Capítulo 11: Oscuridad

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Un estornudo me coge por sorpresa.

   Okamura vuelve la cabeza hacia mi, entre divertido y sorprendido. Deja lo que estaba haciendo para acercarse a mí y posar una mano sobre mi frente, teniendo cuidado de no introducir uno de sus grandes dedos en mis ojos. Cierro uno de ellos extrañada.

–Creo que no deberías de haber salido de casa –dice Okamura–. ¡Oye, Murasakibara! Eden se ha resfriado. Tiene fiebre.

–¿Ah?

   Vuelve la cabeza hacia nosotros lleno de sudor, con el pelo revuelto y la mirada más extraña que la mía. Los demás detienen el juego para imitarlo, probablemente más sorprendidos que Murasakibara. Fumikage es el más sorprendido en vernos, ya que, bueno, Liu es aburrido por naturaleza; su rostro a penas muestra emoción.

–Lo que escuchas. ¿Cómo se te ocurre dejar que salga de casa con el pelo empapado? –lo golpea en la cabeza echándole la bronca. Murasakibara gruñe en respuesta–. Eden se ha resfriado. ¿Qué tipo de novio eres?

No es Murasakibara quien responde a la pregunta, sino que alguien con la adrenalina al límite.

–Claro, porque tú sabes mucho de relaciones, ¿no? –provoca Fukui.

–¡Deja eso ya! –exclama Okamura alejándose.

   Vuelvo a estornudar. Puede que sí haya cogido un resfriado al salir de casa, en pleno invierno y con el pelo empapado tras haberme duchado. Vuelvo a estornudar.

–Creo que me vuelvo a casa. No me lo encuentro bien.

–¿Lo habéis escuchado? No sé encuentra bien, que es justamente lo que yo decía... ¡Pero como nadie me hace caso!

–Nadie te hace caso porque pareces un gorila, Gorila.

   En medio de su disputa, Murasakibara acaba llegando hasta mi posición. Cuando pienso que mis estornudos y botes terminan de una vez, uno más nos interrumpe. Me sorbo los mocos, incómoda por no tener un pañuelo con el que me pueda sonar la nariz y molesta porque haya llamado la atención. ¿No podrían dejarme a mi bola? Tampoco es que me esté muriendo...

   Murasakibara posa su mano, al igual que su compañero de equipo, en mi frente. Está sudada y el estómago se me revuelve. A su vez, pongo los ojos en blanco.

–¿No te encuentras mal?

–No, ¿porqué?

–Porque tienes fiebre –dice–. Deberíamos volver a casa. Será lo mejor si quieres no coger un resfriado.

Hago un puchero.

   ¿Cómo puede pensar en eso? Tengo una buena alimentación, física y mental, y me encuentro como una rosa. Es imposible que tenga fiebre tan de repente. Debería de encontrarme peor de lo que estoy ahora, cansada o mentalmente agotada. O por lo menos tener dolor de cabeza. En todo caso, eso se debería al estrés al que mi familia me somete siempre; migraña, seguramente.

–Me encuentro perfectamente –le gruño.

–Ahora, pero después te empezarás a sentir mal. Y se supone que eres tú quien me arrastra a casa después de un entrenamiento –me informa–. No yo quien te lleva a casa.

Sacudo su mano de mi frente.

-Me encuentro bien -le repito.

-Ya, claro -dice con sacarmo-. Vamos. Te llevaré a casa antes de que te pongas roja.

-¡Pero que...! -me interrumpe cogiéndome de la muñeca y tirando de mi.

-Vamos, Ed-chin.

   Intento sacarme su agarre, pero al ser más fuerte que yo no le cuesta nada arrastrarme con él sin ningún esfuerzo.

BEFORE the FALLEN -[Murasakibara Atsushi] [Kuroko No Basuke]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora