Capítulo cuarenta y cuatro

1.4K 239 128
                                    

La luz del contestador parpadeaba cuando llegué a casa. Había estado casi toda la mañana vagabundeando por mi ciudad en busca de buenas fotografías de algún lugar para tomar. Había tomado sólo tres en casi seis horas. Me acerqué y apreté el botón para oír el mensaje, mientras iba por un vaso de agua.

— "Buenos días, joven Shiota, o buenas tardes, según escuche mi mensaje. Su fotografía nos ha fascinado y queremos que nos muestre toda la colección. Hay algo especial en esa imagen y, estaríamos muy honrados en ver su trabajo para que, si usted quiere, hacer la exposición. Comuníquese en cuanto oiga el mensaje. Ya sabe el teléfono de la compañía, pregunte por el señor Yukimura. Que pase buen día, hasta luego."

El pitido que anunciaba el final del mensaje me hizo aterrizar. ¿Cuál fotografía? ¿De qué exposición está hablando? ¿Qué señor Yukimura? Corrí hasta el teléfono y garabateé el número de esa llamada en un papel, luego lo marqué.

Una voz femenina me contestó al segundo timbre.

—Estudio A.K., ¿en qué puedo servirle?

—Amm... ¿trabaja allí algún señor de apellido Yukimura con quien pueda comunicarme? —pregunté terriblemente confundido.

—Claro, enseguida.

—Gracias—tamborileé los dedos en la mesita mientras escuchaba la fastidiosa melodía a través de la bocina del teléfono.

—Oficina del señor Yukimura, ¿en qué puedo ayudarte? —me contestó otra voz más aguda que la primera.

Fruncí el ceño. ¿Qué allí todo mundo contestaba de la misma manera?

—Hola, ¿podría comunicarme con el señor Yukimura, por favor?

— ¿Quién lo busca?

—Shiota Nagisa.

—Oh, claro. Enseguida—dijo y transfirió la llamada por un lapso de tiempo más corto que el anterior.

—Joven Shiota, es usted—dijo la voz de un hombre, ronca y amable.

—Eh... sí, pero aun no entiendo quién es usted—musité con franqueza.

—Bueno, soy el presidente de las exposiciones fotográficas de esta empresa; Yukimura Kōtaro.

Los ojos se me abrieron un poco más de lo normal. Yukimura Kōtaro, había leído de él hace bastante tiempo; era el "productor" de las exposiciones fotográficas que tuvieron más fama en el país y no sólo allí.

— ¿Shiota-san? —preguntó, ya que me había quedado mudo.

—Estoy aquí—farfullé—. Sin embargo, aun no entiendo por qué me llamó.

—Sobre eso, vimos su fotografía. Nos ha encantado y...

— ¿Qué fotografía? —lo interrumpí.

—Un joven vino el día de ayer mostrándonos una fotografía que usted tomó en su viaje a Venecia, Italia, según nos contó él muchacho—el corazón comenzó a latir debajo de mi pecho. Todo estaba cobrando sentido de pronto—. A decir verdad, la fotografía es muy buena y pensamos que una exposición con ese tipo de fotografías sería magnífica, pero antes queremos ver todas.

—Ah...

—Si se pregunta cómo conseguimos su teléfono y su nombre, pues déjeme decirle que tiene un amigo muy... insistente—soltó una risita gutural.

Me quedé en silencio por un momento, sintiendo cómo encajaban todas las piezas del asunto de Yūji. Él había tomado una de mis fotos ayer, y ese mismo día la había llevado con Yukimura Kōtaro —una persona que jamás me había visto, pero que tenía que ver conmigo— para que me diera la oportunidad de una exposición de arte, de fotografías. Por eso no quería decirme, por eso esa mirada misteriosa cuando vio el sobre... Ahora sí mataría a Yūji .

Manual de lo prohibido 「Finalizada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora