Capítulo catorce

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—Buenas noches, Karma—dije, fingiendo un bostezo.

Lo cierto era que después de mí tarde con Rio y Hiroto, no estaba cansado, pero sí quería escapar de las escenas que Akari y él protagonizaban en la sala. El chasquido de sus labios al juntarse, los suspiros, las caricias que se daban, todo me resultaba ahora insoportable.

— ¿Tan pronto te irás a dormir? —me preguntó.

—Sí, estoy muy cansado—me pregunté si fingir otro bostezo sería muy exagerado.

—Está bien, hasta mañana. Descansa, que tengas una linda noche—me dijo y tuve que hacer hasta lo imposible por reprimir un suspiro.

—Gracias. Le dices a Akari que me fui a dormir. No sé por qué esa mujer se tarda tanto en el baño—bromeé—. Hasta mañana.

Me dedicó una última sonrisa y al instante me vi obligado a responderla. No hacerlo sería prácticamente irrealizable.

A la mañana siguiente, el día había amanecido perfecto para ver una película, o al menos, a mí se me había antojado hacerlo. Fui a un video club cercano, y renté una de terror cuyo título no entendí, pero la portada sí que era macabra.

Desayuné afuera y en la tarde me cociné un par de huevos fritos. Cuando el reloj marcó las seis de la tarde y sin más planes en mi lista, decidí ver la película que había rentado. La coloqué en el DVD de Akari y puse los subtítulos en japonés. Apagué las luces y me acurruqué en el sofá pequeño tapándome con una manta violeta que estaba allí, dejando que el departamento fuese iluminado sólo por la luz exterior. Le puse "play" a la película y comencé a ver cada una de las escenas que el televisor proyectaba.

Había pasado casi la hora y me aferraba a la manta retorciéndola entre mis manos. Me encontraba terriblemente aterrado y con el corazón a mil por hora; jamás me había espantado tanto viendo una película como ahora. El televisor reflejaba sobre mí aquellas imágenes del perro protagonista que dejaba salir de su hocico la rabia que infectaba como un virus al desafortunado que se cruzaba con los filosos y ensangrentados dientes, convirtiéndolos en reflejos horroroso del animal que los mordía. Estaba completamente aterrado.

Unos golpes en la puerta me hicieron dar un tremendo brinco en el sofá y un alarido de espanto de mis labios. Comprendí luego que sólo era alguien que llamaba a la puerta.

Le puse pausa a la película y salté del sofá casi adivinando quién estaría del otro lado.

— ¡Karma! —grité, noventa y nueve por ciento aliviado.

— ¿Te ocurre algo? —preguntó preocupado.

— ¡Estoy viendo una película de terror horrible! —expliqué y lo introduje tomándolo de la mano.

—¿Qué película?

—No sé, una de un perro rabioso que infecta un virus—dije atropellando las palabras, y señalé el televisor.

—Estás viendo Infectados. No da tanto miedo—rio.

Fruncí el ceño.

— ¿Estás loco o no eres humano? —farfullé— ¡Claro que da miedo!

Él sonrió y dijo:

—¿Entonces por qué la ves? —inquirió bastante divertido.

—Pues... porque... porque... no sé, es horrible.

—Sí, pero aun quieres terminar de verla, ¿cierto?

— ¡Claro! No voy a quedarme a la mitad de la trama, ¿quieres ver lo que queda conmigo?

—Por supuesto, o luego ¿quién va a protegerte? —sonrió con autosuficiencia.

—Gracioso—lo fulminé con la mirada.

Me acomodé de nuevo en el sofá y después Karma se sentó en uno de los brazos de éste, pasando su brazo sobre el respaldo; ambos estábamos muy juntos y mi corazón comenzó a acelerarse. Di 'play' a la película de nuevo, y la escena que había quedado pausada continuó moviéndose; ahora ya estaba todo más oscuro y sólo podía ver tenuemente el reflejo de la luz del televisor sobre nuestra piel.

Una escena me obligó a cerrar los ojos con fuerza y a desviar mi rostro hacía el respaldo del sofá; pero con lo que mi rostro se topó no fue con el terciopelo del mueble, sino con un abdomen duro revestido de una franela blanca y un suave pero varonil perfume tan cerca de mi nariz. 

Caí en la cuenta entonces de que estaba ocultando el rostro en el abdomen de Karma; me iba a retirar, completamente sonrojado y por supuesto iba a pedirle disculpas; entonces, unos fuertes y viriles brazos se ataron a mí alrededor haciendo que el corazón se me cayera hasta el piso. Aquello era una cárcel meramente hermosa y yo su indigno prisionero.

De repente, todo el miedo se evaporó.

Mi nariz aspiraba su delicioso perfume mientras que sentí sus manos acariciando mi cabello, inmediatamente la piel se me erizó. Podía oír perfectamente el latido de su corazón estallar en mis oídos; un latido raro: rítmico pero acelerado, tranquilo y rápido a la vez... "Pum, pum, pum" estallando en mis oídos, y yo allí, entre sus brazos, protegido.

Me atreví a levantar el rostro y miré más de cerca el suyo; su mandíbula y cuello, donde su piel resplandecía con la tenue luz del televisor. Sin darme cuenta bajó la cabeza y me pilló mirándole. Enrojecí en plena oscuridad cuando me vi reflejada en el color cobrizo de sus ojos, tan cerca. Parpadeó un par de veces y su cálido aliento me golpeaba el rostro. A esa distancia tan mínima, su rostro era aún más hermoso.

Hubiera querido tener telepatía para saber qué es lo que él estaba pensando o si estaba en el mismo caso que yo, porque yo no podía pensar.

— ¡Chicos ya vine!

Ambos pegamos un brinco al oír la voz de Akari y ver el rayo de luz que la puerta abierta introducía a la habitación.









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¡Volví!
Muchas gracias a todas por recordarme que debo actualizar. Y, aunque no les responda a todos, créanme que leo cada uno de sus comentarios y me llenan de felicidad, nuevamente gracias 

También, ¡feliz navidad hermosas y hermosos lectores!
Espero se la hayan pasado muy bien con sua seres queridos.

Nos leemos luego. Bye

Manual de lo prohibido 「Finalizada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora