Capítulo diecisiete

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Las manos y mis piernas me temblaban, tenía que decir algo. Miles de ideas pasaron por mi cabeza, pero ninguna era lo suficiente creíble, sin embargo, opte por abrir la boca y dejar que lo primero que saliera fuera ni excusa.

—En... mi... amigo... que dejé en Japón—inventé.

— ¿Qué clase de amigo? Cualquiera podría enamorarse de un amigo—inquirió.

—Enamoramiento no, Hiroto—especifiqué de nuevo, Karma sólo se mantenía en silencio, pero atento—. Y es... un amigo, amm... cercano y...—me estrujaba los sesos para poder seguir poniéndole palabras a mi mentira—, y... a una amiga también le gusta, entonces...

—Tienes miedo de perder la amistad de tu amiga por haberte fijado en el mismo chico que ella—completó Hiroto.

— ¡Exacto!

—Bueno y, ¿quién se fijó primero en el chico?

—Ella—musité, con pesar.

—Pero tú ya te fuiste de Japón, ya no importa o ¿sí? —dijo Karma, quien había estado como una estatua hasta ahora.

—Eemm...—murmuré.

—Igual yo creo que lo hubieras hablado con tu amiga, en vez de especular tú solo las cosas y castigarte a ti mismo—interrumpió Hiroto—. Digo, no era su novio y ella no era tu mejor amiga—se encogió de hombros.

Me solté a reír y ambos me miraron. Si Hiroto supiera a quién me refería ni siquiera habría dicho lo último.

— ¿Qué es gracioso? —preguntó Karma.

—Nada, sólo que... nada—manoteé con la mano restándole importancia.

— ¡Mira, Nagisa! —dijo de repente Hiroto—. ¿Ese lugar no te parece ideal para una fotografía? —apuntó hacía un edificio a lado de un canal que se extendía magnífico por el este.

—Qué buen gusto tienes Hiro—concordé—. Creo que le tomaré una—saqué con la mano libre la cámara de mi bolso y luego me quedé en silencio, sin actuar. Me sentía tímido porque Hiro aún mantenía su mano atada a la mía.

—Hiroto, creo que Nagisa necesita sus dos manos—farfulló Karma.

—Oh, cierto. Discúlpame—enrojeció un poco y soltó mi mano a la que inmediatamente le pegó el aire gélido del medio día.

Le sonreí y apunté el lente de la cámara hacía el monumento para seguido sacar la fotografía.

—Un fiore per la ragazza? —musitó alguien detrás de mí.

Me giré y obtuve la imagen de una señora con un canasto de rosas rojas quien le hablaba a Karma, mientras que Hiroto estaba distraído mirando las palomas.

Karma me miró y luego me sonrió. Entonces miró de nuevo a la señora.

—Quanto costa una? —preguntó.

—Un euro—dijo la señora.

—Dammi uno.

Ella le acercó la canasta y Karma escogió una rosa entre el puño, y luego, sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña moneda.

—Ecco—le dio la moneda y le sonrió.

—Grazie bel giovane—dijo la señora y luego me sonrió a mí para después alejarse e ir a ofrecerle sus flores a la demás gente.

No había aprendido aun italiano, pero al menos, ya estaba un poco más familiarizada con las palabras y pude entender la conversación entre ellos. Ella le había ofrecido una rosa, él le había comprado una. Simple. Seguro se la llevaría a Akari.

—Ten—pero...me la ofreció a mí y me dejó en blanco.

— ¿Qué? —musité torpe.

—Es para ti—dijo, como si hubiera adivinado mi pensamiento anterior.

—Gracias—tomé la flor entre mis manos y sentí que el rubor corrió por mis mejillas pintándolas, así que desvié mi rostro y miré a Hiroto, quien aún seguía entretenido observando el centenar de palomas que volaban en el cielo y otras que caminaban por el suelo de la plaza.

Alcé mi cámara y tomé una fotografía de su perfil justo en el momento exacto en que las palomas volaron. Una fotografía maravillosa. Hiroto me miró.

—Hey, pudiste haberme avisado—me dijo y yo reí.

—No, creo que saliste más lindo así.

Él se sonrojó de nuevo, y luego bajó la mirada percibiendo así la flor en mi mano.

— ¿Y esa flor? —preguntó.

—Se la di yo—dijo Karma, con más orgullo del necesario.

—Rayos, entonces yo tengo que comprarte un ramo completo—bromeó.

—Lo haces parecer una competencia, Hiro—dije, queriendo seguirle la broma, pero lo cierto era que dos hermosos ángeles estaban cortejándome y el tono casual en mi voz no era muy espléndido.

—Claro que no es una competencia—dijo él—, yo no estoy compitiendo con nadie; Karma no es un jugador, él ya tiene dueña—bromeó Hiroto, palmeándole la espalda a Karma.

Karma sólo sonrió, pero a esa sonrisa le hacía falta... ¿alegría?

—Me haces sentir como un trofeo—dije haciendo un mohín.

—Non un trofeo. Tu sei una principessa bella e mi piace essere il vostro principe—musitó.

El rostro de Karma se endureció y su ceño se frunció ante las palabras que Hiro había pronunciado. ¿Pero qué había dicho?

—Dillo in giapponese—le farfulló Karma.

—No, mi vergogno—musitó Hiroto.

—Qual è il tempo a flirtare con lei? Non capisce—el rostro de Karma se volvía serio y su voz no tenía ese tono amable.

—Perché so che gli piace l'accento italiano—respondió encogiéndose de hombros.

—Non vedo il punto—Karma se cruzó de brazos y luego me miró.

No sabía cuál era mi expresión, pero hasta sentía un signo de interrogación dibujado por encima de mi cabeza. Odiaba no entender nada.

—Dijo que eres una bella princesa y que a él le gustaría ser tu príncipe—me dijo, pero parecía molesto.

—Stai zitto! —protestó Hiroto a Karma, enrojeciendo por completo.

Miré a Hiroto enternecido omitiendo el hecho de que me dijera "princesa" sabiendo que soy un chico.

—Qué lindo eres, Hiroto. Gracias—dije, y él enrojeció más. Sin embargo, Karma permanecía de brazos cruzados y con rostro duro.

La fierecilla apareció de pronto, bailando de alegría porque creía que lo que Karma tenía eran celos y aunque no quisiera aceptarlo, a mí también me gustaba la idea.

Manual de lo prohibido 「Finalizada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora