Capítulo 13: Silencio

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Mi padre se da la vuelta al segundo en el que la mano de Murasakibara roza su cabello engominado y bien peinado. La sonrisa de mi acompañante es la razón por la que la sonrisa de mi hermano se ensancha y tiene que irse corriendo a la cocina con Amelia, nuestra madre y nuestra abuela. Una vez llega allí, su risa suena por toda la casa a pesar de que la retenga. El acento alemán de Amelia resuena entre las paredes decoradas con azulejos de la cocina, pasando por el pequeño pasillo de la entrada y llegando hacia nosotros. No entiendo nada de lo que dice, por lo que debe de estar hablando en su idioma natal; no con el que se ha presentado, una mezcla de japonés y alemán extraño. 

-¿Pero qué...? -articula mi progenitor sacudiendo la cabeza para zafarse del agarre.

-Atsushi, déjale, por favor -suplico con la mirada para que lo suelte. Por mucha gracia que me haga, no puedo dejar que Murasakibara haga ese tipo de cosas a una persona que lo puede hundir moralmente en menos tiempo del que canta un gallo.

   Para mi sorpresa, Murasakibara lo suelta y se coloca a mi lado, unos pasos por detrás de mi guardándose las manos en los bolsillos de su traje.

-¿Qué es todo esto, Eden? -se queja mi padre rojo de ira. Pensaba que nunca lo vería de ese modo; no después de aquel día hace mucho tiempo. Cierro los ojos dejando que el aire fresco que se cuela por la puerta del balcón me golpee en la cara. Cuando los abro, mi padre fulmina con la mirada a Murasakibara.

-Soy su pareja, señor -responde él-. Si nos disculpa...

   Coge mi muñeca con la mano y me lleva con él aún escuchando el bufido de mi padre que desaprueba su carácter infantil y, quizás, un poco posesivo. La risa de mi hermano resuena por las paredes de la casa, y la voz de mi madre corrigiéndolo aún más.

   Entramos en la habitación que mis abuelos tienen reservada para las noches en las que nosotros nos quedamos a dormir en su casa, cerramos la puerta -aunque dejo una pequeña rendija para escuchar los pasos de la gente- y nos sentamos en lo primero que  vemos; Murasakibara en la cama de mi hermano y yo en un pequeño sofá al lado de la puerta en el que nuestra abuela nos contaba cuentos. Cruzo las piernas viendo como mi acompañante se echa hacia atrás apoyándose en sus brazos, sobre la colcha de conejos verdes y blancos.

–¿Puedo...ser sincera? –pregunto jugueteando con el comienzo de la falda. Los hilos azulados cuelgan de algunas partes, así como el delicado encaje blanco del interior por el tiempo.

   Haberlo guardado en el armario durante tanto tiempo a causado estragos que ni siquiera me había percatado al principio. Cómo, por ejemplo, partes del vestido destrozadas y a las que el ojo humano no hubiera podido llegar a localizar. Sin embargo, pensar en algo tan imposible como capaz de ser desarrollado en baloncesto como es el caso de Akashi hace que mis habilidades de costura sean apenas comparables con eso. A su lado, soy una tontería.

   Echo la cabeza hacia atrás al igual que mi acompañante está haciendo en la cama de mi hermano desde que se sentó. Por el rabillo del ojo llegó a localizar las pequeñas marcas de altura que teníamos mi hermano y yo cuando éramos solo unos niños. Las rayas azules eran las mías, y las verdes y calcadas con fuerza las de mi hermano. Incluso siendo un niño, ya era competitivo en todo lo que hacíamos. Con el paso del tiempo, esa faceta suya de quedar por encima de los demás fue desapareciendo hasta solo quedar en una personalidad que sale con sus conocidos cercanos; como nuestra endiablado padre. Por desgracia, y cosa que nos cuesta admitir, la habilidad de ser incapaces de soportar tonterías varias viene del comportamiento que vimos con el paso del tiempo en casa. Incluso mamá, que es la persona más dulce y optimista del mundo, posee parte de esa característica familiar.

Murasakibara se encoge de hombros y levanta la cabeza segundos después de que yo lo haga.

   Levanta las cejas, como si me diera la orden de que puedo hablar ahora me está atendiendo. Intento –digo intento porque no me salen las palabras como llevaba ensayando frente al espejo del baño– hablar con naturalidad frente a la persona que me ha apoyado y vuelto la vida imposible con su comportamiento infantil desde el día que nos conocimos en ese supermercado.

BEFORE the FALLEN -[Murasakibara Atsushi] [Kuroko No Basuke]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora