Capítulo 6: Muffin

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Después de un aburrido finde, por fin llegó el domingo. Hye acabó de comer con sus padres y su hermana pequeña para salir disparada a su habitación, atacando su armario. ¿Qué debía ponerse?

Empezó a arrancar ropas y ropas de diferentes estilos, colores y tamaños, decidiendo cual de todos escoger para la ocasión. No quería verse muy arreglada, pero tampoco desaliñada. Pensó en ir vestida de forma muy mona con una sudadera rosa que Tae le había regalado en su cumpleaños pasado, pero a lo mejor se vería demasiado infantil. Aunque tampoco quería ponerse algo muy atrevido... ¿¡Que se suelen poner las chicas cuando tienen una cita que no es una cita!?, se preguntó, examinando una y otra vez las prendas. Su vista pasó por el reloj, parándole el corazón. ¡Faltaban diez minutos! Exactamente ocho minutos y veintitrés segundos, veintidós, veintiuno...

Sin pensárselo más, cogió la sudadera de Tae y unos tejanos y se cambió de la forma más rápida que pudo, cogiendo sus cosas y saliendo por la puerta cuando...

- Casi me lo dejo- dijo cogiendo algo de la nevera, para salir disparada.

Fue todo el camino a un paso acelerado, mirando cada dos por tres su reloj de pulsera. Llegaba tarde, muy tarde.

Finalmente llegó a un bajo edificio blanco lleno de espejos. Miró sí había algún rótulo, pero no vió nada, así que cogió el teléfono examinando la dirección. Tenía que ser allí. Se acercó a las puertas correderas las cuales se abrieron dejando ver una pulida recepción.

- Hola- dijo acercándose a la mujer detrás de un escritorio-. ¿Puede decirme donde hacen la exposición de baile...

- Ya ha empezado- dijo seca-. Por ahí, primera puerta a la izquierda- señaló

- Muy amable- dijo Hye haciendo una reverencia para salir escopetada hacia allí.

Era una sala grande con espejos en las paredes. En una de estas había una pequeña grada donde había escasa gente sentada. Hye se dirigió hacia allí y se sentó en la segunda fila, donde tenía unas vistas perfectas al centro de la pista. La mayoría de gente que había allí eran jóvenes, poco mayores que ella. Tenían pinta de ser bailarines todos ellos, pues algunos iban con uniformes. Solo deseaba que no le dijeran que se había equivocado de sala.

De una puerta arrinconada, salió un grupo de cuatro chicas preciosas que bailaron una canción con un ritmo y una energía inimaginables. A Hye ya le estaba subiendo el gusanillo. Había olvidado la pasión que sentía hacia el baile y hacia la música. Solo viendo ese baile, ya tenía ganas de volver a empezar. Aunque sabía que sería imposible, pues sus padres querían a una ingeniera, no a una mona de circo (como decían ellos). Todos aplaudieron cuando las chicas acabaron. Un hombre sentado en primera fila tenía un micrófono y las rectificaba antes de que salieran por el mismo lugar por donde habían entrado. De momento las críticas no eran muy buenas... "que exigente" pensó la chica de ese hombre.

Después salió un grupo de chicos. Siete en concreto. Bailando una canción muy pegadiza que volvía loca a Hye. La mayoría de ellos llevaban máscaras de boca y iban vestidos de forma muy rompedora. A Hye le gustó la parte de uno de ellos, el cual parecía que lo hubieran electrocutado antes de bailar por sus movimientos concisos y despreocupados. Tras analizarlo, lo estuvo mirando durante toda la canción sin poder despegar los ojos de él.

- Bastante mejor esta vez chicos- dijo el hombre-. Y tú tienes que esforzarte más- le replicó a uno de ellos de forma agresiva-. Si sigues así, en los territoriales pienso darle tu parte a Hope. ¿Me entiendes?

- Pero entonces yo... - empezó el chico preocupado

- Te podemos encontrar algún sitio como el de ir haciendo propaganda por las calles mientras los chicos de verdad bailan en el estudio. ¡Esfuérzate Max!- exclamó de nuevo- Te lo digo en serio chaval.

OtokéWhere stories live. Discover now