Capítulo 20: Sacar partido

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Nada más me levanto por la alarma del móvil ya estoy sudorosa. Soñar a que estoy saliendo con Nash de Jabberwock mientras tengo una relación seria con Murasakibara Atsushi de Vorpal Sword es increíblemente incómodo. Salgo de la cama haciéndome paso entre las cosas que tiré en la noche nada más llegar. Me dirijo al armario y cojo lo primero que veo -una falda negra hasta las rodillas, una camisa blanca que resalta bastante mis pechos aunque lleve sujetador y unas converse blanca y negras- para luego ir directa al cuarto de baño lista para ducharme. Es durante la ducha cuando me doy cuenta de algo: hoy era el torneo.

Por la noche se decidiría quienes eran los monos y los campeones.

Tengo miedo.

   Tengo miedo de que pase u ocurra algo de lo que no me sienta orgullosa; ni yo ni nadie. El rostro de Murasakibara destrozado por la tristeza aparece de nuevo en mi cabeza haciendo que mi corazón se detenga por la tristeza. ¿Cómo he podido soñar con aquello aún teniendo pareja? ¿Es normal. Desde que tengo pareja no he escuchado que tener sueños eróticos con un chico al que apenas conoces y no quieres hacerlo sea lo normal cuando estás a falta de algo. Murasakibara no es el tipo de chico al que sea difícil de complacer. Ten en mano: dulces, paciencia y cariño para él y ya está... ¿Eso es bueno? ¿No es un poco...machista y triste por mi parte? ¿Debería...no sé, dejarme ilusionar con algo que haga él y no yo siempre que pueda tenerlo a mi plena disposición?

   Tener novio para mi ahora es algo como tener que secuestrar a tu pareja para que haga algo contigo sin contar las veces en las que nos encontramos en el gimnasio de Yosen con permiso de la entrenadora de la institución, el director y el capitán del equipo. Ellos también irán al torneo al igual que las otras instituciones.

   Salgo de casa dispuesta a comerme el mundo. Metafóricamente, claro. No he desayunado nada a parte del chicle que llevo ahora en la boca. Es de menta y es el único que me quedaba con la buena suerte de no tener que cepillarme los dientes para salir. Hoy parece que todo saldrá bien por muchas que sean las razones para que no sea así. Un día soleado, caluroso y perfecto para entrenar en la cancha del baloncesto del gimnasio donde todos deberían de estar ya. Sería así si yo no tuviera que ir a por mi pareja a su casa para que haga algo a parte de comer, dormir y entrenar cuando le apetece a él. Ayer Akashi me defendió ante aquellos ingleses. Le debo algo más que un favor. A saber lo que me hubiera pasado si no hubiera dado la cara por mi.

   Una vez llego a la casa de Murasakibara toco el timbre y espero bajo el pequeño tejado de la entrada a que salga.

   A diferencia de los demás, la familia de Murasakibara y la mía viven en casas de dos o tres pisos en un barrio familiar; no en un complejo de apartamentos. La familia Murasakibara tiene cinco hijos, y de distintas edades. Sé que dos de ellos son independientes, mientras que los otros tres, entre ellos Atsushi, están en la casa por ser los pequeños. La genética les ha salido diferente a todos a grandes pasos. Entre todos los hermanos, el menor de ellos es el más alto igual que en los estereotipos. Mi letargo desaparece cuando la puerta se abre más rápido de lo pensado. Murasakibara aparece por ella vestido con ropas perfectas para hacer deporte, una mirada vaga y unas patatas fritas en la mano.

No me sorprende esto último, pero sí la ropa deportiva.

-Akashi, ¿verdad? -pregunto.

-Sí -afirma-. Aka-chin me llamó hace rato para que fuera. Sabía que ibas a venir.

-Qué suerte la mía -digo, sarcástica-. ¿Puedo pasar? Aún queda tiempo.

-Mmm... -accede.

   Paso cuando se hace a un lado al entender inmediatamente que no podría pasar sin que él no se apartase. El estilo de su casa me recuerda a la decoración en la casa del protagonista de la serie «Shin-chan»: humilde y hogareña. La puerta del salón está abierta, al igual que la de la cocina, mientras que el baño está cerrado y se escucha el agua caer. Alguien debe de estar bañándose. Las escaleras a la segunda planta se oscurece cuanto más subes. Sin embargo, eso no es rival para que yo evite ver un retrato familiar en la parte más alta. Me descalzo y toco la tarima del suelo japonés con las yemas de los dedos. Están calientes por ser verano; si fuera invierno, estarían congeladas.

BEFORE the FALLEN -[Murasakibara Atsushi] [Kuroko No Basuke]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora