La rebelión.

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—Estás consciente de que esto es tu culpa ¿Cierto?—Sky miró con decepción a su padre.

Erendor le molestó aquella mirada, se supone que deberían tenerle respeto y aceptar sus decisiones, no cuestionarlas.

—Ya sabes cómo son los pueblerinos más pobres: quieren todo para ellos.—se excusó.

Desde hace un tiempo,—desde la llegada de Erendor luego de su descanso.—la población de Eraklyon ha estado en constante movimiento contra el reino por la mala administración económica que Erendor ha impuesto, dejando más pobre a las personas con el aumento de impuestos. Todo ha pasado tan rápido que Tristán ni Sky están preparados para una furia así, nunca se habían enfrentado a un pueblo en desacuerdo, siempre habían estado a su favor.

Con el aumento de la pobreza, ya comenzaron a crecer las tazas de robos y secuestros. Erendor le pareció una excelente idea que se debían castigar y torturar a los que cometieran delitos para eliminar la delincuencia, provocando que para los ojos de la Dimensión, Eraklyon sea un reino dictador.

Los levantamientos y defensa contra el reino se estaban volviendo cada vez más fuertes y constantes, hasta el punto de amenazar a la familia real y atacarla en el castillo. Por suerte, los rebeldes dejaron claro que no tenían intenciones de lastimar a Bloom, conocían el protocolo y leyes del planeta y sabía que ella no tenía nada que ver.

Satisfecha, Bloom aprovechó para tomarse un tiempo en la Tierra, supo que su padre adoptivo estaba enfermo y quiso ir a ayudar a su madre. Les deseó mucha suerte a su esposo e hijo y se marchó.

Sky iba a contestar la excusa barata de su padre, pero fue interrumpido cuando dos guardias abrieron las puertas y dejaron pasar a un Tristán entre preocupado y molesto.

—Dos hombres que parecen liderar la rebelión, vinieron a dialogar con nosotros.—informó, mirando directamente a su padre.

—¿Cómo los notaste?—inquirió el rubio, hablando como si Erendor no estuviera en la sala.

—Se veían bastante tranquilos, pero exigían vernos ahora mismo.—el pelirrojo no sabía que significaba eso, no debían tener la guardia baja. Eso lo había aprendido en las dos guerras en las que participó.—Tienen un grupo armado fuera del palacio, parece que vinieron a proponernos algo.

—No vamos a aceptar ninguna de sus exigencias.—habló Erendor, claramente disgustado porque ellos dos quisiera hacerlo así.—Nosotros somos los líderes, ellos deberían ajustarse a las nuestras, no al revés.

—Tienen armas sorprendentemente avanzadas y un número de gente mayor que el que tenemos de guardias, sino queremos morir, es mejor portarnos bien.—le cortó su nieto, muy severo. Estaba furioso por todos los cambios que había hecho sin siquiera consultarlo con él y Sky. Erendor no entendía que ya no era el rey.

El más viejo gruñó, pero tuvo que aceptar, al fin y al cabo, no quería morir.

Caminaron rápidamente por los pasillos hasta llegar al salón principal, donde los esperaban una tropa de guardias reales y dos hombres en trajes iguales, siendo escoltados por cuatro guardias.

—Majestades.—ambos hombres se reverenciaron ante Sky y Tristán, pero no hicieron nada al ver a Erendor.—Es un honor tenerlos en persona, lástima que en estas condiciones.

—Nos gustaría que habláramos en un sitio más privado.—espetó el sujeto más alto, cabello castaño y ojos grises.—Se trata de negocios y puede que tarde.

—Por supuesto que no.—se apresuró a decir Erendor.

—Cierra el pico sino quieres que te dejemos fuera de la conversación.—Sky estaba harto de los berrinches de su padre.

Winx Club. Nueva Generación: One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora