~Revelaciones~

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Esa misma noche, cuando todos se disponían a dormir, Asra caminaba hacía su guarida que estaba dentro del palacio, sólo allí ninguno de los guardias podía entrar sin su consentimiento o algún otro trabajador. Estaba hecho una furia de que el mismo Sultán no escucho sus intentos de cambiar de idea, de que ese Omega sería un riesgo, pero sólo sería una oportunidad de llevarselo para su otro plan.

-Maldito Sultán- dijo al entrar a su guarida. Pero allí estaba solo Rasiti cepillando cómodamente su cabello.

-¿Ahora qué hiciste Asra?.

-¡El maldito Sultán! ¡No quiso oír a su consejero real!¡Y todo por culpa de ese Miguel!-golpeo la mesa con tanta fuerza que se escucho un leve crujido.

-¡Oye!-dijo Rasiti para tomarlo y ponerlo frente a él- ya oí que ya llevó s ese inútil, pero yo te tengo una nueva noticia.- dijo con una leve sonrisa.Asra soltó un leve suspiro y se alejó de la mujer, se dejó caer en una de sus sillas, masajeando sus sienes para poder tranquilizarse.

-¿Y qué es lo que tienes? Espero que al menos hayas sido de gran ayuda Rasiti.

-Jajaja Asra, ¿Desconfías de mí?, que haya fallado una sola vez, no significa que te lo haré de vuelta. Además esto te va encontrar, sumamente interesante.

-¡Ya suéltalo mujer! Que no estoy de humor.-cruzó sus brazos y miro con furia a Rasiti.

-Uy uy, ya. Verás hay unos intrusos en el palacio.

-¿Intrusos?

-Si, y no cualquier intruso. Éstos tienen rasgos cómo esa basura que compraste, son apuestos y se nota que no conocen nada de por aquí. El príncipe Miguel les dio apogeo también.

-Mmmm- se paro Asra de su  asiento y caminó pensativo por el lugar- me ha dado una gran idea. - caminó hacia un pequeño mueble que estaba asegurado con unas cadenas, lo abrió y sacó una caja pequeña de oro, Rasiti se sorprendió al ver ese oro puro que tenía el hombre en sus manos. Lo colocó en la mesa y la abrió, de allí saco un gran collar de oro lleno de algunos diamantes y preciosos rubíes en el.

-¿De dónde sacaste eso?- dijo Rasiti asombrada por tal belleza de collar.

-Este es el collar del Sultán de Albari.

-¡¿Albari?! ¡¿Estás loco?! ¡Ese Rey es extremadamente terrorífico!-alzó la voz la mujer.

El rey de Albari, un hombre de digno respeto y de acatamiento de ordenes al pie de la letra, su reino esta en la cúspide cómo el de Abtule, a excepción de que todo lo que ordene el Sultán se debe de hacer de manera inmediata y al pie de la letra. Su carácter es de temer, su furia puede hacer decaer a un pueblo entero en segundos, y dejar cientos y cientos de muertos, sólo por hacerlo enfurecer. Siempre era su lema:«Aquél que vaya en contra de mí, sufrirá la ira del mismo Alá». Jugar con él era de cosa seria y pensar en las consecuencias, jamás deberías de tomarle el pelo.

-Rasiti...

-¿Eh?

-¿Qué tan desesperada puedes escribir?

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Los días habían pasado, los familiares de Hiro estaban adaptándose a la vida en el palacio, Hiro tuvo que presentárselos formalmente al Sultán. Enrique había ya establecido.una gran relación con el chico, confiaba en él, el cuál no hubo problema alguno de que también estuvieran, aunque Asra había estado ausente por un par de días ya que fue a hacer un «encargo para el Sultán».

Miguel agradecía de que no estuviera ya que siempre había estado muy cerca de ellos, hasta hubo una ocasión en que siguió a Hiro hasta sus aposentos o cuando llegó su celo intentó infiltrar a un guardia en su habitación. Pero esa vez su hermano Tadashi logró sacarlo de allí, estaba muy agradecido con ellos, aunque lo tratarán algo molestos con él.

Oasis (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora