Sustos que no dan gustos.

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—¡Atención, señoritas! ¡Este ejercicio valdrá la mitad de su nota final! ¡Así que procuren no hacer el ridículo!.

Codatorta caminaba de un lado al otro enfrente de los estudiantes de último año, dándoles indicaciones sobre la evaluación de ese día. La actividad sería en conjunto con las hadas de Alfea en una pista sobre un barco en medio de Andros, claro, con los permisos adecuados.

—¿Por qué Codatorta está manejando este ejercicio?.—preguntó un chico a Eloy, bajo para que el hombre mayor no lo escuchase.—¿Dónde está Marga? ¿O Alcides?.

El moreno iba a responder, pero Codatorta tenía un oído biónico, así que lo había escuchado a la perfección.

—¡Los profesores Marga y Alcides para ti, zopenco!.—le corrigió en grito.—¡No estaban disponibles hoy! ¡¿Tienes algún problema con mi manera de evaluar?!.

—¡No, señor!.—soltó un grito militar, muy asustado.

—¡Cinco puntos menos por interrumpir mi explicación!.—sentenció.

Eloy y Corde se rieron de su compañero, ganándose una mirada de advertencia por parte del profesor. En ese momento, la directora Mirta llegó junto con el grupo de hadas del último año y las alumnas más destacadas de años inferiores; Eloy se alegró de ver a Esmeralda entre ese grupo, harían la actividad juntos.

—Deja de babear y presta atención a las indicaciones, no voy a salvar tu trasero este año.—le advirtió Corde al ver que estaba distraído.

—¡Oye! Ahora si le dedico más tiempo a los estudios.—se sintió ofendido.

—Claro, porque tu madre está detrás de ti mientras lo haces.—se burló.

El moreno le miró mal y siguieron escuchando las explicaciones del profesor. Mirta se le unió, agregando la participación de las hadas como ayuda extra en los combates, dejó que todos escogieran sus grupos: dos hadas y dos especialistas.

Obviamente; Esmeralda, Eloy y Corde se pusieron juntos. Les faltaba una integrante, pero ninguna de las amigas de Esme había sido escogida para la actividad.

—¿Esperamos a que sobre alguien?.—preguntó el hijo de Musa, recorriendo la zona con la mirada.

—¿Esperar? ¿Nosotros?.—Eloy alzó ambas cejas.—Viejo, somos la jodida nueva compañía de la luz. Es obvio que se sentirán honrados de aceptarlos con nosotros... ¡Auch!.

Esmeralda le había pegado en la nuca.

—No fanfarronees, no se ve bien.—le recriminó.—¿Por qué no le decimos a Talía? Es de último año y parece interesada en unirsenos.

El azabache miró de reojo al lugar donde su amiga señalaba. Talía era una joven de su edad, cabello naranja de ojos azules muy oscuros. Los observaba de vez en cuando, pero apartaba la mirada rápido, apenada.

—Se ve algo tímida.—Corde hizo una mueca.—¿Tiene amigas?.

—Nunca la veo con alguien en los recesos.—comenta Esme, con su rostro lastimero.

Corde suspiró, es feo cuando te sientes incapaz de encajar en algún lugar. La chica parece que le asusta acercarse a las personas y eso, en parte, lo entendía.

Así que se acercó a su posición, regalandole una suave sonrisa. Talía lo vio aproximándose y se asustó, así que Corde aligeró la marcha para no espantarla.

—¿Talía, cierto?.—la muchacha asistió, desconfiada.—Mis amigos y yo nos preguntábamos si te nos querías unir.

Talía abrió mucho los ojos, asombrada.

Winx Club. Nueva Generación: One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora