Capítulo treinta y ocho

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—Sólo quiero hablar con él—era su voz, sin duda, la que se oía a través del pasillo con eco propio.

Me quedé helado, mis pies no se movieron más y mi cuerpo quedó escondido tras la pared continua.

—Pero él no quiere hablar contigo, pervertido––esa otra voz era la de Hiroto, se notaba cierto fastidio en ella.

"¿Qué está sucediendo?" Fue lo primero que pensé.

— ¿Pervertido? ––repitió Karma, escandalizado.

— ¿Lo llevas a tu casa sabiendo que no está en sus cinco sentidos? No te hagas el santo ––alegó Hiro.

—Lo llevé a mi casa por eso mismo —explicó—. No iba a dejarlo aquí solo en ese estado, además, yo no tenía llave de este departamento, ¿qué querías? ¿Qué lo dejara en el pasillo? —replicó.

—Como sea, él no quiere verte.

—Tú no decidas, no tienes derecho.

—No decido, sólo te estoy repitiendo lo que él me dijo esta tarde –refutó Hiroto.

—Necesito hablar con él, y tú no me lo vas a impedir—advirtió Karma.

—Pues, ojalá lo encuentres –la voz de Hiroto parecía ocultar una sonrisa malévola.

Hubo un silencio y me eché a correr al captar que la conversación entre ellos había terminado, ya que Karma pasaría por donde yo estaba escuchando todo.

Corrí hacía el ascensor, Karma no lo tomaría, de eso estaba seguro. Las puertas se abrieron a tiempo y me escondí antes de que sus ojos me vieran. Apreté el botón para el cuarto piso, sólo por si acaso y el estómago se me encogió, evidentemente más sensible, cuando el ascensor subió un piso arriba.

Cuando las puertas se abrieron de nuevo y me dejaron salir, bajé rápidamente las escaleras hasta mi piso y llamé a la puerta del departamento doscientos veintitrés. Alguien dentro refunfuñó palabras ininteligibles y luego la tía de Hiro me abrió la puerta poniendo mala cara, deformando su rostro con más arrugas de las que ya tenía. Su cabello blanco estaba atado en una desecha coleta y algunos cuántos pelos se salían de su lugar.

—Disculpe que la moleste, ¿está Hiroto? —pregunté.

— ¡Hiroto! —lo llamó, luego sin decir nada más, se dio media vuelta y volvió al sofá en el que seguro estaba antes.

Hiro salió de una de las habitaciones y después de que miró a su tía me captó en la puerta de entrada, esperando.

—Oh—musitó y se acercó a toda velocidad—. ¿Qué pasa, Nagisa? —preguntó, saliendo un poco y cerrando la puerta tras de sí.

—Escuché la discusión que tuviste con Karma, ¿por qué? ¿A qué vino? —inquirí, desesperado. Él exhaló.

—Venía a hablar contigo, pero le dije que tú no querías hablar con él—musitó.

—Eso lo escuché, pero ¿por qué le dijiste que yo no quería hablar con él?

—Pues, ¿no es obvio? Nagisa, yo sé que te lastimaría más de lo que ya lo ha hecho. No quiero que te sientas culpable de nada, Karma es el que tiene la culpa aquí y quiero que lo acepte. Además, ya has llorado bastante.

—Pero...

—A menos de que quieras despedirte de él, yo no puedo impedirlo—se encogió de hombros.

—No—negué rotundamente—. Ni siquiera le diré que me voy.

—No digas que te vas, se siente horrible—murmuró, bajando la mirada.

Manual de lo prohibido 「Finalizada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora