocándose la cabeza—. ¿¡Y yo que sé!? A lo mejor era un juego psicológico donde tenía que creer lo que tú querías que creyera para que creyera que lo había dicho bien.

— Dios Taehyung-ah...— se lamentó el mayor mirando el reloj de la pared de la habitación del castaño.

— ¿Quieres parar de mirar el reloj y decirme cómo se hace esto?— exclamó Tae cansado por lo que Jin lo fijó con una mirada asesina.

— Jin, ¿está bien?— preguntó Asia en coreano. Había estado hasta entonces en silencio, ajena a la constante pelea de los chicos.

Asia le entregó un cuaderno donde arriba había un texto en inglés que ella tradujo al coreano, tanto en letras románicas como en hangul, lo que era un nuevo reto para ella. Habían pasado a las escrituras, pues según él, Asia ya estaba suficientemente capacitada para hablar correctamente el idioma.

— Que buen acento, háblame a mí también en coreano que me canso de tanto inglés— le dijo Tae ganándose un codazo de parte de la chica, quien estaba atenta a los ojos de Jin, posados en sus letras.

— Tienes muy buena caligrafía— le dijo Jin, también en coreano. Se sentía muy bien al haber hecho que Asia aprendiera tan rápidamente a hablarlo, pues ahora se podía comunicar con ella de forma mucho más sencilla y cómoda para él—. Aunque se nota que el hangul es algo artificial— sonrió al ver las líneas tan perfectamente marcadas como si estuvieran a ordenador—. Pero es normal, tampoco te van a pedir que lo escribas siempre pero es mejor saberlo... si sigues practicando tendrás tu propia caligrafía coreana— le dijo de forma feliz, con un tono mucho más alegre que con el que usaba con Tae.

— Bien. Muy bien, Asia. Felicidades— dijo Tae, en coreano, pues pensaba hablarlo ahora que sabía que la chica estaba capacitada para entenderlo—. Ahora, ¿me ayudas o qué?

— ¡Aigoo Taehyung-ah! Es el mismo ejercicio de la semana pasada. Ese que me dijiste que habías entendido. ¿Cómo olvidas las cosas tan fácilmente? Así se te olvidarán incluso las líneas que tengas que decir en medio de las obras— se quejó Jin—... al final tendrás que hacer de árbol en el escenario, como hacía yo en la escuela— rió, levantándose mientras miraba su móvil—. ¿Cuántas paradas de metro hay de aquí al centro?— preguntó, yéndose del tema.

— Ocho... creo— respondió Asia.

— Vale... eso es... ¿¡media hora!?

— Sí, por ahí va la cosa... ¿Por qué? ¿Con quien has quedado? Te ves muy nervioso hoy...— sonrió Tae viendo la actitud del mayor.

— Con nadie. ¿A tí que te importa?— espetó mirándolo—. ¿Y si voy hasta mi casa, cojo el coche y voy hasta el centro?— preguntó mirando a Asia. No podía llegar tarde a su cita.

— A ver...— dijo ella calculando mentalmente— piensa que tienes un poco menos de un cuarto de hora hasta tu casa. Y en coche hasta el centro... ¿quince minutos también? No lo sé. Pero piensa que tendrás que buscar aparcamiento después.

— ¿No eras tú el de las mates?— dijo Tae tratando de molestar al mayor—. Vengaaaa dime con quién has quedado. ¿Es guapa? ¿Es tu primera cita con ella? Bueno, aunque conociéndote, a lo mejor es tu primera cita desde siempre— rió el chico, incomodando a Jin, quien se estaba poniendo la chaqueta de cuero.

OtokéWhere stories live. Discover now