Dime que me amas.

791 55 83
                                    

Erendor entró estrepitosamente a la habitación de su nieto a las 7 am, asustando al pelirrojo que casualmente había salido de tomar una ducha.  

—¿Qué haces aquí tan temprano?—frunció el ceño.

Su abuelo actuaba muy extraño, tarareaba y caminaba por toda la alcoba muy alegre. "Alegre" era la palabra que no encajaba con Erendor, lo cual hizo que Tristán se preocupara.

—La verdadera pregunta es: ¿Qué haces que no te alistas? Azucena es quien recibe a los invitados, pero no significa que no tengas cosas que hacer aquí dentro.—le explica, sacando un conjunto de ropa que se veía bastante incómodo a su parecer.

Tristán parpadeó, ni loco se pondría lo que su abuelo escogió. No era de usar sus trajes reales muy seguido porque no se sentía como él mismo, y el que le escogió su abuelo estaba muy por fuera de sus limites. 

—No entiendo ¿Qué invitados?—cuestionó con una risa falsa.

Y como si hubiera dicho un mal chiste, Erendor se giró a verlo con cara de pocos amigos. Adiós a su buen humor.

—Tristán, no puedo creer que hayas olvidado tu propia fiesta de compromiso.

La noticia le cayó como un balde de agua fría al rey de Eraklyon, no podía ser posible, juraba que este día estaba muy lejano y que tendría tiempo para idear un plan para salirse con la suya. Cosa que nunca logra y, por lo visto, no logrará.

Suspiró.

—No vas a cambiar de parecer ¿Verdad?—dijo cansado.

Erendor lo abrazó por los hombros de manera paternal. Estaba harto de la misma conversación con su nieto y la respuesta seguía siendo la misma: no. Jamás permitiría ligar la sangre real con la de esa mocosa que solo causa problemas.

Ella no era digna. Fin de la discusión.

—Lo estoy haciendo por tu bien y el de Eraklyon, Tristán.—fue todo lo que dijo, pues ya sabe lo que piensa.

Dicho esto, se fue de la habitación para dejar al rey alistarse para ese día que Erendor pretendía que sea perfecto para él.

(...)

—Chicos, eso es trampa.—Esmeralda hizo un puchero.

Marga observó sus cartas otra vez y con mucho cuidado, paso una de ellas bajo la mesa para intercambiarla por una que tenía Corde. La menor de los tres los miró indignada.

—¡Los dos son unos descarados!—exclamó, lanzandoles sus cartas.

—No te pongas así, Esme.—a pesar de que intentaba hacerla sentir mejor, Corde no podía evitar reír.

—Ya van a ver, cuando Eloy venga en dos días les daremos una paliza.—sentenció la joven de lentes, cruzando los brazos.

—En primera: Eloy jugará conmigo, soy su mejor amiga.—aclaró Marga como si fuera obvio mientras iba a la cocina por un refresco.—Segundo, ¿Por qué el zopenco se ausenta? Jamás se pierde la noche de juegos.

—Algún compromiso real, dijo que iría a una fiesta muy exclusiva.—resume su hermana, recogiendo las cartas.

Corde caminó hacia la cocina y sacó del microondas lo que quedaba de la pizza que pidieron y la llevó a la mesa, Marga lo seguía de cerca con otras dos latas de refresco.

—Bueno, podrán ser muy sofisticados y de élite esas personas, pero no pueden comer con las manos.—expresó la morena, metiéndole un mordisco a su pizza.

Winx Club. Nueva Generación: One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora