Capítulo treinta y tres

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Karma se percató de la tensión de mi cuerpo y detuvo el vals.

— ¿Ocurre algo? —me preguntó.

—No—musité—. Ya vengo—me deshice de sus brazos y corrí a buscar a mi amiga.

Qué tonto había sido, ¿cómo se me ocurre a mí estar con su novio enfrente de ella? Estaba abusando de mi suerte. Me abrí paso entre la gente, desesperado por encontrarla, hasta que la divisé afuera, mirando hacia el cielo. Maldición, la había lastimado, y ahora mi corazón latía angustiado.

Salí al exterior con paso vacilante e instantáneamente el aire gélido me rozó la cara. Me acerqué a ella.

—Akari, yo...—¿qué clase de disculpa le debía?, sabía que le tenía que dar alguna, pero, ¿cómo?

Se giró al sonido de mi voz y me miró con ojos extraños. No era una mirada de rencor, enojo o algún sentimiento parecido; simplemente era extraña. Me sonrió.

— ¿Crees que sea buena idea irme? —soltó y mis ojos se abrieron como platos.

Oh, no. Volvería a huir de nuevo y todo por culpa mía.

— ¡¿Irte?! Akari, ¿por qué? Escucha, ¡no es lo que tú piensas! —mascullé, atropellando las palabras.

— ¿De qué hablas? —rió, pero esa aparente diversión no llegaba a los ojos.

—Sé que se veía mal, pero, juro que no hay nada entre Karma y yo—supliqué.

— ¿Qué? —volvió a reír—. Nagisa, ¿dé que hablas?

—Nos viste bailando y...—murmuré, ahora confundido.

—Fue sólo un baile, Nagisa—dijo—. Eso no tiene nada de malo.

—Ah... entonces, ¿de qué hablas tú?—pregunté, sintiéndome de verdad tonto.

—El señor Bianchi quiere que lo acompañe a la inauguración de un nuevo teatro en Verona. Soy la mejor actriz que él tiene—explicó.

—Oh—exclamé al entender—. Pero, ¿te irás?—inquirí, ahora captando su anterior comentario.

—Sólo sería por dos días, pero no sé aún—se encogió de hombros.

— ¿Por qué no? digo, es una buena idea. ¿Te pagarán?

—Sí, sería como si trabajara.

—Entonces es genial—dije—. ¿Cuándo te irías?

—Mañana en la noche.

—¿Qué? ¿Tan pronto? —cuestioné y se encogió de hombros una vez más.

—Es por eso que no he decidido aún. Además, me cuesta dejarlos; a ti, a Karma, a Gakushū—sonreí en mi mente cuando consideró a Gakushū.

—Sólo serán dos días, Akari. Pero, ¿tú quieres ir?

—Me gustaría—asintió.

—Entonces ve.

—Tengo que comentarlo también con...

La puerta se abrió y de ella salió aquel joven danzante que me tenía en sus brazos hace unos instantes.

—...Karma—terminó Akari.

—Akari, aquí estás—dijo, y luego me miró; como si al que buscase hubiese sido a mí ya que sus palabras habían sonado huecas.

—Qué bueno que apareces, Karma—dijo ella—. Tengo algo que decirte.

— ¿Sobre qué? —inquirió el interpelado.

—Haré un viaje de dos días a Verona con el señor Bianchi por la inauguración de un nuevo teatro—anunció.

— ¿Cuándo te vas? —aquella pregunta que salió de los rosados y rellenos labios de Karma no pareció del todo tierna.

—Mañana por la noche.

—Oh. Bien.

Guardé silencio, no sabía si era mi imaginación o la conversación entre ellos carecía de calor, era una plática fría, como si ambos estuvieran molestos con el otro y nadie se pusiera a considerar los hechos. Me percaté también de que Akari no lo discutió con Karma, sino que ya había tomado la decisión y sólo se la hizo saber.

—Chicos, vamos adentro; aquí hace frío—musité, dándole un doble sentido a mis palabras.

—Claro—dijo Akari .

Entramos de nuevo y al instante ella tomó la mano de Karma, cosa que hizo que la fierecilla, hasta ahora desaparecida, diera señales de vida. Pero esta vez ya no parecía celosa, aunque sí lo estaba, pero se encontraba más triste que enojada. Yo tenía que entender que él le pertenecía a Akari y nada iba a cambiar aquello.

— ¿Bailamos? —le preguntó Karma y mi corazón se contrajo en mi pecho, dolido.

—Claro—aceptó ella.

—Iré a sentarme por allá—dije, mientras señalaba el lugar que antes había ocupado.

Akari me sonrió con una sonrisa muy carente de alegría; mientras que Karma, ni siquiera me miró.

Me estaba confundiendo horriblemente; estaba entre el sí y no acerca de descifrar sus sentimientos hacía mí. Juro que no lo entendía.

Cuando me senté, los miré acomodados en la pista, bailando una canción y no una melodía, aunque era igual de lenta.

Tenía que deshacerme de inmediato de todas mis especulaciones, de todo tipo de pensamiento en el que cavilara a Karma. Él no debía de estar rondando en mi cabeza, vagando junto a las fantasías implacables que se desataban con cada mirada o tacto suyo.

Volví a prestar atención a ellos. Eran la pareja perfecta, sin duda. Y aunque estaba terriblemente confundido por el actuar de Karma; sí tenía una cosa en claro... no permitiría que jugara conmigo, ni mucho menos con Akari, y por supuesto, tampoco que le rompiera el corazón.

—Vuoi ballare con me? —la voz de un joven de cabello castaño, algo alborotado me hizo mirarle.

Me tendía la mano, como Karma lo había hecho antes. Pude adivinar entonces que me pedía un baile. Pero no tenía muchas ganas de bailar con otro chico.

—Lo siento, no hablo italiano—sonreí.

—Oh, si parla giapponese. Si prega di ballare con me—no sabía qué había dicho, pero no quitaba la mano extendida hacía mí.

Miré hacía la pista de baile y ellos seguían allí, moviéndose al sonido de la música. Yo no tenía que quedarme aquí sentado, abandonado; además el muchacho que me pedía un baile era apuesto. Sus ojos cafés y sus labios rosados y rellenos me recordaron en cierta parte a Karma.

—Qué más da—farfullé y me levanté de la silla, aceptando la invitación de baile.

Él me sonrió y me condujo hasta la pista, en donde al instante atrajimos la atención de la pareja a mi lado. Akari y Karma.

Ella me sonrió, mientras que él frunció el ceño. ¿Y ahora qué pretendía? ¿Quería tenernos a nosotros dos para él nada más? Pues estaba muy equivocado, aun así, me doliera en lo más profundo de mi alma, él sólo sería de Akari, nada más.

Les di una sonrisa de autosuficiencia, sintiéndome orgulloso no sé de qué. Y volví mi mirada al chico que bailaba conmigo, mientras que la de Karma no se despegaba de mí.















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Ya es tarde pero estamos a tiempo (?).

Espero les guste y ¡muchas gracias por su ánimo y apoyo!

Manual de lo prohibido 「Finalizada」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora