Capítulo 17: Inmesión

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Las manecillas del reloj están girando. Pero, aunque sea a la velocidad programada, a mi me parece una eternidad. Atsushi sujeta mi mano con fuerza, chupando un caramelo en silencio; mi hermano y Amelia están en la misma posición -sentados enfrente de nosotros y abrazándose mutuamente. Para una conversación más privada, hablan en un alemán fluído que no comprendo-, apoyándose el uno en el otro. El único que falta, y que no me sorprende después de lo que sucedió ayer, es nuestro padre. No es de extrañar, repito. A mí me daría vergüenzadar la cara después de que toda la verdad sobre ti fuera expuesta en público; por si fuera poco, que fuese tu familia.

   Ha pasado una hora desde que el médico nos informó que mamá había pasado por quirófano una última vez, para arreglar algo que no habían visto. Son médicos. Jodidos expertos. ¿Qué diablos se les ha pasado para que tengan ahora tanta prisa? Se supone que yo estoy haciendo clases extra de enfermería para intentar no comerme la cabeza con lo que haré en un futuro, para tener otra alternativa por si decido cambiar de opinión, y ni siquiera ellos son capaces de hacer algo bien. Soltando la mano de mi compañero, me froto los ojos en un intento de no disiparme. Aún no me siento recuperada del todo por la falta de sueño, y entre eso y que como aparezca mi padre ahora mismo por la puerta, soy una bomba de relojería.

   Noto que algo me toca la rodilla. Giro lentamente la cabeza, aguantando un bostezo y con una mirada perezosa. La rodilla de Atsushi me roza de nuevo, una y otra vez. Extrañada, alzo la cabeza y lo miro intrigada.

-¿Qué pasa? -murmuro. Delante de nosotros, Amelia y mi hermano dejan de hablar en alemán durante unos segundos para prestarnos atención; un poco después retoman su conversación mirándose entre ellos, acurrucados en los diminutos asientos.

   Si Atsushi y yo hiciéramos eso nos romperíamos la espalda, ambos, en el intento. No es por la altura ni por nada del estilo, sino porque, seguramente, los dos tenemos la peor flexibilidad que la humanidad haya podido crear. Dicen que los europeos son muy buenos en ese tipo de cosas, y ahora mismo no lo pongo en duda al ver como Amelia está colocada; las piernas encima del asiento y aún así poniendo moverse como quiera.

-Sobre lo de América... ¿Sigues queriendo ir?

Lo miro a los ojos.

   Hay un brillo desconocido que los recorre mientras espera mi respuesta, cosa que temo darle. Pero cuanto antes terminemos con este asunto -el jodido asunto de mi viaje-, antes podremos hablar con más normalidad. Yo sin el miedo a decirle cualquier cosa que me ronde la cabeza al verle; y él a que deje de tratarme como una muñeca de porcelana.

-Sí, pero estoy pensando posponerlo.

-¿Por qué? -dice un poco sorprendido.

Sacudo la cabeza.

-¿Estás de broma? Si me voy ahora, mientras mi madre está en el hospital, me puedo despedir de todo. Sería una falta de respeto.

   Él me mira. Yo le devuelvo la mirada acompañada de un suspiro, y de un chasquido involuntario de mi lengua contra el paladar. Lo último que nos faltaba en esta situación es que discutiéramos, cosa que espero que no pase. A parte de que me moriría de vergüenza es la única razón por la que no estoy llorando; él es uno de mis pilares para que no me tire al suelo directamente y me eche a llorar hasta que me duelan los ojos. En esa situación, dudo que alguien me pueda tranquilizar. Lo más seguro que pasaría es que me tuvieran que inyectar un calmante o algo parecido.

-Eso no es lo que dices siempre.

-No es que mi madre esté siempre en el hospital.

Sus ojos centellean.

BEFORE the FALLEN -[Murasakibara Atsushi] [Kuroko No Basuke]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora