Capítulo trece

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No llevaba la cuenta de los días en un calendario, pero ya eran más de dos semanas las que habían pasado desde que había llegado a Venecia, y con ello; la amistad crecía por varios caminos.

Hiroto, se había vuelto una persona muy comprensible y amable conmigo, incluso, cuando lo invité a salir, se mostró emocionado y dispuesto; ahora nos veíamos para tomar un café cada vez que queríamos, o si no, simplemente nos poníamos a platicar en el pasillo antes de entrar a nuestros respectivos departamentos. Además, había descubierto que tenía espíritu de poeta.

Con Gakushū era distinto, había muchísima confianza, debido a que yo era la única persona que había descubierto su secreto y ahora, contarnos cosas era parte de una plática casual entre ambos. Era bastante atento y siempre me preguntaba por Akari. Cuando salíamos a pasear, nunca nos faltaba de qué hablar y al final del día, terminábamos contándonos pequeños secretos.

Rio era otra de las personas con las que había logrado una bellísima amistad en menos de una semana; su simplicidad y simpatía habían sido fundamentales para ello. Era muy animada y siempre, me contara lo que me contara, lograba sacarme una sonrisa. Además de que yo tomé por costumbre ir al negocio de su familia a revelar mis fotografías. Tenía apenas veinte años, pero su mente era tan madura que parecía incluso mayor que yo.

Karma, ese era un caso muy distinto a todos. Él se había vuelto un gran amigo, el tiempo que compartíamos juntos era mucho más grande que el de cualquier otro, debido a que cada noche a las siete tocaba el timbre y pasábamos una hora riendo, hablando y a veces jugábamos con la baraja de cartas que Akari conservaba de su padre. Sí, la amistad entre él y yo crecía cada vez más. Sin embargo, junto a ello, crecía también una extraña emoción cuando le veía, una extraña sensación cálida en mi estómago y un entusiasmo palpable al oír el timbre sonar cada noche, sólo hasta que llegaba Akari. Porque luego, la fierecilla se apoderaba de mí y podía sentirla en mi fuero interno perfectamente disgustada, ella quería más tiempo con Karma.

Todo aquello comenzó a darme cierto temor, estaba experimentando sensaciones bastante extrañas, al menos las denominaba así porque no tenían que pertenecerle al novio de mi mejor amiga.

Miré el reloj en forma de gato que pendía de la pared cercana a la cocina, eran las cuatro y media de la tarde. Tomé mi morral y me dirigí al estudio de fotografía de los Nakamura, para que Rio me ayudara con las fotos, como siempre.

Al salir me encontré con Hiroto, quien al instante me regaló una bonita sonrisa.

— ¿Vas a algún lado? —me preguntó.

—Sí, al laboratorio de fotografía de los Nakamura.

—Oh, ¿quieres que te acompañe? —se ofreció.

—Sí quieres, a mí me encantaría.

Así, nos dirigimos hasta allá. Hiroto era muy inteligente y la verdad es que bastante apuesto también. Akari me había mencionado varias veces que era muy obvio que yo le atraía a Hiroto; sin embargo, era como si mis ojos hayan quedado cegados por un meteoro, y ya no pudieran ver las estrellas. En este caso; Karma sería el meteoro y Hiroto la estrella.

Cuando llegamos, Rio tardó en salir, estaba peleando con la máquina de impresión, de nuevo.

— ¡Espera sólo un momento, Nagisa! —gritó desde atrás, mientras que yo no dejaba de reír. Pobre de ella, esa máquina siempre le sacaba canas verdes.

Hiroto permaneció tranquilo, observando las cosas en el local, hasta que Rio apareció por fin detrás del mostrador.

— ¡Listo! —me sonrió con esa tierna sonrisa que se expandía sobre su rostro.

Cuando Rio desvió la vista de mí, la posó en la única otra persona que estaba conmigo y él la miraba embobado.

—Oh—musité—, Rio, te presento a un amigo. Hiroto, ella es Rio—dije al interpelado—, de la que tanto te he hablado; Rio, él es Hiroto, mi vecino.

La cara de Hiroto era de sorpresa, asombro y fascinación y en sus ojos existía un brillo que hace unos minutos no se encontraba allí.

—Hola—balbuceó.

—Hola—respondió ella.

Ambos se sonrieron y luego Rio me dedicó su atención a mí.

— ¿Fotos nuevas? —me preguntó, entusiasmada.

—Ya lo sabes—reí e hicimos lo de siempre.

Luego de unas horas y de que Hiroto como Rio se conocieran más. Decidimos él y yo que era hora de regresar. El sol ya se había puesto cuando ya estábamos caminábamos hacía el edificio.

—Tú amiga es muy bonita—musitó, ruborizado ligeramente—. Muy simpática, además.

Me solté a reír.

—Creo que lo pude haber adivinado—admití y él enrojeció más, la piel de sus mejillas se pintó de color rojo.

— ¿Por qué dices eso? —preguntó avergonzado.

—Por tu cara y cómo la mirabas.

— ¿Tan obvio era? —hizo un mohín.

—Algo.

Ambos reímos.

— ¡Hiroto! —dije, de pronto, quizá hasta sacándole un susto por la forma en que me miró—. ¡Tú sabes italiano!

—Emm... sí—musitó sin comprender; y es que había cambiado de tema repentinamente.

—Dime qué significa...—hice memoria para acomodar las palabras en orden y tratar de pronunciarlas correctamente—: "Che bella coppia che fate"

A lo mejor Karma creía que ya se me había olvidado lo que el muchacho de la heladería nos dijo y que no me quiso traducir, pero para mala suerte de él, yo tenía muy buena memoria.

—Qué bella pareja hacen—dijo, Hiroto.

— ¿Disculpa?

—Eso significa—Hiroto rio. Abrí los ojos ante lo poco evidente y ante la ilógica de que me emparejaran a mí con Karma. Luego me solté a reír de nuevo; no sabía si avergonzada o de verás divertida—. ¿Por qué? —inquirió.

—Porque... lo vi en la televisión, en una película. Quería saber qué significaba—inventé.

—Claro—musitó.





♡⇨♤⇨♧

¡Con ustedes un nuevo capítulo!
Espero les guste :)

Pd.  Recuérdenme actualizar, de lo contrario se me olvida, ja, ja, ja, ja.

Manual de lo prohibido 「Finalizada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora