Amor reflejan tus Ojos.

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—Miguel, si dejo que vayas por ese Muchacho, ambos regresarán a Santa Cecilia.

—¿Y el "Pero"?

—Tranquilo Chamaco, ahí viene.—susurró Héctor.

—¡Pero!.

—Te dijé~

—¡El chico se irá de Santa Cecilia apenas vuelvan, no quiero que estés cerca de él!

—¿¡Qué!? Eso no es justo.

—Es tu única opción, vas por él ahora, y el se vá apenas vuelva o esperas por él, y no haces nada.

Miguel se quedó un rato en silencio, sabía dentro de el que necesitaba ir por ese chico, ese chico que le provocaba una maravillosa sensación, un sentimiento que conocía, pero no de esa manera.
Parecía ser...Amor... Pero jamás lo sintió de ese modo, tan confuso y dulce.

—No quiero tener solo una opción Mamá Imelda...—bajó su mirada triste—¿Por qué no lo aceptas? Él no es alguien que lastime.—
Miguel levantó la vista y miró algo triste a Imelda.

—Imelda, miralo.—Héctor tocó su hombro para que viera los ojos de Miguel.—Mira esos ojos, tú los conoces muy bien.

—Héctor…—ella suspiró.

Imelda vió esos ojos, esos ojos que alguna vez en vida tuvo, reflejaban Amor, pero no uno familiar, era ese Amor que Imelda experimentaba con Héctor, o Enrique y Luisa, los propios padres del Niño.

—Quieres mucho a ese Chico, ¿No Mijo?—dijo Héctor con tranquilidad.

—S-Si se puede decir que si... Pues sí.

—No perdamos el Tiempo entonces, ¡hay que buscar al Muchacho!—Imelda sonrió, por fín había aceptado su derrota.

—Mamá Imelda... ¿De verdad?

—Miguel, estás iniciando tu Vida... Mijo, escribe tu propia historia, puede que tu Familia aveces no concuerde contigo en algunas cosas.—se agachó y miró al chico.—Pero te seguiremos amando, siempre.

—La Familia es lo más importante, pero aún así, ¿me dejarán estar junto a él?

—Eso tienes que descubrilo tu Chamaco.

—Sí, está bien.

Héctor, Imelda y Miguel se subieron a Pepita, quién seguía a Dante por el aire. Los tres estaban decididos a buscar a ese chico, y regresarlos a Santa Cecilia antes del amanecer.

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—Oye, ¿Qué hay con ese Guía que te dejó caer?

—Ah, es el perro de Miguel, bueno, es un perro, pero aquí es un Alebrije, digo... Guía Espiritual... Pero en conclusión Dante es simpático.

El muchacho se sentó junto a su hermano, dejando caer su cabeza en su hombro.

—¿Qué haces ahora?

—Pues... No mucho, solo deseo que un Niño genio No me olvide.

—Si~…respecto a eso, quiero darte las gracias.

—¿Por qué?

—Tu... Tadashi, tú aún estando aquí...¿No has perdido la Fé en mí?

—Hiro, eres mi Hermano, y siempre supe que harías grandes cosas, que serías mejor que yo, Tadashi Hamada siempre te tendrá Fé, sin importar en donde estes.—dijo mientras acariciaba el cabello alborotado de su hermano.—Aún así esperaba que fueras mas sincero con tus sentimientos.

—Ay vamos Tadashi, ¿vas a seguir con lo de Miguel? Entiende que no hay nada.—dijo mientras caminaba de un lado a otro.—No puedo decir que me gusta, ¿es que no lo ves? Su familia no aprendería a aceptarme y aún así, no tengo porque admitir algo que no siento.

—Diagnóstico: Adolescencia.—Tadashi lo interrumpió imitando la voz de Baymax.—Él diría algo así, ¿No?

—Já si, gracias hermano. Aunque sí, la verdad diría algo así... En parte si extraño a Baymax...a Honey, Wasabi, y GoGo, y también a Fred no me canso de sus... ¿chistes?, aunque aveces no tengan sentido.

—Si, yo los extraño también, pero están bien contigo. Después de todo, seguirás siendo mi hermano, y ellos tus amigos.

—Ellos también te extrañan a tí.

Luego de compartir una tierna mirada entre los hermanos, un ladrido resonó al igual que la voz de un chico conocido.

—¡Dante!—una vez el Guía aterrizó el muchacho lo acarició.—¡Sabías que era mi hermano, de verdad eres un Guía Espiritual!—rió y luego miró el cielo, viendo como un muy grande felino se acercaba a él y su hermano.

—¡Hiro!

—¿¡Miguel!?

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Un Héroe MusicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora