Capítulo veintitrés

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Karma y Akari se separaron y sus bocas volvieron a ser dos. Algo dentro tironeó mi corazón.

—Perdón—dijo Hiro, ya que yo me había quedado sin voz.

—Oh, no te preocupes, Hiroto—se levantó Akari del sofá y se acercó—. ¿Ya te vas? —preguntó, medio consternada.

—Sí—respondió y me empujó discretamente por la espalda, mientras que yo me esforzaba por borrar mi rostro afligido. Medio reaccioné y seguí a Hiro hasta la puerta—. Nos vemos luego, chicos—agitó su mano en señal de adiós hacia Karma y Akari.

Se acercó a mí y me plantó un beso tierno cerca, muy cerca de los labios, rozando sólo la orilla y antes de que se despegara demasiado de mi rostro me guiñó el ojo.

Me quedé parado allí, analizando lo que acababa de hacer, o mejor dicho, el por qué lo había hecho.

—Adiós—musité por fin y luego cerré la puerta tras ver su sonrisa.

Me giré y los ojos inquisidores de Akari me acusaron mientras que los de Karma me miraban como si estuviesen furiosos. Pero eso era imposible, ¿no? No puede enojarse tanto por una estúpida rosa. Porque... esa era la razón, ¿cierto?

Karma se limitó a intimidarme unos segundos y cuando lo notó dejó de hacerlo para seguido agachar la mirada.

— ¿De qué tanto hablaron tú y Hiroto? —preguntó Akari; la curiosidad que siempre había existido en ella ahora me resultaba extrañamente fastidiosa.

—De nada importante, ya sabes—me encogí de hombros—, su tía, la cena—dije, divagando un poco—. ¿Sabes qué? Voy a ver si tenemos correspondencia—inventé, para poder escapar un rato de aquel incómodo momento.

—Pero...

No dejé que Akari terminara e interrumpí el sonido de su aguda voz cuando la puerta me colocó del otro lado, suspiré y bajé con lentitud las escaleras, necesitaba un poco de aire fresco antes de volverme loco.

Llegué hasta el último piso y revisé en el cajón marcado con el "325" para ver si teníamos correspondencia, sin embargo, no había nada más que unos cuantos folletos de publicidad sobre cuentas de banco, a lo poco que pude entender.

Arrugué los papeles y los hice una bolita mal hecha, luego salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada en donde deposité las bolitas de papel a un lado, me llevé ambas manos a mis ante brazos, esta noche había decidido teñirse de un azul oscuro y gélido aire. Suspiré nuevamente, haciendo que el vapor saliera de mi nariz y chocara con el frío.

La puerta se abrió a mis espaldas y antes de que pudiera articular algún pensamiento, su voz me distrajo.

—Necesitamos hablar—me dijo Karma haciéndome pegar un brinco, su tono era un poco áspero y cuando me gire a mirarlo, se esforzaba en ocultar un rostro medio colérico, pero la máscara no resistía muy bien.

De pronto me asusté. ¿Tan mal se había tomado que yo le haya dado la rosa a Akari? Le miré con ojos angustiados.

Se sentó a mi lado, allí en el frío cemento de las escaleras desgastadas de la entrada, el contacto con su piel me produjo un tierno calor cuando pegó su brazo y hombro al mío.

— ¿Qué sucede?

— ¿Qué fue eso?

— ¿Que fue qué? —esto parecía un juego de palabras.

—Eso, con Hiroto, ¿por qué te besó?

Me solté a reír de puro nerviosismo, yo pensando que él me daría una buena amonestación por lo de la rosa y, ¿me sale con eso?

Manual de lo prohibido 「Finalizada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora