Cuatro...

1.1K 166 19
                                        

Miguel había despertado temprano, durmió relativamente bien, y ya estaba decidido a levantarse, se vistió y fué al baño, pero antes de ir al comedor, pasó a mirar por la ventana de Hiro, no estába ahí, la cama estaba ordenada y el robot de carita amarilla estaba sentado ahí al lado de un destornillador.
Después de eso, fué a la cocina. Hiro si se había levantado temprano para ayudar a Mamá Elena después de todo.

—Migue, ven.
Hiro había notado la presencia de el chico al entrar, este se sentó y recibió un beso de su abuelita.

—Buenos días Mijo.

—Hola...

—Ten, lo hizo tu amigo.

—¿En serio?

—Sí, pero la verdad me sorprendí bastante por su resultado.

—¿Está insinuando que yo podría haber incendiado la cocina?—preguntó Hiro

—Lo más probable.—respondió ella.

—Al menos tiene buen aspecto.

—Gracias Migue, alguien si aprecia mi esfuerzo.

Mamá Elena sonrió y se fué a la zapatería para ver a la familia. Miguel miraba el plato y pensaba en cosas varias.

—¿Y ahora que te pasa?

—Nada es solo que...

—¿Qué?

—Es extraño que sepas cocinar.

—Si, está bien, tienes razón, hasta yo creo que es extraño, mi Tía Cass me servía de todo, jamás tuve que cocinar... Bueno si, una vez sí, estába con Tadashi, él si podía cocinar, y... No lo hacía mal...

—Tal vez yo podría cocinar contigo algún día.

—¿Cocinar juntos? ¿¡Estás loco!?
¿Y dejar que hagamos explotar la cocina? No, no lo creo enano.

Hiro pasó por al lado de Migue y le dió un golpe suave en su cabeza, para después salir de la cocina.

***


Después de un rato Rosa llamó a Hiro diciéndole que debía hablar con él, entonces fueron a la habitación de Hiro, mientras el guardaba algunas cosas y organizaba otras y Rosa estába aún en la puerta cerrandola.

—Hiro, quería preguntarte algo.

—¿Qué pasa?

—Oye, es importante, ¿Puedes ponerme atención?—se molestó al verlo hacer otra cosa.

—Puedo hacer dos cosas a la vez, tranquila, te escucho.

—De acuerdo, está bien, pero debes poner atención.

—Okey, estoy atento.

—¿Qué pasa entre tú y Miguel?

—¿Miguel?

—Sí, mi primo Miguel.

—No sé de que estás hablando, ¿Por qué preguntas eso?

—Te ví ayer con él.

—¿Haciendo qué? Siempre hacemos cosas juntos Miguel y yo.

—Estaban abrazados, y no como un hermano o un primo, más bien... Como pareja.

—¿¡Q-Qué!?

Hiro dejó caer un destornillador y un regalo que él estaba creando para la pequeña Coco.
Rosa se le quedó mirando, no sabía si seguir hablando, y Hiro no sabía si responder.

—Tú y Miguel... ¿Se gustan?

—Claro que si Rosa, él  es un buen chico.

—No Hiro, ¿Ves a Miguel con otros ojos, que no son familiares?

—Hablas de...

—Sí, eso es ¿Amas a Miguel? ¿Te gusta mi Primo? Puedes decirme la verdad si quieres.

—Miguel y yo... La verdad...

Rosa se acercó a él tratando de calmarlo lo tomó del hombro y le sonrió esperando a que tomara una parte de valor.

—Rosa, yo creo qué, yo...

—¡Hiro, quiero saber si me puedes ayudar con...!
Miguel tocó la puerta llamando al otro, después de que No escuchara una respuesta imediata, él entró por su cuenta viendo a Rosa con Hiro juntos de frente.

—¿Hiro, Rosa?

—Miguel... Ah, ¿Necesitas algo?

—Te quería pedir un favor, pero... Veo que estás ocupado.

—Ah, no Primo, yo ya me voy, descuida, quédate con Hiro, y yo hablaré con él en otro momento.

—Rosa...

—Está bien Hiro, tranquilo.

Rosa le sonrió y salió de la habitación, Miguel miró como cerraba la puerta y después observó a Hiro.

—Okey, ¿Qué necesitas?

—Ahm... No era nada importante, tranquilo.

—¿Estás seguro?

—Sí, yo mejor ya me voy... Tengo cosas que hacer.

—Migue, ¿estás molesto porque estaba hablando con Rosa?

—Claro que no, estás loco.

—¿Crees que soy idiota?

—No...

—¿Entonces...?

—¿Qué te dijo ella?

—Me preguntó algo, nada más, y por favor no te hagas el detective, ¿okey?

—No lo haré...

—¿Estábas celoso Migue?

—¿Celoso? ¿Yo? Obvio no

—Si claro, lo que tu digas.

—Okey, No celoso, pero si nervioso.

—¿Por qué? ¿Crees que me puede gustar Rosa?

—Un poco sí...

—Por favor Miguel, si Rosa es una chica maravillosa, es trabajadora, hace bien su trabajo en la zapatería, siempre ayuda a Tia Carmen, y soporta a su hermano Abel, osea... Digno de admirar, es imposible No enamorarse de ella.

—"Sarcasmo Hamada".

—Entiendes rápido, nada mal chamaco.

Hiro abrazó a Miguel y este sonrió por verlo reír.
Miguel se sentía idiota por sentir "celos" como dijo Hiro, y era tonto porque se trataba de su prima.

—Yo te quiero a ti Migue.

—Ya sé tonto... Es gracioso que me lo repitas.

—Pues si quieres no lo hago.

—Es broma Hiro.

—No, ya dijiste, yo me marcho.

—¡Vamos Hamada, no seas así!

—¡Oye no, Aléjate acosador!

Miguel se aferraba al otro y no lo dejaba, era un juego totalmente infantil e inocente, que a simple vista hacía reir a cualquiera.

                              ***

Un Héroe MusicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora