Capítulo once

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Cuando lo vi introducirse a su departamento, me giré a mirar a Karma, quien seguía parado allí, de brazos cruzados y mirándome.

—¿Decidiste hacerle caso a Akari? —bromeó.

— ¿Qué? —inquirí bastante confundido.

Se separó de la puerta cuando yo me dirigí para abrirla.

—Sí, eso de buscarte pareja—musitó, pero la broma ya no le salió como tal.

Exploté en estruendosas carcajadas.

—Sólo salí a tomar un café con mi vecino para conocerlo mejor—expliqué—. Eso no tiene nada que ver con los planes macabros de Akari.

Él río.

— ¿Con que son macabros? Se lo voy a decir, te acusaré —bromeó.

—No hace falta, ella lo sabe—abrí la puerta y Karma se introdujo detrás de mí—. Si sabes que Akari llega hasta las ocho, ¿verdad? —dije con algo de sarcasmo.

—Lo sé, pero es que no tengo mucho que hacer y es mejor pasar el rato aquí mientras que la espero.

—Bueno, es agradable tenerte aquí mientras que llega—pensé... esperen, esperen, no lo pensé, ¿lo dije?

—Gracias, qué linda—musitó y en ese momento di gracias de encontrarme de espaldas, puesto que, todo el color se me subió al rostro—. Mañana saldremos todos, así podrás conocer a mi hermano, Gakushū, ¿lo recuerdas? —comentó totalmente ajeno al caos que estaba habitando en mi interior debido a sus palabras.

—Emm... sí, estoy emocionado—farfullé.

—Gakushū también.

Así, planeamos lo que sería el día de mañana y estar a su lado lo encontraba cada vez más cómodo y magnífico. Él tenía ese raro poder para maravillarme, dejarme sin el habla o adivinarme los pensamientos a veces; era simplemente sensacional y la fierecilla se regocijaba dentro de su jaula llena de felicidad; pero sólo hasta que llegaba Akari, porque luego, al verlos reírse el uno con el otro y llamarse "amor" ésta empezaba a incomodarse y me hacía salir de la escena cursi que no queríamos ver ni ella, ni yo. Porque empezaba a resultarme drásticamente incómodo.

—¡Elfo, arriba! —Akari, tenía la costumbre de despertarme con golpes en la puerta, por eso era lindo que se fuera a trabajar.

Balbuceé entre la almohada y luego comprendí que los molestos golpes en la puerta no pararían hasta que me viera con los ojos abiertos. Me llevé los puños a los ojos y comencé a tallarlos para desemperezarme, luego abrí paso a un bostezo grande.

Me paré con pereza y abrí la puerta, Caminé por el pequeño pasillo y vi que Akari estaba en la cocina buscando algo en el refrigerador. Me miró.

—Ponte algo lindo, algo verde, a Gakushū le gusta el verde—ordenó.

—Estás loca—musité y me di la me di vuelta para vestirme.

—Si quieres gustarle a Gakushū, escucha mis consejos—gritó desde la cocina.

—No quiero gustarle a Gakushū, ¡ni siquiera lo conozco! —me quejé, saliendo de nuevo de mi habitación; increíblemente asombrado del esfuerzo de Akari por emparejarme. Vamos, ni siquiera sabía si era mi tipo o por lo menos si era gay. Cuando algo se le metía a la cabeza, todo chico era el ideal para mí. Suspiré.

—Sólo vístete, ¿quieres? Ellos llegarán en cualquier momento.

—Eres perversa—la fulminé con la mirada.

—Pero así me quieres—me sacó la lengua y me vi obligado a reír.

—Tonta—dije.

Me vestí con una blusa azul turquesa y con unos jeans un poco ajustados, sólo por llevarle la contraria a Akari. A los pocos minutos, oí el timbre sonar, y la fierecilla empezó a saltar de un lado a otro cantando el nombre de Karma.

Salí de mi habitación al oír el murmullo de las voces, y allí junto al ángel de oro, reposaba otro. Era muy parecido a Karma, sin embargo, su cabello era rubio fresa y lizo, casi como el de Hiroto; pero estos cabellos se encontraban un poco más peinados; su piel, casi del color de la de su hermano, hacía lucir sus ojos violetas, y cuando me sonrió, los pómulos se le elevaron notablemente.

—Hola—musité.

—Nagisa, mira, él es Gakushū—lo presentó Akari, empujándome por el codo hacía el par de ángeles.

Extendí la mano para saludarle y él respondió mi saludo.

—Hola.

No estaba muy seguro, pero sentía dentro de mí como dos partes; una, atenta a Gakushū; pero la otra, atenta a Karma. Seguro la fierecilla estaba dentro de la segunda.

—Bueno, ya que se conocieron, ¿a dónde vamos a ir? —preguntó Akari.

—¿Quieren desayunar en...? —la voz de Karma habló por fin, y yo, completa, me perdí en ella.

Dejé de oír entonces la conversación que tenían los tres, de hecho, mis ojos estaban tercos y habían dejado a mis otros sentidos inactivos, ya que ellos se aferraban a mantener la vista en Karma.

Los labios de los demás dejaron de moverse, luego me miraron.

¡Reacciona! Me ordenó una voz en mi cabeza. Entonces mis sentidos comenzaron a activarse de nuevo.

— ¡Nagisa! —me sacudió Akari.

— ¿Eh? —musité, terriblemente desconcertado.

— ¿Que si quieres desayunar pizza? —me preguntó.

—Amm... sí.

¿Cuánto tiempo me habían estado hablando?

—Vamos, entonces—concluyó Karma.

Nos dejaron pasar primero y luego, en el Honda de Karma, nos dirigimos a un pequeño local de pizza, que desprendía el aroma a salsa alrededor de unos tres metros y medio.

Nos sentamos en una mesa, Karma y Akari en un lado, Gakushū y yo en el otro. Ambos enfrente de ambos.

—Pidamos la pizza típica, para que Nagisa pueda probarla. Apuesto a que jamás has probado una hecha en Italia.

—Eso es obvio, Akari, ya sabes que no—dije, riendo.

Luego de unos minutos, la pizza estaba servida enfrente de nosotros; y el olor a queso y salsa se desprendía en cada movimiento mínimo de la pizza. Me sirvieron dos rebanadas, que inmediatamente me comí, ya que sabía delicioso. Y mientras que intercambiábamos la típica información de los que recién se conocen, yo miraba a Karma sólo cuando nadie me observaba a mí.

Evitando ser descubierto mientras lo apreciaba en cada paso que daba, cada gesto que hacía y cada palabra proveniente de sus labios. Él era hermoso a su propia manera y ni siquiera se daba cuenta de eso.

Manual de lo prohibido 「Finalizada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora