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Miku pov.

El día de la ceremonia había llegado, cada invitado se encontraba en su respectivo lugar, y mi madre junto con el padre de kaito se encargaban de los últimos detalles.

Yo me encontraba en un cuarto, el vestido blanco cubría mi cuerpo, una tela blanca totalmente delicada se encargaba de cubrir mis cabellos perfectamente acomodados. Los nervios recorrían cada parte de mi y mordia mis labios repetidas veces mientras mis piernas me llevaban desde un punto a otro en la habitación.

-Calma, todo saldrá bien-. Escuché, y luego sentí como unas manos acariciaron mis hombros con paz.

Me giré de forma inmediata para observar aquella persona que me estaba dando paz. Aomi se encontraba ahí con sus ojos cristalizados mirándo fijamente los míos. - Te ves tan hermosa, jamás pensé que llegaría este día-. Unas lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas mientras acariciaba las mías con suavidad. -Mirate, toda una señorita apunto de casarse, y yo todavía recuerdo aquella niña que prácticamente crié. Jamás pensé que crecerias tan rápido-. Decía la mujer entre lágrimas de emoción y una sonrisa, no pude soportarlo más, la abracé lo más fuerte que mis brazos me lo permitieron. Mis ojos también se cristalizaron al escucharla. No pude decir una palabra mis lágrimas no me lo permitieron.

Kaito pov.

No podía parar de revisar mi reloj, me acomodaba el moño repetidas veces. Me mire en el espejo más de diez veces, busqué cada último detalle. Estaba tan inquieto esperando que me dieran la orden para ir al altar para así poder casarme con Miku de una vez y comenzar nuestra vida juntos.

En ese momento escuche un "toc-toc" en la puerta, era mi padre. -¿Puedo pasar?-. Preguntó entrando después de tocar. Afirme con la cabeza y continúe caminando en círculos. -¿Nervioso?-. Preguntó con una sonrisa tras cerrar la puerta. -Mas que nunca-. Respondí acomodando mi cabello por décima vez.

El sólo se sonrió y se me acercó. - Si tan solo tu madre pudiera verte ahora, estaría tan orgullosa. Mírate te pareces tanto a mi hasta en tus nervios-. Tragó saliva y continuó - Hijo, sé que no fui un buen padre estos últimos años y que hice lo más bajo que un padre podría hacerle a un hijo, lo lamento mucho, hoy en el día de tu boda, el día más importante para ti quiero pedirte perdón por todos aquellos años que te hice sufrir y pasar tantos calvarios, lo lamento tanto-.

No supe que responder y sólo se me cruzo por la cabeza abrazarlo, era mi padre después de todo, ambos nos quedamos en un silencio que parecía eterno, pero no había nada que decir.
Ninguna frase que pueda completar el momento, estaba más que claro en ese momento que mi perdón lo tenía desde hace ya mucho tiempo.

Tanto el como yo se nos había dibujado una sonrisa, era el momento. Por fin todo había llegado y cada cosa iba a ocurrir como lo había soñando desde hace algunos años, desde que me enamoré de miku para ser más específico.
Me gustaría poder visitar a mi madre poder abrazarla y decirle que seguí su palabra, que había cumplido su más grande sueño, que era un hombre de bien y sería el mejor esposo que pueda existir. Sólo me gustaría escucharla decir lo mucho que me ama y lo orgullosa que está de mi.

Pero las cosas ocurrieron así por sus motivos. Y así deberían quedarse, por más que duela. La hora había llegado.

Mi padre me guío hasta el altar, todos nuestros familiares y amigos se encontraban ahí, algunos me reconocieron otros No, algunos estaban muy felices al verme, recibi varias sonrisas mientras caminaba hacía el punto de encuentro que más nervioso me traía desde hacía algunos meses.

Me paré en el mismo y comencé a juguetear con mis manos en mi espalda y apretar mis labios con fuerza entre sí.

-Ey tranquilo principito, ¿qué pasa le temes al matrimonio?-. Molestaba burlón el enano nuevamente. Sólo sonreí ante tal pregunta, por supuesto que no le temía en lo absoluto al matrimonio. O bueno quizás no tanto.

Algunos invitados terminaban de llegar, otros se acomodaban y murmuraban entre sí, yo sólo observaba a mis alrededores imaginando desde que punto podría llegar miku. Derrepente las luces bajaron y una velada muy armoniosa comenzó a sonar, se hizo presente el silencio entre los murmullos y desde una puerta comenzó aparecer lentamente destellos color plata.

Todos se voltearon para presenciar a la mujer más hermosa del lugar, ese vestido blanco le quedaba tan bien, tan perfecto, trague saliva y me quedé observandola acercarse lentamente hacía mí, sentía como el corazón se me quería salir del pecho y correr directamente a ella.

No pude soportarlo más y unas pequeñas lágrimas de felicidad rodaron por mis mejillas, eso sólo aumento la dulce sonrisa de miku quien me observaba con tanta paz, con tanta dicha con tanto amor. Sujete con suavidad su mano y le ayude a pararse en frente mío. Ambos nos quedamos así observandonos fijamente con unas plenas sonrisas en nuestros rostros.

El dueño de la ceremonia empezó hablar, todos tomaron asientos y nosotros continuamos así, encantados uno con el otro. Debo admitir que me perdí tan profundamente en los ojos de esa encantadora mujer que nisiquiera tuve en cuenta el momento en el que preguntaron si aceptaba. - Si por supuesto que si-. Respondí.

-¿Y tu miku? ¿aceptas como esposo a kaito shion? Para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?-. Ella desvió la mirada de mis ojos para así responder de forma calmada. - Si, acepto-. Mi corazón latía a mil por hora más o menos.

Nose si el señor no terminó de mencionar las palabras o que pero mis labios se fundieron junto a los de ella en un cálido beso, mientras los espectadores aplaudían hasta mas no poder.









Un año después...

Caminaba de un lado a otro totalmente nervioso, nadie me daba respuestas y ya habían pasado una hora con veinte minutos.

-Oye príncipe siéntate a esperar como los demás nada malo va a pasar ya calmate-. Decía el rubio cruzado de brazos con una sonrisa pícara en su cara.

Mis nervios me recorrían tanto el cuerpo que ni hablar podía así que sólo me tape la cara con una mano. Sentí las manos de el en mis hombros obligándome a sentarme. No tardé muchos minutos sentados ya que de dicha puerta que me mantenía tan intrigado aprecio una enfermera.

-¿Familiares de la señorita hatsune?-. Inmediatamente me puse en pie y seguí desesperado a la joven enfermera.

Al entrar en la habitación, observe a miku acostada sobre una cama, apenas llegué acaricié sus cabellos con suavidad y ella abrió sus ojos. Ambos nos saludamos con un cálido beso.

Al lado de su cama se encontraba una pequeña cuna con una linda bebita de cabellos azules, la cargue delicadamente y la puse en el pecho de mi amada esposa. Estábamos los tres juntos, la sonrisa de miku era inmensa como la mía al observar a nuestra hija, ambos nos volvimos a besar.

Miku cerró sus ojos para no volver abrirlos, y el llanto de nuestra hija inundó la habitación.






Fin.

Una Vida A Tu Lado - Kaimi (Mikuxkaito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora