Capítulo ocho.

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Luego, una bella chica se asomó por detrás de aquellos grandes almacenes y me miró con sus grandes ojos azules.

Su tez marfil, mostraba una piel suave por su joven rostro y el color zafiro de sus ojos artísticamente coloreados resplandeció con la luz del exterior. Su cabello, largo y rubio, le llegaba a media espalda, el cual, estaba recogido en una cola de caballo. Ella me sonrió, y con sus dulces labios rosados coloreados con brillo, me dijo:

—Hola—ese tono amable y algo juguetón en su voz, era tan bello que me hizo reaccionar.

—Amm... hola.

—Hablas japonés, ¿verdad? —preguntó.

Asentí con la cabeza sólo una vez.

—Genial, entonces, ¿en qué puedo ayudarte? —me regaló una sonrisa bastante extensa, llena de amabilidad en donde pude distinguir los frenillos en sus dientes; y a pesar de eso, era bastante fina y delicada.

—Bu...bueno yo...—tartamudeé—...quería, quiero—corregí— revelar algunas fotos—dije.

—Oh, claro, sólo, ¿podrías esperarme un poquito? Tengo problemas allá atrás con esa tonta máquina de fotocopiado—hizo un mohín.

—Claro—reí.

Se perdió de mi vista en aquella densa oscuridad detrás de los almacenes de los que antes había salido, pero aun podía escuchar con claridad sus refunfuños hacía la máquina.

—Eres japonés, ¿verdad?

—Emm... sí—intenté adivinar el lugar exacto del que provenía su voz, elevando mi cabeza sólo un poco para poder ver algo—. ¿También usted?

—No, pero me encanta el país. ¿De dónde vienes?

—Tokio.

—¿En serio? —saltó de pronto del lado contrario al que se había metido y me hizo pegar un brinco.

—Sí—balbuceé.

— ¡Qué emoción! Siempre he querido ir a Tokio, pero aún me falta mucho por vivir aquí, así que—se encogió de hombros—. Me llamo Rio, nombre japonés, ya lo sé—parloteó poniendo los ojos en blanco—, pero a mis padres también les gusta todo lo relacionado con Japón—me extendió la mano.

—Mucho gusto, Rio. Soy Nagisa.

— ¡Qué bonito nombre, Nagisa! Me encanta—dijo e hizo que me riera, ene se momento me sentí halagado.

—Gracias, Rio.

Aquella linda chica hizo que el tiempo que esperaba para que mis fotografías fuesen reveladas, se me pasara en un santiamén; platicaba conmigo y me hacía sentir como si me conociera desde hace años, además de que el entusiasmo que aplicaba en cada palabra me hacía sentir cómodo y familiarizado, Akari era casi igual.

— Por cierto, ¿quién es el chico lindo de las fotografías? —me preguntó, mientras sacaba tales papeles del ácido cianhídrico y los colgaba en el lazo con cuidado— ¿Un modelo?

—No—reí—. Es el novio de mi mejor amiga.

— ¿Y lo tomaste como modelo?

—No exactamente—musité.

—Pues, sale en la mayoría de las fotografías—alzó sus delineadas cejas con gesto de acusación—. Y es muy guapo, déjame decirte.

— ¿Insinúas algo? —entrecerré mis ojos en ella.

—No. Para nada—negó con su cabeza rápidamente e hizo que me riera.

—Fue accidental que mi lente captara su rostro, nada más—expliqué.

Manual de lo prohibido 「Finalizada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora