Capítulo veintinueve

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La oscuridad sólo me hacía desearlo más. Me hacía querer acercarme de una manera casi incontrolable. Pero la voz en mi cabeza mascullando el nombre de mi mejor amiga impidió todo tipo de incoherencia que mi mente pudo haber producido.

—Nagisa—me llamó, haciendo que regresará al momento—. ¿Estás bien?—preguntó.

—Sí, yo... sí—tartamudeé.

—Bien—se bajó del auto y quise quitarle la oportunidad de ser caballeroso, porque todo aquello no ayudaba mucho en el asunto del enamoramiento absurdo en el que ahora estaba metido. Pero la puerta no abrió. Él rápidamente se encontró de mi lado y él mismo la abrió para ayudarme a bajar.

Subimos por las escaleras hasta el tercer piso y llegamos por fin al departamento. Karma parecía relajado, sin embargo, yo seguía sintiéndome culpable.

Abrí la puerta con el corazón palpitante de desazón y visualicé por un momento cómo debía ser el mundo.

Gakushū se encontraba con Akari y ambos miraron al instante hacía donde Karma y yo, la expresión de cada uno era distinta, la de ella era un rostro inquieto, preocupado, sin duda; la de él estaba tranquila, serena. Me pregunté cuál sería la mía.

— ¡Oh allí están! —exclamó y corrió a abrazarnos. Yo sólo me quedé quieto y confundido.

—Elfo, ¿por qué no te llevaste tu celular? —se quejó—. Karma, ¿por qué no respondías el tuyo? —inquirió al interpelado.

Más que una amiga que se sintiera engañada o especulando alguna artimaña parecía madre preocupada como cuando sus hijos no llegan a casa y pasa de la media noche. Me sentí más culpable que antes.

—Lo siento, amor—dijo Karma, y en la última palabra el corazón se me encogió adolorido—. Llevé a Nagisa a la feria, ¿recuerdas que me contaste que jamás había ido a una? Bueno, quise hacer algo realmente lindo por él—me miró y me sonrió, pero con una de esas sonrisas que te dan los amigos: expansiva y sin rastro alguno que me hiciera confundir—. Y, además, pasé a saludar a Gaspar, recuerda que hoy es su cumpleaños. Por cierto, te mandó saludos—se acercó a Akari y besó su frente.

Capté la escena desde muy cerca y el corazón aun encogido en alguna parte de mi pecho, se sacudió violenta y dolorosamente. Akari se tranquilizó.

—Pero debiste al menos avisarme, amor—musitó y se alzó en puntillas para besar a Karma en los labios.

Ya no pude mirar más, bajé la cabeza y me retiré con rapidez hasta llegar a donde Gakushū estaba quien se encontraba también con la mirada gacha. Esa escena le lastimaba tanto como a mí.

—Pero, ¿te divertiste, Nagisa? —me preguntó Akari, con una sonrisa sincera cuando se hubo desocupado de los labios de su novio.

—Seguro, aunque casi muero arriba de una montaña rusa—dije, aparentando que todo estaba bien. Akari estalló en estruendosas risotadas y luego miró a Karma.

— ¿Le hiciste subir a una montaña rusa? ¿Cómo lo lograste? Yo lo he intentado tantas veces y siempre me dice no—dijo, sorprendida y divertida. Karma se encogió de hombros.

—Supongo que tengo don de convencimiento—bromeó.

No estuve en desacuerdo con Karma, aunque su definición de "don de convencimiento" sería algo así como "retenerme en sus brazos para no dejarme escapar".

Miré los mimos que Karma y Akari se hacían y me sentí mal, sin hablar del ya tan lastimado bombeador de sangre bajo mi pecho.

Gakushū me codeó y me hizo seña de que nos fuéramos de ese lugar. A ambos nos lastimaba. Le tomé de la muñeca y le dirigí hasta mi habitación. Cuando cerré la puerta entonces supe que la atención de ambos estaba en nosotros. Lo último que quería era que Akari y Karma pensaran mal acerca de mí y de Gakushū, pero tenía el corazón demasiado adolorido como para detenerme a pensar en otra cosa.

Gakushū se sentó en mi cama y yo me quedé recargado a la puerta. Ambos nos miramos por un largo instante, como si nos comunicáramos con los ojos. Hasta que él rompió el silencio.

—Me imagino que te divertiste mucho—dijo.

—Como nunca—admití y me retiré de la puerta para sentarme a su lado—. ¿Y qué hay de ti? ¿Por qué estabas con Akari ?

—Bueno, al no encontrarlos a ustedes aquí, me llamó a mí, y tú sabes que no desaprovecharía alguna oportunidad para estar con ella y tampoco iba a dejarla sola—confesó con una enorme sonrisa en el rostro.

— ¿Te confieso algo? —musité tumbándome en la cama, para seguido soltar un enorme suspiro. Gakushū se giró sobre su asiento y me miró desde arriba.

—Dime.

—Amo a tu hermano—susurré, como si ellos pudieran oírme.

—Cuánto lo siento—se rió y me palmeó la pierna, cerca de la rodilla.












♡⇨♤⇨♧⇨☆

Disculpen la tardanza, he aquí con ustedes un nuevo capítulo.

Toda esta semana he estado de vacaciones, y me había propuesto a escribir mis historias, editar y limpiar los dous o cosillas karmagisa, pero la flojera pudo más que yo y no logre hacer mucho.

Pero ahora si cada semana tendran un cap nuevo.

Muchas gracias por todo su apoyo, realmente se los agradezco de todo corazón.

Manual de lo prohibido 「Finalizada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora