Volviste...

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"Nos veremos pronto chicos, gracias por darme de nuevo... La oportunidad de volver a recordar, lo que prometí no olvidar... ¡Volveré a pisar Santa Cecilia!"

Hiro mantenía ese pensamiento, mientras miraba por la ventana, felíz por su viaje.

~*~*~*~*~*~

—¡Coco cuidado!

La niña comenzó a llorar, pues el aprender a caminar tomaba tiempo, sobre todo si tienes a un Xoloescuincle corriendo por ahí, impidiendo el paso.

—Miguel...—lloraba y decía el nombre de su hermano.

A pesar de aún ser chiquita, podía hablar bastante bien, ya no balbuceaba tanto como antes.

—Cálmate, no llores Coco.

La niña se calmó un poco y frotó sus ojos mirando hacía la puerta, vió como entraba la luz y que Dante ladraba afuera, fué cuando ella comenzó a reírse.

—¿Y ahora que te pasa?—Miguel no entendía los cambios de su hermana.

—¡Dante y Migo!—estiraba sus manos hacía la salida.

—¿Afuera?.—él también miró la salida.

Miguel soltó a Coco y comenzó a caminar, tambaleando un poco. Dante ya estaba al borde de la felicidad, saltaba y se veía emocionado, al igual que la niña.

—¡Dante!...—rió.—Quieto amigo, no quiero llamar la atención tan rápido.—Dante estába con alguien, pero Miguel no sabía quién era.

Aún así, Miguel algo inseguro, se acercó a la puerta para mirar.

—¡Coco! Vaya... Ya creciste bastante, estoy felíz de verte de nuevo pequeña.

Miguel por fin salió y vió la escena, era Hiro agachando a la altura de la niña, acariciando su cabeza.

—¡Miguel, Miguel!—Coco, después de voltearse señalaba a Hiro que estába frente a ella.—¡Migo, migo!

¿No querrás decir "Amigo" Coco?—se rió el chico.

—¿Hiro...?

El muchacho recién llegado se levantó y miró al otro algo nervioso.

—Jej... Hola Miguel.

Después de el saludo, huvo un silencio momentáneo, Miguel aún no podía creer lo que estaban viendo sus ojos, el chico que se fué hace dos años está frente a él. No puede creerlo.

—Tú... En serio-.

—Espera...—Hiro cubrió la boca del otro.—Evité pasar por la zapatería, porque... Con quien primero quería hablar, era...—suspiró—Era contigo Miguel.

Derrepente la voz de Luisa sonó, Miguel empujó a Hiro dentro de su habitación, y cerró la puerta.

—Hijo, vengo por tu hermanita.

—Ah, si claro, está aquí.—sonrió nervioso.

—¿Estás bien, Migue?

—Sí, por supuesto.

—Bueno, si tu lo dices.

Un Héroe MusicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora