Capítulo cuarenta y seis

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El olor a alcohol me invadió las fosas nasales y casi llegó hasta mi garganta, haciéndome arrugar la nariz y carraspear. Comencé a abrir los ojos poco a poco y divisé una silueta junto a mí.

—Karma—susurré, pero la voz que respondió a mi llamado no fue la misma que había escuchado antes.

— ¿Ya estás bien, Nagisa?

Me tallé los ojos y luego parpadeé repetidas veces para aclarar mi vista. Yūji tenía un algodón en su mano izquierda y la mirada bien puesta en cualquier cambio en mi expresión.

— ¿Dónde estoy? —pregunté, mirando a mi alrededor, pero al instante hubo otra pregunta más importante y volví a pasar la mirada por el lugar, pero esta vez con desesperación—. ¿Dónde está Karma?

—Tranquilízate, dime que estás mejor—insistió Yūji —. Estás en la parte trasera del salón.

— ¡Estoy bien! ¿Dónde está Karma? —el lugar estaba más oscuro que alumbrado, pero lo suficientemente claro como para examinar cada rincón.

La boca comenzó a temblarme con un "No" inquieto en los labios por temor a que todo hubiese sido sólo una alucinación en mi cabeza.

Tomé a Yūji del cuello de su camisa, inclinándome hacía él y percatándome de que estaba recostado sobre un sofá viejo con olor a humedad.

— ¿Dónde está Karma? —casi grité, me encontraba desesperado, creyendo que me estaba volviendo loco, si es que aún no lo estaba.

El silencio de Yūji me hizo pensar lo peor y sentí que el corazón se me encogía acongojado en el pecho.

—Él está... está hablando con un chico, justo afuera de la habitación—dijo y mis ojos reflejaron la sorpresa que sentía. Mi corazón le ganó al pensamiento en mi cabeza y revivió con estruendosos latidos golpeando contra mis costillas.

Me levanté del sofá, como impulsado de éste e ignoré el lacónico mareo que me sucumbió la cabeza. Caminé agitadamente hasta la puerta del lugar y estando entre abierta logré ver lo que mi corazón pedía a gritos volver a sentir. Reconocería aquella espalda ancha entre millones y no dudé en salir a su encuentro, pero el nombre que pronunció me congeló los pies en el mismo sitio sin músculo movible alguno; trayéndome a la memoria el segundo antes de desmayarme.

—Yūma yo...—tartamudeó un poco, pero volver a oír el sonido de su voz fue como para un ciego volver a ver la luz del sol—, es que no te entiendo.

— ¿Qué es lo que no comprendes, Karma? —la voz del chico me incitó a fijarme en él; tenía el cabello negro en puntas, con dos pequeñas antenas de pelo en la parte superior de la cabeza, sus ojos eran de color oro pálido, era un poco más bajo de estatura que Karma y eso sólo era por algunos centímetros, ya que le llegaba un poco por arriba de su barbilla. Su boca era delgada y su nariz fina al igual que su frente lo hacían lucir como un modelo de revista—. Te lo estoy diciendo de la manera más sencilla que puedo— continuó—; terminar fue un error, ¡me afectó tanto cuando me enteré que te habías ido! —dijo lleno de melancolía, hasta yo pude notarlo.

Así que "ella" resulto ser "él", y era persona que tenía a sólo unos metros era Yūma. Cuando recordé lo que Karma me había contado, casi quise salir a arrancarle los pelos con mis propias manos. Ahora me encontraba en un gran dilema, porque si él fue su "novia" entonces......Karma...

—Nagisa—Yūji me llamó sacándome de mis pensamientos, pero no me moví, seguí allí, tras la puerta, escuchando y viendo todo.

—Yūma—Karma tardó un momento en continuar y luego habló despacio—: cuando estábamos juntos, todo lo que yo te dije era sincero y real. Fuiste la pareja que más... quise, además de ser mi primer novio—volvió a silenciar y junto a aquella falta de sonido, mi corazón se desplomó.

Manual de lo prohibido 「Finalizada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora