—No escapes de nuevo—musitó, entrecortadamente y su aliento me estremeció el alma.
— ¿Qué? —logré decir.
—Es lo que dice el cartel—hizo un ademán para señalar el enorme eslogan que caía del edificio continúo, mientras medio esbozaba una tenue sonrisa—. No vuelvas a escapar, Nagisa. Si lo haces, no voy a parar de perseguirte.
— ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, aun incrédulo de que estuviera allí, hablándome.
—Ya te lo dije, no voy a descansar si sigues escapando de esa manera, ¿es que no ves? —me tomó de las muñecas y la piel ardió con su tacto, como antes—. No eres fácil de olvidar, te he buscado como un loco por cielo, mar y tierra.
—Dos meses, Karma—musité, con apenas un hilo de voz—. Dos meses han pasado. Si has estado buscándome, ¿por qué tardaste tanto?
—Tampoco eres fácil de encontrar—su mirada se angustió—. Corrí por mis maletas en cuanto te fuiste de Venecia, Nagisa. Esa misma noche tomé un vuelo a un país cercano, pensando que tú estarías allí.
— ¿A qué país?
—Egipto.
— ¿Qué?
— ¿Recuerdas cuando me dijiste que a ese lugar escaparías? Dijiste que era lo suficientemente lejos para huir de tus problemas—su voz comenzó a agitarse—. Estuve buscándote por más de un mes en cada rincón de Egipto, Nagisa.
—Pero sabías muy bien que volvería a Japón. Tú lo oíste de mis propios labios—no sabía si sus palabras eran sólo un pretexto para excusar el tiempo, no sabía si era verdad tampoco. Pero es que me costaba trabajo aceptar que estaba allí y me quería, después de lo que yo había oído decirle a Yūma.
— ¿Y quién me aseguraba que fuera verdad? —cuestionó, sin soltarme las manos—. A lo mejor sabrías que yo te buscaría a donde quiera que fueras y decidiste mentir para que no pudiera encontrarte.
— ¿Mentir? —la voz me tembló y las lágrimas comenzaron a salir, finas y cálidas recorrieron mis mejillas—. Karma, mentir era lo que menos llegaría a hacer en un momento como ese.
— ¿A no? —me miró, incrédulo y sarcástico—. ¿Y esa vez que me dijiste que no me amabas? —enterró su mirada cobriza en mí y el corazón se me colapsó—. ¿Fue mentira o fue verdad?
—Eso fue distinto—respondí con voz ahogada.
— ¿Por qué distinto?
— ¡Por Akari! —su nombre hizo doler mis labios.
—Ella siempre fue tu elección—musitó—, pero ¿qué hay de ti? ¡¿Qué hay de mí?! Nagisa, te juro que quise evitar esto—me apretó las muñecas—, pensaba en Akari y en el daño que le provocaría si confesaba que estaba enamorado de ti. Muchas veces quise terminar con ella, pero no me atrevía y para ser sincero, tampoco quería cuando veía que coqueteabas con Maehara. Estaba furioso de verte junto a él y yo no podía quedarme solo en ese momento. No era que utilizara a Akari, también me dolía dejarla y por supuesto que la quería, la quería mucho; y no me cabía en la cabeza como es que se podía llegar a estar enamorado de dos personas al mismo tiempo siendo de sexos distintos—su voz se escuchaba llena de angustia y frustración—. Hasta que comprendí que no se puede, la quería a ella, pero de una manera distinta en la que sentía que te quería a ti. Cuando estaba contigo era como... no escuchar las voces de los demás, como si estuviera donde quisiera estar y no donde todo el mundo quiere que esté. Esa era la diferencia. Contigo era yo, con Akari era la orden de las personas a mí alrededor. Por supuesto que me sentí un idiota por fijarme en la persona menos indicada, traté de evitarlo, pararlo, ignorarlo, ¡intenté de todo! —exclamó mirándome a los ojos—, pero cada día era más imposible. Hasta que me di cuenta que no podía luchar más con esto. Estaba confundido, no sabía si tú me querías a mí o si yo era el único. Hasta ese día en que te embriagaste y te llevé a casa, no podía dejarte solo en el departamento, por eso te llevé a mi hogar; cuando tomaste mi rostro entre tus manos y me besaste te juro que removiste todo dentro de mí, algo que jamás me había pasado—suspiró con algo de pesadez—. No me creas si no quieres, pero es la verdad. Nagisa, entiéndeme, me sentí como un idiota tanto tiempo, sé que tú viviste con la misma agonía que yo; nos merecemos una oportunidad, un final feliz—rogó.
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Manual de lo prohibido 「Finalizada」
FanfictionÉl, algo parecido al príncipe azul de los cuentos de hadas, que toda chica desea tener. Ella, la mejor amiga con la que deseaba encontrarme desde hace siete años, única e incondicional. Muchos decían que era la chica perfecta para él. Yo, situado j...